Editorial UOC 258 Teoría de las relaciones laborales...
ceso insertado en la estructura social de la oferta y por tanto regulado por
sujetos sociales diversos, como la familia, la escuela, las instituciones públicas,
procedimientos informales y por reglas laborales (véase entre otros Villa, 1991;
Mingione, 1993).
Y en tercer lugar, pasar del ámbito productivo a considerar también el ámbi-
to reproductivo supone un enfoque societal; superar las limitaciones del marco
estrictamente productivo. Las nuevas teorías van más allá del ámbito producti-
vo y se interrogan sobre el papel que juegan las relaciones laborales en la cons-
trucción del orden social. Las teorías neocorporatistas y las teorías marxistas de
la regulación se han ocupado explícitamente o implícitamente de la cuestión
del orden. Especialmente relevante ha sido la periodización de la escuela regu-
lacionista francesa, que ponen de relieve que las sociedades europeas de co-
mienzos del siglo XX “a través de múltiples reformas rompen con la sociedad de
mercado pura del siglo XIX e inician la construcción de un nuevo orden social”
regulado por instituciones y actores que definen la sociedad salarial (Miguélez
y Prieto, 1999, pág. 25; véase también Boyer, 1992; Castel, 1995).
El nuevo orden social y su legitimidad se ha venido construyendo a partir de
la relación salarial normada; del trabajo asalariado que ha abierto las puertas de
acceso a los derechos de ciudadanía social. El empleo regulado y políticamente
protegido (por el derecho del trabajo y el derecho social) ha sido una de las con-
diciones necesarias para construir y legitimar el orden social después de la Se-
gunda Guerra Mundial. La noción de fordismo precisamente trata de dar cuenta
del despliegue de una panoplia de derechos laborales y sociales vinculados al in-
tercambio político por legitimidad en torno al orden capitalista de postguerra;
lo que supone un intercambio de la lógica de la producción en masa a cambio
de acceso al consumo del asalariado. No obstante, la condición de asalariado
formal ha sido una forma de distinción y posición social en el seno de la propia
clase trabajadora. En otras palabras, no todo tipo de trabajo (por ejemplo do-
méstico, “trabajo negro”) ha tenido fácil acceso a los derechos de ciudadanía so-
cial. Sin embargo, hoy el orden social asalariado, propio del modelo de
acumulación keynesiano-fordista, se ha venido cuestionando por la lógica de la
globalización, por el imperativo del mercado y el dominio de las políticas neo-
liberales. Esta crisis del orden social salarial amenaza la cohesión social, pone en
cuestión el papel redistributivo del Estado del Bienestar y con ello los mecanis-
mos de cohesión social. Esta temática está cada vez más presente en los estudios