Editorial UOC 74 Teoría de las relaciones laborales...
tanto tiempo, espacio y esfuerzo a esta actividad?, ¿de qué demonios nos sirve
tanto frenesí?, ¿qué funciones latentes desempeña la actividad laboral?
En las páginas siguientes buscaremos respuestas a estas preguntas. De entra-
da, todo el mundo parece tener claro que eso de trabajar es necesario para (so-
bre)vivir. La cuestión que plantean casos como los anteriormente comentados
puede formularse en los siguientes términos: ¿y para qué más?
Ya en el siglo XIII, Santo Tomás de Aquino (1272) resumía, en la parte Secunda
Secundae y concretamente en la Quaestio CLXXXVII de su Summa Theologica, la vi-
sión medieval al respecto:
para la obtención del sustento,
para la prevención del ocio, del cual proceden muchos males;
para el refreno de la concupiscencia
para la práctica de la limosna
A finales del siglo XIX, Durkheim, uno de los patriarcas de la sociología,
constata en su estudio sobre la división del trabajo social que la civilización in-
dustrial ha generado un nuevo imperativo categórico de la conciencia moral:
“el de ponte en condición de cumplir útilmente una función determinada a tra-
vés del ejercicio profesional” (1893, pág. 42). En el pasado siglo, Freud (1930)
presentaba el trabajo como un medio de ajustar las tendencias naturales a los
imperativos morales de la cultura y de vincular el individuo a la comunidad y
a la misma realidad. Poco más tarde, uno de los diseñadores del Estado del
Bienestar, Lord Beveridge (1944) propone “un puesto de trabajo para todo el
mundo” como base de una “sociedad libre, justa e igualitaria”. Recientemente, en
los libros blancos de 1994 sobre política económica y social, la Comisión Euro-
pea presenta el trabajo como el mecanismo básico de integración social.
La investigación social pone de manifiesto que, en las sociedades económi-
camente desarrolladas, las personas empleadas experimentan una enorme satis-
facción por el hecho de trabajar (‘working’), independientemente del grado de
satisfacción que experimentan por sus puestos de trabajo (‘jobs’) concretos (ver
Blanch, 1990; 1996).
En su análisis de la experiencia subjetiva del trabajo en un mundo en transfor-
mación, Serrano, Moreno y Crespo (2001) reflexionan sobre la paradoja de que