Editorial UOC 87 Capítulo I. Trabajar en la sociedad...
ción) de pactos sociales entre capital y trabajo. Estas versiones moderadas de
la flexibilización tienden a hacer compatibles las nuevas formas de organi-
zación del trabajo con el mantenimiento y la consolidación del sistema del
bienestar. Carnoy, el propio Castells, varios documentos publicados recien-
temente por organismos vinculados a la Comisión Europea y la misma pren-
sa especializada se hacen eco de experiencias, desarrolladas especialmente en
los Países Bajos y en Escandinavia, basadas en pactos tripartitos en los cuales
la parte sindical asume determinadas cláusulas de flexibilidad (contractual,
salarial, temporal, etc.) aplicadas en la periferia organizacional a cambio de
garantías de protección social (asistencia sanitaria, prestaciones por desem-
pleo, jubilación, etc.) para el personal implicado en las operaciones flexibi-
lizadoras.
Dos décadas de apología neoliberal de la flexibilización ofrecen suficiente
perspectiva como para mitigar el ardor generado por esta supuesta panacea y
para asumir la lúcida valoración que de la misma hacen dos schumpeterianos
convencidos –entusiastas de la innovación y optimistas tecnológicos– como son
Freeman y Soete:
“Se han debatido distintos aspectos de la «flexibilidad» y se ha argumentado que un
aumento de la misma puede contribuir positivamente al proceso de ajuste estructu-
ral. Sin embargo, la flexibilidad no es un fin en sí misma y toda economía necesita
un cierto grado de estabilidad. Las infraestructuras físicas y los modelos de asenta-
mientos humanos dan una estructura «vertebrada» a toda economía, sin la cual sería
difícil mantener cualquier modelo estable de crecimiento. [...]
Las instituciones no son una simple fuente de inercia y de resistencia a la novedad,
sino que, paradójicamente, son fundamentales para los procesos de innovación. Una
economía «invertebrada» sería aquella donde crear cualquier expectativa estable re-
sultaría imposible. El problema de la transición de un paradigma tecnoeconómico a
otro no consiste en introducir una flexibilidad infinita, sino más bien en reducir la
rigidez en algunas áreas y aumentar la estabilidad y la rigidez del marco legal en otras,
por ejemplo en relación a la normalización.”
C. Freeman; L. Soete (1994). Cambio tecnológio y empleo (pág. 44). Madrid: Fundación
Universidad-Empresa. 1996.
6) El nuevo aspecto de la organización
Las estructuras organizativas que han hecho historia en el siglo XX están de-
jando el paso a nuevas formas que parecen más adecuadas para afrontar los de-