Editorial UOC 71 Capítulo I. Trabajar en la modernidad...
3.8. Retrospectiva de los cambios en la organización del trabajo
Las organizaciones son entidades omnipresentes en la vida humana social,
cultural y laboral, y funcionan para bien (como Médicos sin Fronteras o las Her-
manitas de los Pobres, etc.) o para mal (como los cárteles de la droga o las redes
terroristas).
A lo largo de la modernidad capitalista industrial, las organizaciones laborales
han evolucionado formalmente desde modelos de sistema cerrado, rígido, mo-
nolítico, jerárquico y vertical hacia modalidades de signo más abierto, flexible,
reticular, autorregulado y horizontal. Efectivamente, del taylorismo a la reinge-
niería de procesos, del fordismo al toyotismo, del modelo militar a la empresa red,
etc., el formato organizacional ha experimentado cambios sustanciales. El sentido
y la medida en que estos cambios –fundamentalmente destinados a mejorar la efi-
ciencia, la competitividad, la excelencia, las cotas de mercado y la calidad del tra-
bajo como mercancía– contribuyen también a la mejora del bienestar individual,
social y laboral, así como a la emancipación y al desarrollo humano, es algo que
constituye un objeto ya tradicional de discusión.
En definitiva, las organizaciones sociolaborales no son ontológicamente bue-
nas o malas por su propia racionalidad económica, sino más bien según los fines
que persiguen (criterio teleológico) y los efectos que producen (criterio funcional).
Del mismo modo, la verdad, el saber, la racionalidad, la efectividad y el valor
de una organización no emanan de ningún tipo de automatismo epistemológi-
co intrínseco, sino que resultan en cierto modo indisociables del poder que los
genera e incomprensibles sin referirlos a los efectos de poder que a su vez gene-
ran.
En otros términos, los modelos teóricos y operativos sobre la organización
del trabajo han sido construidos y aplicados a partir de preguntas y problemas
planteados desde determinadas posiciones de interés, normalmente más cerca-
nas al capital que al trabajo. En este campo, como en el del desarrollo de las
ciencias y de las técnicas, al igual que en el de las artes y de las letras, “quien
paga manda” y también pregunta –a veces, incluso dicta– y establece la agenda
de prioridades. Así pues, las ciencias de la organización tampoco están por en-
cima del bien o del mal del sistema que contribuyen a pensar, diseñar y gestio-
nar. El hecho de que en el siglo XXI, en la jerga organizacional, se siga hablando,