Editorial UOC 93 Capítulo I. Trabajar en la sociedad...
En los albores del siglo XXI, las tendencias socialdemócratas abarcan un conti-
nuo que se extiende desde el socialismo clásico hasta la “tercera vía”, que com-
parte ciertos valores con el neoliberalismo moderado. Las diferentes orientaciones
tratan de aportar su específica definición del punto de equilibrio que propone
Giddens:
“Una buena sociedad, sea en el ámbito local, en el nacional o en el mundial, es la que
mantiene el equilibrio entre el estado, el gobierno, la sociedad civil y la economía de
mercado. A uno y otro lado, puede haber y hay patologías.”(Guiddens y Hutton,
2000a, pág. 35)
A. Giddens i W. Hutton (2000a). “Conversación con Anthony Giddens y Will Hutton
(pág. 35). En : A. Giddens; W. Hutton (eds.). En el límite. La vida en el capitalismo glo-
bal. Barcelona: Tusquets. (2001).
A esta corriente centrista de la socialdemocracia, uno de cuyos mentores
principales es el propio Giddens y cuyo principal promotor político es Tony
Blair, se le ha colgado incontables etiquetas, entre las que figuran las de socioli-
beraldemocracia, capitalismo socialista, capitalismo con rostro humano, socia-
lismo de mercado, socialismo liberal, socialismo de derecha, liberalismo social,
liberalismo de izquierda, etc.
1.3.2. La controversia ideológica
1) Contrastes generales
El mercado de trabajo es una realidad abstracta, una representación que
adquiere una configuración específica en cada entorno socioeconómico, po-
lítico y cultural. Lo mismo cabe decir a propósito de los esquemas ideológicos
sobre el trabajo y las relaciones laborales, así como de su plasmación práctica.
En efecto, si bien por una parte tanto los modos de pensar como los de actuar
sobre el mundo sociolaboral pueden ser categorizados atendiendo a unas ca-
racterísticas de cada modo específico, que se mantiene relativamente cons-
tante a lo largo del espacio y del tiempo (lo que nos permite hablar, por
ejemplo, de modelos teórico-prácticos de signo neoliberal, neosocialdemó-
crata, etc.), no parece menos cierto que los contextos en que se definen y apli-
can las ideologías y las estrategias permiten distinguir modelos relativamente