Editorial UOC 113 Capítulo I. Trabajar en la modernidad...
el principio de tensión entre dos estructuras, la social y la cultural. Ésta dicta
las metas que los miembros de una comunidad asumen como legítimas (aque-
llas cosas por las que vale la pena esforzarse) y aquélla establece las normas o
medios institucionales socialmente admisibles para alcanzar los objetivos cul-
turales perseguidos.
El sociólogo estadounidense presupone que la conducta de las personas se
desarrolla normalmente cuando éstas viven en un contexto que permite una
adecuación de los medios sociales a los fines culturales. Por la misma razón, en-
tiende que la anomia no puede ser más que el síntoma de la quiebra del sistema
sociocultural; esto es de “disociación entre las aspiraciones culturalmente pres-
critas y los caminos socialmente estructurados para realizarlas” (1957, pág. 170).
Según él, “no se trata, pues, de conflicto cultural ni de conflicto social; sino de
contradicción entre la estructura cultural y la social” (1976, pág. 25).
Merton (1957) distingue cuatro tipos de reacción individual a un conflicto
sociocultural:
1) Ritualismo, o renuncia a los fines culturales, sin perder el respeto formal a los
medios sociales.
2) Innovación, o asunción de los fines prescritos, combinada con la adopción
de medios proscritos.
3) Rebelión, o búsqueda activa de una alternativa sociocultural sobre la base de
un rechazo tanto de los fines como de los medios convencionales.
4) Retraimiento, o rechazo pasivo de las metas culturales y de los medios insti-
tucionales.
El modelo mertoniano, al tiempo que permite comprender el confort psico-
lógico que puede experimentar toda persona empleada, capaz de llegar por ella
misma a las metas culturales a través de los medios que la sociedad le propor-
ciona, es una referencia clave para comprender esa forma típica de reacción a un
estado de anomia como el desempleo estructural. Durkheim la caracteriza en tér-
minos de melancolía; la investigación empírica la describe en los de la depresión
y Merton en los del retraimiento.
Las personas retraídas se comportan, a los ojos de este autor, como extrañas:
están “en” la sociedad; pero no se sienten parte “de” ella. Al tratar de explicar las
causas sociales de este modo individual de reacción a las circunstancias sociocul-