Editorial UOC 251 Capítulo II. Teoría sociológica...
En definitiva cuatro procesos marcan las tendencias. Primero, la globaliza-
ción e integración europea se caracteriza por la emergencia de la sociedad in-
formacional y la competitividad basada en la interdependencia, en la
asimetría, en la regionalización y en la inclusión en esferas selectivas de países,
así como por la segmentación de los propios mercados laborales internos (Cas-
tells, 1997). Una de las consecuencias de este proceso es la distinción entre paí-
ses ganadores y perdedores, pero también entre trabajadores ganadores y
perdedores como consecuencia de la segmentación de los mercados laborales.
En segundo lugar, la globalización comporta oportunidades para los sindica-
tos y trabajadores de determinados países, mientras que perturba y erosiona
las condiciones laborales de otros; de modo que incluso algunas de las consi-
deradas conquistas históricas del movimiento obrero tienen que ser hoy aban-
donadas (por ejemplo la escala móvil en Italia, que suponía la indexación
automática de los salarios según las variaciones de la inflación). Los sindicatos
europeos están sitiados, rodeados, pero el acoso es muy distinto de un país a
otro. Empero, la integración comporta nuevos retos y oportunidades, como la
gobernanza: la posibilidad de tomar decisiones y regular los mercados laborales
a distintos niveles, de articular objetivos de cohesión social y limitar los efec-
tos imperativos del mercado. Tercero, los imperativos económicos y políticos
a los que se ven sometidos los sindicatos son comparables en el marco euro-
peo; pero el punto de partida es muy distinto en función de las condiciones
institucionales y de poder que tiene cada uno. Y cuarto, los efectos limitadores
y con frecuencia coercitivos de la convergencia europea ofrecen también alter-
nativas de elección estratégica. Por tanto, la convergencia no tiene efectos ho-
mogéneos, las diferencias persisten.
En conclusión, la divergencia entre los sistemas de relaciones laborales se
puede explicar a partir de la historia, la cultura, la tradición y las costumbres.
En este sentido podemos colegir que las teorías de las relaciones laborales tie-
nen un fuerte carácter institucionalista. Las instituciones pueden ser definidas
como una construcción social que proporciona programas de acción con una
cierta estabilidad y permanencia y por lo tanto facilita al conjunto de la socie-
dad elementos de estabilidad, recursos y procedimientos regulados que hacen
previsible el comportamiento, la canalización y resolución de los conflictos
mediante la negociación y una red de normas consuetudinarias y formales. Es-
tas instituciones son resultados de anteriores acciones, de tradiciones y cos-