Editorial UOC 73 Capítulo I. Trabajar en la modernidad...
4.1. Presupuestos sobre empleo y bienestar
Todos los sistemas sociales han fundamentado su orden sociopolítico, jurí-
dico, moral y cultural en algún principio básico profundamente anclado en la
mentalidad colectiva. Unas veces ha sido el poder, otras la religión. En la mo-
dernidad industrial, esta función la desempeña el trabajo (asalariado), centro de
gravedad de la economía y de la política y eje vertebrador de la actividad indi-
vidual y social, referente principal del deseo y de la necesidad, núcleo del dere-
cho y de la moral, marco de referencia de la cultura y de la cotidianidad.
A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, ha sido un tópico en todo tipo de
publicaciones periódicas el salto a la fama de personas más bien pobres a quienes
la suerte (lotería, quiniela, herencia de un pariente lejano, etc.) ha convertido sú-
bitamente en muy ricas. Cuando, pasado un tiempo, alguien se acuerda de ellas
en alguna crónica de sociedad, genera en el público lector una cierta perplejidad,
acompañada de admiración e incredulidad: en numerosos casos, los nuevos ri-
cos, luego de un período de celebraciones, regresan al trabajo (si no en el puesto
anterior en otro de características más o menos similares). Cuando, en numero-
sos trabajos de investigación social, se pregunta a personas de la calle qué harían
con su tiempo si un golpe de fortuna les proporcionara suficiente dinero como
para vivir confortablemente el resto de su vida, sin necesidad de trabajar, se en-
cuentran con respuestas que generan un grado parecido de estupor: la mayoría
de las personas entrevistadas afirma que dedicaría una parte importante de su
tiempo al trabajo.
Un amplio estudio sobre los valores del tiempo presente, impulsado por el European
Value System Study Group, pone de manifiesto que, en el último cuarto del siglo pasa-
do, para las personas de la calle europeas, el trabajo constituye un valor de primer or-
den, la profesión su más característica seña de identidad y el empleo retribuido el factor
aglutinante de sus creencias, actitudes y opciones fundamentales (ver Harding, S.; Phi-
llips, D.; Focarty, M., 1986).
Estas constataciones plantean una cuestión clave y tópica, que se expresa de
diversas maneras:
¿Vivir para trabajar o trabajar para vivir?, ¿qué beneficios no materiales nos
aporta el trabajar?, ¿qué misteriosos motivos y qué ocultas necesidades subyacen
a la imperiosa y compulsiva manía de trabajar, que afecta a tantísima gente me-
dianamente inteligente y sana de nuestro mundo?, ¿para qué tantos dedicamos