Editorial UOC 249 Capítulo II. Teoría sociológica...
una orientación de la acción dirigida prioritariamente a la búsqueda de la cohe-
sión social, a la mejora gradual del Estado del Bienestar, a la defensa de los inte-
reses sociales y a la concepción del sindicalismo en términos de “poder social”,
que caracteriza al sindicalismo escandinavo y germánico (de ideología socialde-
mócrata). Esta orientación de la acción se ha visto favorecida por el paradigma
keynesiano, aunque por otra parte dicha orientación reformista de la acción ha
sido tildada como colaboracionista por su fuerte implicación en las instituciones.
Sin embargo, a pesar de su orientación integradora, no significa una aceptación
del orden social del capitalismo.
Hoy, en el escenario de la convergencia europea, el reto que se presenta para
este modelo de orientación de la acción estriba en la articulación entre la clase
trabajadora y las instituciones (lado clase-sociedad). La convergencia europea
parece comportar un deterioro del Estado del Bienestar y precarización del em-
pleo, lo que supone un incremento de las tensiones de clase y una presión sobre
las instituciones que deben dar respuestas a los nuevos problemas. Pero también
el escenario de la convergencia brinda una nueva oportunidad para el diálogo
social y un posible marco de concertación macroeconómica en el nivel supra-
nacional.
c) Orientación de clase. Y el tercer vértice lo representa el sindicalismo orientado
hacia la alternativa de oposición de clase y también hacia la autonomía de la clase
trabajadora. No obstante, este tercer modelo no siempre se puede desmarcar clara-
mente del segundo, particularmente porque sus fundamentos ideológicos han
sido más implícitos que explícitos. Dos modelos de orientación podemos distin-
guir, por un lado, el vinculado al sindicalismo revolucionario y por otro lado el
vinculado a la orientación comunista. El sindicalismo revolucionario se apoya en
la idea de que el sindicalismo tiene como prioridad la representación de los inte-
reses de los ocupados a partir de la autonomía respecto a los partidos políticos. Esta
concepción de la autonomía sindical comporta un proyecto político de clase en la
tradición del anarcosindicalismo (muy influyente en los los países latinos, al
menos hasta los años treinta). Pero su campo prioritario de actuación es la ne-
gociación colectiva. En el área anglosajona también encontramos una orienta-
ción relativamente parecida en el caso del movimiento obrero norteamericano.
Perlman (1928) argumenta la madurez del movimiento sindical para desarrollar
proyectos políticos propios sin el concurso de los partidos políticos. La orienta-