Editorial UOC 92 Teoría de las relaciones laborales...
nales, se generará una dinámica económica guiada por la supuesta racionalidad
egoísta individual, en el marco de la libre concurrencia, dentro de un mercado li-
bre de trabas; este hecho redundará, a su vez, en una suma de enriquecimientos
particulares que dará lugar a la riqueza de las sociedades y de las naciones (que,
desde este punto de vista, no son más que meras sumas de individuos). De este
modo, se espera que la creación de empleo sea un efecto derivado del crecimien-
to económico impulsado por el afán de lucro.
Para el liberalismo, el empleo –como el bienestar– no es un derecho con el
que se nace, sino un hecho resultante de lo que cada individuo hace. El merca-
do, en virtud de su intrínseca racionalidad, da a cada cual lo que merece, ya sea
en el terreno del trabajo o en el de la calidad de vida. A diferencia del Estado de
bienestar, que “regala” premios a algunos individuos que, desde este punto de vis-
ta, no los merecen (‘abusadores de la compasión pública’, ‘parásitos del bienes-
tar’, etc.), el mercado aplica una misma justicia distributiva a todo el mundo, que
recibe en función de sus méritos individuales.
2) La vía neosocialdemócrata: el pleno empleo como panacea social
Al igual que el liberalismo, la socialdemocracia es una especie de cajón de
sastre, en el que hay mucho de casi todo. En términos generales, constituye una
corriente dominante en las orientaciones socialistas contemporáneas, de ten-
dencia reformista e interclasista, que trata de combinar los valores de la justicia
y la igualdad con las reglas del juego de la democracia parlamentaria, el plura-
lismo político y la economía de mercado.
Parte de la premisa de que el mercado es una institución que funciona bien
para crear riqueza, pero mal para combatir la pobreza y peor para redistribuir la
renta. En virtud de ello, asume la bandera del sí a la economía de mercado y del
no a la sociedad de mercado; lo que significa que propone una cierta subordi-
nación de la economía a la política y del mercado a la sociedad. Este hecho, a
su vez, suele traducirse en estrategias (neo)keynesianas, que confieren protago-
nismo al estado en la gestión de los asuntos socioeconómicos, especialmente en
contextos recesivos y de crisis sociolaborales.
En este sentido, concibe la función económica de la política estatal como la
del jinete que cabalga sobre el caballo del mercado señalándole el camino y con-
duciéndolo por él, tratando de armonizar intereses individuales y colectivos, de-
rechos comerciales y sociales.