Editorial UOC 223 Capítulo II. Teoría sociológica...
por cauces institucionales, tiene objetivos jerarquizados. En definitiva, per-
mite la gobernabilidad y la regulación.
Conflicto no-organizado. Se denomina así cuando no hay organizaciones sin-
dicales o empresariales capaces de tener suficiente representatividad y hay
dificultades para articular los intereses y para lograr la interlocución. Por
consiguiente, no hay objetivos jerarquizados, el conflicto se manifiesta de
forma intermitente, espontáneo, incontrolado e ingobernable.
4.3. La mediación, conciliación y arbitraje
La noción de triada propuesta por Simmel hace referencia a la interven-
ción de una tercera parte neutral que interviene en caso de bloqueo del pro-
ceso de negociación o bien en caso de conflicto. Las funciones de la
mediación son tres: la conciliación, la mediación y el arbitraje. La concilia-
ción es la función catalizadora, la menos activa de la tercera parte o tercer
actor. Ésta consiste en unir las partes, facilitando las relaciones y la recupe-
ración de la comunicación en el marco de un ambiente propicio que permita
alcanzar el acuerdo. La mediación supone ya un papel más activo de la ter-
cera parte o actor, de modo que éste puede intervenir en las discusiones, ha-
cer sugerencias o propuestas e incluso formular recomendaciones orientadas
hacia un posible acuerdo. No obstante, no siempre es fácil distinguir estas
dos funciones, que en términos prácticos es muy parecida. El arbitraje es una
función mucho más clara. El arbitraje supone una responsabilidad y una au-
toridad para tomar decisiones vinculantes para las partes en conflicto. El ar-
bitraje interviene cuando las partes no llegan a un acuerdo; mientras que el
mediador no tiene esa función (son las partes las que tienen el poder de de-
cisión). El mediador representa una figura de consejero, que sugiere solucio-
nes y está al servicio de las partes.
Las críticas a las teorías interaccionistas han subrayado el problema del in-
dividualismo metodológico en el que se basa la teoría de juegos y en su carác-
ter ahistórico y descontextualizado. Es decir, se ha criticado el olvido de las
variables políticas y de poder que inciden en la conducta de la negociación.