Editorial UOC 24 Teoría de las relaciones laborales...
plena modernidad industrial, Freud propusiera, como paliativo del malestar hu-
mano, una equilibrada combinación de “amar y trabajar”. En el esplendor del
Imperio Romano, San Pablo, decreta que “quien no quiera trabajar, que no co-
ma”, casi dos milenios antes de que, en la cresta de la ola del siglo XX, un rockero
mediterráneo cantara aquello de “quien no trabaja, no hace el amor”; en una épo-
ca en que más de un analfabeto anónimo ha legado a la posteridad aquello de “mi
padre trabaja; mi madre no”, en que el nazismo ha insultado a la humanidad al
rotular, en el pórtico de acceso al campo de exterminio de Auschwitz, lo de que
“el trabajo libera” y en que un soldado aliado, después de soltar unas bombas-
racimo sobre personas civiles iraquíes a las que va a “liberar”, declara a un pe-
riodista que “we’re just doing our job.
Mientras tanto, seguimos hablando, con Durkheim (1893), de “división del
trabajo”; con Weber (1905), de “ética del trabajo”; con Marx (1844), de la mi-
seria de un trabajo alienado y de la utopía de un trabajo humanizador y con
su yerno Lafargue (1880) de la esclavitud que conlleva el “amor al trabajo”, pa-
sión que, según Franklin (1729), conduce hacia la virtud y la fortuna; con
Battaglia (1980), de “alergia al trabajo” y, sin embargo, con Machlowitz (1981), de
trabajoholismo; con Zelinski (1997) del “placer de no trabajar” y con Killinger (1991)
de “adicción al trabajo”; con la Constitución Española y otras muchas, de “de-
recho al trabajo” y de “deber de trabajar”; con la economía, de “mercado de
trabajo”; con Gorz (1988), de la “invención del trabajo” por la modernidad,
y con Meda (1995) del trabajo como valor en peligro de extinción; con Bidet y
Texier (1995) de crisis del trabajo; con Rifkin (1996), del “fin del trabajo”, y con
Castillo (1998) del descubrimiento de nuevas formas de trabajo fluido e invisi-
ble; con Sennet (1998), de corrosión del carácter por el trabajo en el nuevo ca-
pitalismo; con Hirigoyen (2001), de acoso moral en el trabajo favorecido por la
organización flexible del mismo; con Howard (1995), de la naturaleza cambiante
del trabajo; con Castells (2000), de transformación del trabajo y del empleo en la
sociedad red y, con manifestaciones sindicales de un reciente 1 de Mayo, de que
sin “trabajo no hay futuro”.
A esta pluralidad de contextos de uso cabe añadir el carácter polifacético del
mismo trabajo:
“Nos referimos al trabajo como una actividad o una tarea (“estoy trabajando duro”),
como una situación ocupacional (“he encontrado un trabajo”), como un ambiente
o contexto físico (“trabajo al aire libre, puesto de trabajo”), como una técnica o método