Editorial UOC 209 Capítulo II. Teoría sociológica...
En otras palabras, el neocorporatismo en un modo de concertar la acción, así
como un modelo institucionalizado de decisión política en el que los grandes in-
tereses organizados cooperan entre sí y con la autoridad pública (Lembruch, 1991).
Como podemos intuir, el neocorporatismo es un concepto que expresa la
existencia de una estructura política que permite regular la acción colectiva,
normalizar el mercado de trabajo y construir el orden social en el terreno espe-
cializado de las relaciones laborales. De este modo se canalizan los intereses na-
cionales mediante estructuras de representación. Las organizaciones sindicales
y empresariales interactúan con el Estado, que a su vez les otorga legitimidad e
incentivos para la concentración de la representación. La soberanía del Estado
aparece limitada por los grandes grupos de intereses, aunque el Estado también
dispone de una autonomía relativa, lo que implica que también dispone de in-
tereses propios. El Estado representa simbólicamente los intereses comunes de
los ciudadanos. Por tanto, el neocorporatismo es un modelo de cooperación
concertada. En términos weberianos, el neocorporatismo es la expresión de la
burocratización que ha acompañado a la industrialización, así como de una for-
ma de dominación legítimo-racional en grandes organizaciones. El neocorpora-
tismo no constituye una alternativa al capitalismo, sino una forma de regular el
capitalismo de mercado. Como sugiere Schmitter (1985), el neocorporatismo es
una forma de capitalismo organizado y de racionalización que aporta estabili-
dad y gobernabilidad a la economía.
3.3.2. El debate actual sobre el neocorporatismo
El debate actual se deriva de los cambios registrados en las últimas décadas
en las relaciones entre el Estado y la economía, y entre el Estado y los grandes
intereses organizados. Los cambios estructurales que propician la consolidación
del neocorporatismo son los siguientes: la concentración y centralización de los
intereses económicos y sociales, la presencia de gobiernos pro-labour y socialdemó-
cratas, la influencia del estado keynesiano desde la década de los cincuenta, así
como la política de concertación centralizada entre las cúpulas sindicales, empre-
sariales y el Estado para hacer frente a las crisis económicas. Los pactos han pro-
piciado especialmente la necesidad de contener las demandas salariales, los