Editorial UOC 87 Capítulo I. Trabajar en la modernidad...
por una extensa y diversa gama de variables intervinientes, vamos a exponer,
a continuación, una serie de cuadros descriptivos, fundamentados en la eviden-
cia empírica interdisciplinar y multimetodológica sobre los efectos funcionales
y disfuncionales respectivos de las situaciones de empleo y de desempleo (ver
Alvaro, 1992; Blanch, 1996; 1990; Buendía, 1987; Garrido, 1996; Jahoda, 1982;
Kahn, 1981; Kelvin y Jarrett, 1985; MTSS, 1987; O’Brien, 1986; 1987; Peiró y
Prieto, 1996; Warr, 1987).
Antes de proceder a esta exposición esquemática, vamos a realizar unas con-
sideraciones generales introductorias:
Aquí hablamos de efectos detectados por todo tipo de investigaciones (cuan-
titativas y cualitativas, de diseño transversal y longitudinal, sobre personas
individuales, colectivos organizacionales y muestras representativas de po-
blaciones globales)
Se trata de efectos significativos, que tienen valor descriptivo, explicativo y
predictivo en términos macroestadísticos, pero que no son aplicables auto-
máticamente para explicar o predecir lo que ocurre o puede acontecer al nivel
de cada caso individual.
Las múltiples funciones del empleo tienen impacto diferente, según las cir-
cunstancias generales de cada sociedad y particulares de cada persona. Algu-
nas de ellas cambian, se metamorfosean, se diluyen o reaparecen con nuevo
vigor. Este es el caso, por ejemplo, de la relación del empleo con la identidad
personal y social: mientras, por un lado, parece detectarse una cierta tenden-
cia general de las personas a expresar su identidad ya no tanto a través de su
estatus de productoras cuanto mediante el de consumidoras; por otro, un
contrato de trabajo (el estatus de empleo) se ha convertido en la panacea para
la obtención de la ciudadanía, de la residencia, de la nacionalidad –factores
identitarios importantes en los tiempos que corren– y de los consiguientes de-
rechos sociales (donde los haya) para oleadas incesantes y crecientes de per-
sonas inmigradas, en los cinco continentes.
Por ejemplo, en Cataluña se ha definido políticamente como catalana toda aquella
persona “que vive y trabaja” en este país. Y en España, como en tantos otros estados
europeos, el contrato de trabajo constituye, para las personas inmigradas de origen
extranjero, un medio fundamental de obtención de la residencia y, en último térmi-
no, de la nacionalidad comunitarias.