Editorial UOC 34 Teoría de las relaciones laborales...
derno se convierte, a partir del siglo XVIII, en el trabajador asalariado; esto es,
en el pobre ser humano que sólo tiene manos para obrar (cuyo ser social se re-
duce a su condición de ‘mano de obra’) y que se ve obligado a vender su trabajo
manual a cambio de un salario. La clase obrera pasa a ser, en el siglo XIX, sinóni-
mo de población trabajadora; es decir, ‘asalariada’. Este adjetivo hunde sus raíces
etimológicas en el sustantivo latino salarium , que significa la ración periódica de
sal que recibe el esclavo de su amo.
En este contexto, las relaciones laborales son las que mantienen dos agentes
principales: la parte contratada obrera asalariada (‘trabajo’) y la contratante patro-
nal (‘capital’).
En el umbral del siglo XXI, formar parte de la población trabajadora equi-
vale, prácticamente, a la carta de ciudadanía; hasta el punto en que multitud
de naciones-estado conceden la residencia y, a la larga, la ciudadanía y la na-
cionalidad a la población inmigrante que ha logrado obtener un contrato la-
boral.
Para las tradiciones marxista y neohumanista formar parte del mundo del tra-
bajo es casi un atributo de la misma condición humana.
1.2. Definición
Una vez realizada una primera aproximación a las raíces etimológicas de los
significantes, vamos a proceder a la construcción de un mapa conceptual de la
versión contemporánea del concepto trabajar (tabla 3). Tomado en su acepción
más abstracta y genérica, el trabajo tiene la capacidad de funcionar como el de-
nominador común a todas las representaciones cotidianas de los trabajos con-
cretos y específicos. (Ver Agulló, 1997; Agulló y Ovejero, 2001; Blanch,1990;
Cartier, 1984; De Ruggiero, 1973; Drenth, 1991; Drenth y otros, 1998; Hall,
1986; MOW, 1987; Pahl, 1988; Peiró, 1990; Peiró y Prieto, 1996; Tripier, 1991
y Warr, 1987).
Cuando hablamos de trabajo, nos referimos a una actividad humana, in-
dividual o colectiva, de carácter social, complejo, dinámico, cambiante e irre-
ductible a una simple respuesta instintiva al imperativo biológico de la
supervivencia material. Se distingue de cualquier otro tipo de práctica animal