Editorial UOC 213 Capítulo II. Teoría sociológica...
sindicales y empresariales centralizadas. La segunda es que la estructura óptima
no es la que está rígidamente centralizada, sino la que limita la autonomía de
los niveles más bajos de las organizaciones. La tercera indica que en el corpora-
tismo fuerte la participación vertical y la integración tienden a formalizarse mu-
cho, de modo que los niveles inferiores de las organizaciones deben acomodarse a
las pautas fijadas centralizadamente. La cuarta consideración se refiere a la articu-
lación entre sindicatos y partidos, tanto en la tradición socialdemócrata como en
la social-cristiana; se trata de bloques políticos articulados que aportan una amplia
base de consenso para impulsar las prácticas neocorporatistas, las consultas perió-
dicas, el diálogo, la comunicación formal e informal entre los distintos niveles y
dirigentes políticos, sindicales y empresariales. Esta amplia base de consenso cons-
tituye la fuente de legitimación de las prácticas neocorporatistas en el capitalismo
avanzado.
3.3.4. Una crítica conceptual: las dos lógicas de la acción
colectiva
El modelo teórico del neocorporatismo presupone que los actores están en
igualdad de condiciones, de fuerzas y poder. Sin embargo, esto no es así. Au-
tores como Offe (1992) han puesto de relieve la existencia de dos lógicas de
la acción colectiva con el ánimo de subrayar que las relaciones entre los inte-
reses organizados no son simétricas, como presuponen ciertos autores, como
Olson (1986), entre otros. El poder empresarial es mucho mayor, porque se
trata de una red de organizaciones de organizaciones (empresas) que median en-
tre sí según unos intereses económicos muy concretos. El poder empresarial
se apoya en la tecnología, lo que es una forma de poseer el conocimiento his-
tóricamente acumulado y que facilita el control empresarial. Asimismo, el po-
der empresarial está respaldado en el ordenamiento jurídico por medio del
reconocimiento de los derechos de propiedad privada. En cambio, los sindi-
catos deben aunar intereses de trabajadores con distintas ideologías e intere-
ses varios, que además están en una posición de desigualdad de fuerzas en el
mercado laboral. En este sentido, la teoría del neocorporatismo es un modelo
formal que no explica suficientemente las relaciones asimétricas entre capital
y trabajo.