Editorial UOC 248 Teoría de las relaciones laborales...
los trabajadores en el puesto de trabajo. El sindicalismo es una asociación de asa-
lariados con el propósito de mantener y mejorar las condiciones de empleo. Por
consiguiente, las cuestiones relacionadas con la reivindicación política tienen
una menor legitimidad o bien se interpretan como formas de obtener soporte
para las funciones y reivindicaciones económicas. El techo más alto de ésta orien-
tación es aspirar a negociar materias relacionadas con el mercado laboral. Esta tra-
dición ha sido tildada como “sindicalismo de pan y mantequilla o sindicalismo
de negocios” (business unionism). Incluso ha sido denostada y definida como sin-
dicalismo economicista. En el marco de las políticas neoliberales de los años
ochenta y de las prácticas de recursos humanos este estilo y tradición sindical ha
sido duramente castigado y erosionado.
Sin embargo, esta tradición ha sido incomprendida, no se ha valorado sufi-
cientemente su fuerte poder de agregación de intereses de los trabajadores en el
plano de la empresa, su carácter pragmático, su enorme capacidad movilizado-
ra, así como su estilo participativo y democrático. Hoy, en el marco de la con-
vergencia europea el reto de esta orientación sindical es la articulación entre los
intereses de los puestos de trabajo y la participación en las instituciones sociales
y en la política (lado del triángulo mercado-sociedad) para desarrollar un marco
legal que ofrezca mayor cobertura jurídica e influir en la política económica. En
este sentido, el desarrollo de las directivas de la Unión Europea brinda nuevas
oportunidades para la intervención institucional y el derecho colectivo (por
ejemplo, directiva Comités de Empresas Europeos, directiva sobre la limitación
del tiempo de trabajo, etc.).
b) Orientación hacia la sociedad. El segundo vértice del triángulo lo representa
la concepción del sindicalismo como un vehículo para la integración social,
guiado por nociones como justicia social y economía moral y cuya finalidad
consiste en elevar el estatus social del trabajo a través de la implicación en la po-
lítica y en las instituciones. A finales del siglo XIX esta concepción la encontra-
mos como una expresión social del catolicismo, contrapuesta al antagonismo
de clases propiciado por la concepción socialista. Así, sobre la base de este deba-
te ideológico apareció en muchos países una división entre los sindicatos con
orientación social-cristiana y sindicatos con orientación socialista. Sin embargo,
estas divergencias iniciales entre ambas orientaciones de la acción han ido sien-
do asumidas por los sindicatos socialdemócratas a lo largo del siglo XX. El refor-
mismo ha ido acercando, implícita o explícitamente, ambas concepciones hacia