Editorial UOC 157 Capítulo II. Teoría sociológica...
jas de resistencia para hacer frente a los periodos de huelga, etc. y se financiaban
con aportaciones realizadas por los mismos trabajadores. Los autores clásicos de
la sociología, como Marx, Durkheim y Weber, ponen de relieve que la moderni-
zación y la industrialización abaten los ligámenes colectivos de las sociedades
tradicionales, de los grupos familiares, de las relaciones de parentesco, amistad y
vecindad fundadas sobre la comunidad local y las corporaciones profesionales.
Esta etapa se caracteriza por lo que podemos denominar capitalismo salvaje,
que consiste en la corrosión de las instituciones sociales tradicionales por el po-
der y la lógica del mercado. En esta etapa apenas existen instituciones sociales
de regulación del mercado de trabajo; sólo una minoría, el sindicalismo exclu-
sivo de los trabajadores de oficio, obtiene algunas ventajas contractuales gracias
a su poder de control sobre el proceso de producción y sobre los tiempos de pro-
ducción. Por tanto, las relaciones laborales tienen un enorme desequilibrio de
poder político e institucional entre las clases dominantes y las clases subordina-
das. Por lo general, el mecanismo del mantenimiento del orden social se da fun-
damentalmente por medio de la represión del incipiente movimiento obrero.
La respuesta a ello es la radicalización del mismo y la extensión de ideologías
como el anarcosindicalismo en los países latinos y el socialismo revolucionario
en el centro de Europa (Baglioni; Crouch, 1991).
Uno de los objetivos básicos de las corporaciones profesionales y del movi-
miento sindical a lo largo del siglo XIX es lograr el reconocimiento de los dere-
chos básicos, como es el derecho de asociación, el derecho a la acción colectiva,
el reconocimiento del derecho a la huelga, el derecho a negociar y, en definitiva,
los derechos de ciudadanía social. Esta larga lucha por el reconocimiento insti-
tucional contribuye a explicar por qué las teorías sociológicas de las relaciones
laborales han estado dominadas por el debate entre conflicto y consenso hasta
los años sesenta del siglo XX. El reconocimiento institucional se logra en primer
lugar en Inglaterra, país pionero de la Revolución Industrial.
Los sindicatos de oficio británicos alcanzan el reconocimiento de huelga en-
tre 1824 y 1825. El siguiente paso consistiría en el reconocimiento a la unión, a
la constitución de sindicatos en el ámbito nacional, que logran las trade unions
(‘unión de oficios’) en 1851 y en 1868 logran fundar el TUC (Trade Union Con-
gress), órgano federal que agrupa a diferentes asociaciones profesionales. Hacia
finales del siglo XIX, el TUC abre la afiliación a trabajadores pocos cualificados,
pero todavía hasta el último tercio del siglo XIX el movimiento sindical es débil