Editorial UOC 48 Teoría de las relaciones laborales...
La valoración del trabajo por los dramaturgos griegos dista bastante de la de
los filósofos clásicos: así, es conocido el pasaje de la Antígona de Sófocles (1936),
siglo V a.C., donde la protagonista exalta la capacidad humana de servirse de
las más diversas artes y técnicas para mejorar la producción y para desarrollar
obras tan deseables como casas, embarcaciones o arados.
No menos conocida resulta la sentencia atribuida por la tradición oral al Pro-
feta (Mahoma); pero no contenida en el Corán: “el sudor del trabajador es más
sagrado que la sangre del mártir”2.
Una tradición azteca del siglo XV pone de manifiesto que los habitantes del
continente que fue redescubierto, a finales de este mismo siglo, por los espa-
ñoles y al que se impuso el nombre del cartógrafo Américo Vespucio, valora-
ban positivamente el trabajo, mucho antes de recibir el impacto ideológico
y moral del puritanismo protestante anglosajón:
“Haz algo: corta leña, labra la tierra […] Tendrás qué beber, qué comer, qué vestir.
Con esto estarás de pie (serás verdadero), con eso andarás. Con eso se hablará de tí,
se te alabará. Con eso te darás a conocer a tus padres y parientes”.
UNESCO (1968). El derecho del hombre (pág 298). Salamanca: Sígueme.
En la civilización moderna industrial, este sentido positivo del trabajo es el
que domina en la ideología por la que se rige la vida cotidiana de las personas y
de las comunidades. El protestantismo de orientación neocalvinista, el liberalis-
mo socioeco-nómico, la mentalidad industrial y lo que Max Weber denomina el
espíritu del capitalismo convergen en una nueva visión de la actividad laboral,
caracterizada por los siguientes rasgos principales:
La idealización de la laboriosidad, del oficio, de la profesionalidad y, en
definitiva, de la ética del trabajo.
La exaltación del esfuerzo, la constancia, la disciplina y el ascetismo intra-
mundano.
2. Del arraigo cultural de esta concepción –incompatible con ciertos estereotipos que circulan por
Occidente sobre el mundo islámico– da una idea el que nos la hayan recitado, en Barcelona, con
mínimas variaciones lingüísticas, una mujer universitaria iraní y creyente según la tradición shií y
un hombre, de origen magrebí, inmigrante sin papeles, y socializado religiosamente en un medio
sunita.