Editorial UOC 75 Capítulo I. Trabajar en la sociedad...
Lo que cuenta de cara al éxito empresarial, según este modelo, no es el tama-
ño, sino la velocidad de la gestión, tal como reza el título de la obra de Jennings
y Haughyon (2001): “No es el grande quien se come al chico; es el rápido quien
se come al lento”. Hammer y Champy (1994) titulan su propuesta Reengineering
the Corporation y la subtitulan A Manifesto for Business Revolution. Como predica
la contraportada de su segunda edición inglesa, la agilización y flexibilización
de las operaciones es el camino que siguen grandes corporaciones para “salvar
cientos de millones de dólares anuales” y para lograr, de paso, altos niveles de
satisfacción de la clientela.
No se presenta como una receta milagrosa ni como una simple técnica de
adelgazamiento o de recorte de plantillas, sino de reorganización radical del
proceso de trabajo. Su insistencia en que no persigue directamente la elimina-
ción de empleos choca con su reconocimiento de que la aplicación a gran escala
de la reingeniería hará prescindibles más del 20% de los empleos actuales y con
el de otros voceros de la Cruzada de la Productividad, como Tom Peters (1997),
que proclaman abiertamente que la reingeniería está destinada a generar en el
mercado de trabajo de los “cuellos blancos” acorbatados los mismos efectos ca-
tastróficos de destrucción de empleo que ya han tenido lugar en el de los “cue-
llos azules”.
La reingeniería es presentada por Hammer y Champy (1994, pág. 222) en tér-
minos de reinvención y de rediseño radical. Si los inicios de la automatización
en las empresas supone una especie de “asfaltado de los caminos de tierra” (lo
que permite, sencillamente, cometer los mismos errores que en el pasado, pero
más rápidamente), ahora se trata de inventar una nueva manera de hacer las co-
sas: “la reingeniería crea un entorno organizacional, en el cual la jerarquía dismi-
nuye, el personal empleado aumenta sus habilidades y las estructuras devienen
más flexibles”.
Según los autores, la reingeniería es casi una cuestión de vida o muerte; es el
único camino (pensamiento único à camino único: the only way) que permite
a las empresas y a las mismas economías nacionales escapar del desastre. Las que
no profesen esta lógica totalitaria y no la pongan en práctica del modo política-
mente correcto serán expulsadas del paraíso de los negocios. Se trata pues, desde
este punto de vista, de una obviedad invulnerable a la discusión, de una catego-
ría natural, de una especie de imperativo de los signos de los tiempos. Como si
los tiempos fueran absolutamente independientes de las opciones y de las estra-