Editorial UOC 47 Capítulo I. Trabajar en la modernidad...
y en ellas abunda esta visión de una función social que hay que desempeñar, una
tarea ni especialmente noble ni degradante, sino simplemente instrumental.
En esta línea, Alí, primo del Profeta, cuarto jalifa para los sunnitas y primer líder de los
shiítas, proclama, en su Najyolbalagheh/632, Abdeh/431,1: “Oh siervos de Alá! Levan-
taos hoy a trabajar; puesto que vuestras lenguas pueden hablar y vuestros cuerpos están
sanos”. Para Confucio (1981, pág. 24), por ejemplo, “el hombre superior está centrado
en la justicia; el hombre vulgar en el beneficio”.
El trabajo productivo no figura en los rangos elevados de las actividades hu-
manas consideradas excelentes desde tales perspectivas. Tampoco el Sermón de
la Montaña cristiano dedica una categoría especial de bienaventuranzas a las
personas que trabajan. Sencillamente no parecen relevantes a efectos del men-
saje evangélico. En ninguna de estas cosmovisiones tradicionales aparece el
más mínimo indicio de la lógica económica de la escasez o de la productivi-
dad, ni de la pasión por el ahorro, por la inversión o por el crecimiento. Tam-
poco se vislumbra el menor asomo de exaltación del trabajo como medio de
enriquecimiento personal, como fuente de placer o de realización, ni de sufri-
miento o de castigo. Más bien existe una coincidencia a la hora de condenar
el afán de lucro o el ideal del beneficio.
2.2.3. Polo positivo
Visión del trabajo como misión, vocación, camino, valor, fuente de satisfac-
ción y de autorrealización. En la antigüedad, las referencias al respecto son es-
casas cuantitativamente, pero cualitativamente significativas:
El Génesis se hace eco del imperativo divino de “someter la tierra y de cultivar
y cuidar el jardín” (1,2).
En la misma línea, el capítulo 18 del Bhagavad-Gita (1972), del Mahabaratta
(milenio I a.C.), presenta el trabajo como la misión natural de una casta (la
de los agricultores, artesanos y comerciantes; nacidos, como se sabe, de los
muslos de Brahma): “la tarea del Vaisya, derivada de su propia naturaleza,
consiste en el cultivo de los campos, la guarda del ganado y la práctica del
comercio.”