Editorial UOC 95 Capítulo I. Trabajar en la modernidad...
tidimensional y heterogénea, sobre la que queda mucho por investigar científi-
camente y por intervenir en el marco de los programas y políticas sociales.
Sobre el conjunto de esta investigación podemos hacer, de entrada, algunas
afirmaciones generales:
La cantidad de observaciones empíricas no se ha traducido automáticamente
en calidad de conocimientos teóricos.
La abundancia de observaciones sobre efectos no compensa la escasez de teo-
rías sobre causas.
Lo que se conoce actualmente sirve para orientar las intervenciones prácticas
en este terreno; pero hace falta saber más y mejor sobre el tema para poder de-
sarrollar políticas y estrategias mejor orientadas teóricamente y más eficaces y
eficientes en la práctica.
En efecto, existe una desproporción entre lo descriptivo y lo teórico; lo cual
incide significativamente en las dificultades del diseño de programas de inter-
vención preventiva fundados en teorías capaces de explicar causas y de predecir
efectos.
Esta relativa pobreza teórica facilita la aplicación por defecto de una idea
de sentido común que inspira muchas políticas sociolaborales e ideologías co-
tidianas que laten en la dinámica de las relaciones laborales: la de que empleo
y desempleo son la cara y la cruz de una misma moneda, que representa “la
realidad, toda la realidad y nada más que la realidad”. Esta representación en-
cierra un círculo vicioso epistemológico, que impide pensar una cosa sin la
otra. Por esto ya casi nadie pone en discusión la tesis de que “el empleo es la
solución del problema del desempleo ni la de que el desempleo es el problema
de la falta de empleo”.
A continuación exponemos, pues, algunas de las aportaciones teóricas con las
que se trata de llenar este vacío. Vamos a tratar, en primer lugar del construccionis-
mo social, que enfatiza la importancia de los significados que los seres humanos
creamos, compartimos y reproducimos en nuestras interacciones sociales. Esta
perspectiva nos induce a hipotetizar que ciertas consecuencias de la experiencia
laboral no derivan tanto de la naturaleza objetiva de la misma cuanto del modo
como las personas protagonistas la perciben, se la representan, la interpretan y la
valoran, siguiendo patrones socialmente consensuados.