Editorial UOC 112 Teoría de las relaciones laborales...
ciones y proscripciones que toda cultura introyecta en la personalidad de cada
miembro individual de la sociedad a través del mecanismo de la socialización (y
que, por esto mismo, no quedan recogidas en ningún texto legal).
1) La norma social del trabajo
Como resultado del proceso de socialización, una parte importante de los va-
lores culturales del entorno pasa a ser parte constitutiva de la misma estructura
de la personalidad de la gente que convive en una comunidad. Convertidos en
conciencia moral, en sentido del deber, en compromiso y obligación subjetivos,
se ponen de manifiesto en las formas normales de pensar, de sentir, de comuni-
carse y de actuar. Las personas normales o normalizadas son la viva expresión de
la gente adaptada a su entorno (ver Cialdini, 1990).
Las normas sociales informales no suelen prescribir o proscribir conductas
específicas –como hace, por ejemplo el Código de Circulación–, sino que, más
bien, definen los límites de lo que se puede considerar socialmente aceptable
en una conducta; lo que el grupo, la organización o la sociedad consideran es-
perable y deseable.
Así como la ley positiva prevé y establece sanciones para las transgresiones
de la legalidad, también a este nivel informal e implícito existen sutiles disposi-
tivos y mecanismos de presión sobre el comportamiento anormal.
Los roles sociales son modelos socialmente consensuados del comporta-
miento personal juzgado normal; esto es, ‘apropiado’ para cada situación y
circunstancia. Se espera, por ejemplo que, a una determinada edad, las perso-
nas normales desempeñen un rol laboral y organicen su vida alrededor del
mismo. El trasfondo homogeneizador y uniformizante de esta norma social,
ideológica y moral del empleo –profundamente arraigada en la cultura del
trabajo– confiere sentido a la satisfacción de la gente empleada por el hecho
de estarlo y a la desolación que suele acompañar al desempleo, con su pro-
funda carga de anormalidad, desviación, vulnerabilidad, indefensión y pato-
logía sociales.
2) Anomía y contradicciones socioculturales
A finales del siglo XIX, Durkheim (1893) interpretaba la melancolía de la
persona desempleada como una reacción individual al estado social de ano-
mia. A mediados del XX, Merton (1957) insiste en el tema: su clave teórica es