Editorial UOC 106 Teoría de las relaciones laborales...
gación del estado deseable del ocio. Y que, por el contrario, idiomas modernos como,
por ejemplo, el castellano y el inglés, presentan el desempleo como un estado carencial
de la situación ideal definida en términos de empleo. Abundando en esta línea, la mis-
ma literatura científica anglosajona sobre el tema suele utilizar, a la hora de significar
el desempleo, partículas lingüísticas de signo negativo, acompañando a términos po-
sitivos, como employment, work, o job: ya se trate de prefijos (como de o un), de termi-
naciones (lessness), de adverbios (out, without, etc.) o de sustantivos (lack, loss, etc.).
Este lenguaje no realiza una función meramente descriptiva de algo que está ahí; sino
que además construye la realidad del desempleo como estado carencial. En efecto,
el lenguaje común que utilizamos para referirnos a esta experiencia (y que obvia-
mente también tienen que manejar sus propios protagonistas) no deja otra opción
a la persona desempleada que la de autoconcebirse, autoidentificarse, autopresen-
tarse y autovalorarse en términos negativos.
La misma lengua que permite a las personas con empleo la satisfacción de pre-
sentarse positivamente como profesionales es la que induce, casi irremediable-
mente, a las que están sin empleo a tratar de escapar o de ocultar su desagradable
experiencia social de identidad deteriorada.
2) La cara de laboriosidad en el empleo; la cruz de ociosidad del desempleo
Al igual que los códigos lingüísticos, ciertos discursos morales refuerzan los es-
tereotipos ideológicos de la bondad del empleo y la maldad del desempleo y con-
tribuyen poderosamente a la estigmatización social de esta situación sociolaboral.
Varias son las vías que conducen a este resultado final. Entre ellas, destaca la que
asocia el empleo a la laboriosidad, a la virtud y al éxito y, el desempleo a la ociosi-
dad al vicio y al fracaso en tanto que maldad moral.
La historia viene de lejos: uno de los libros de la tradición sapiencial del Antiguo Testa-
mento, el Eclesiástico, compara la persona perezosa a una “bola de estiércol” (22:2) y re-
comienda al amo que mantenga al siervo permanentemente ocupado laboralmente;
puesto que “la ociosidad enseña muchas maldades” (33:29). Pocas ideas biblícas han
tenido mayor impacto cultural en la era moderna occidental.
3) La categorización lingüística de los pobres… desempleados
Hasta el final de la Edad Media, en el mundo cristiano occidental coexisten dos
grupos sociales de personajes económicamente inactivos: los ricos y los pobres.
Los primeros pueden acceder al cielo dando limosna a los segundos, que sobrevi-
ven gracias a esa práctica de la caridad, en espera de alcanzar el cielo que tienen
prometido, como buenos hijos de Dios y vivas imágenes del Cristo sufriente. En