Editorial UOC 192 Teoría de las relaciones laborales...
trabajo. Pero también el tipo de actividad influye en la composición y tamaño
de la fuerza de trabajo, así como en la propia organización empresarial, en el ta-
maño de la unidad de producción, en la concentración del empleo o en su des-
centralización, en la estabilidad del empleo, en su ubicación geográfica, en el
control de las medidas de seguridad e higiene, etc. Asimismo, dichas caracterís-
ticas tecnológicas del lugar de trabajo y del producto influyen en las formas de
representación y organización de los trabajadores. Por tanto, las reglas de un lu-
gar de trabajo se formulan sobre la base de las características específicas de la
fuerza de trabajo y de los imperativos tecnológicos y de organización del puesto
de trabajo.
Por ejemplo, las reglas pueden estar asociadas con el tamaño y la organización de una
empresa. Así, cuanto mayor tamaño tiene una empresa, más necesarias son las reglas
formales y más compleja es la red de comunicación entre dirección empresarial y tra-
bajadores. El mayor tamaño de una empresa comporta la necesidad de un personal es-
pecializado en relaciones laborales y con dedicación exclusiva, una que representa a la
empresa y otra, sindical, que representa a los trabajadores. Pero al mismo tiempo, el en-
torno o contexto también impone límites y restricciones a la acción de los actores. Éstas
son limitaciones estructurales sobre la acción, aunque, por otra parte, los actores pueden
modificar el sistema general y el subsistema de relaciones industriales interactuando con
el subsistema económico y el político dentro de los cauces jurídico-institucionales del sis-
tema general.
El mercado de producto y las limitaciones presupuestarias, el segundo ele-
mento, también son condicionantes imperativos contextuales que influyen en
la formulación de las reglas. Las variaciones de la demanda, la posición de la
empresa en el mercado, su situación de monopolio, oligopolio o la simple com-
petencia son imperativos que condicionan los márgenes y posibilidades de ac-
tuación. Lo mismo ocurre con las restricciones del presupuesto de la empresa.
Ambos condicionantes, mercados y presupuestos, constituyen un imperativo
para la fijación de salarios y precios, jornada laboral, periodos vacacionales,
otras cuestiones relacionadas con las condiciones de trabajo y para la fijación
de reglas. Por consiguiente, un sistema de relaciones industriales se adapta a su
mercado y a los imperativos presupuestarios.
La situación y distribución del poder en el conjunto de la sociedad, el tercer
elemento, tiende a reflejarse en el seno del sistema de relaciones industriales; su
prestigio, posición y acceso a los distintos escalafones de la autoridad dentro del