Editorial UOC 73 Capítulo I. Trabajar en la sociedad...
¿En qué consiste este modelo? Womack y colaboradores (1990), en un estu-
dio promovido y financiado por el IMVP (International Motor Vehicle Pro-
gram), encargado al MIT (Massachussets Institute of Technology) y divulgado
como best seller por el mismo MIT, centran su aportación en el análisis de la na-
turaleza y en la valoración de la relevancia del toyotismo. Los autores anuncian
que el sistema de producción japonés-toyotista (de Lean Production o ‘produc-
ción ligera’) es el modelo que suplantará totalmente al fordismo en el siglo XXI.
Su obra consiste en un examen de los cambios revolucionarios operados a lo
largo de un siglo de industria automovilística:
La primera etapa se caracteriza por el diseño individual y exclusivo de los ve-
hículos, a la medida de las demandas específicas de cada cliente. El producto
sólo puede ser materializado por artesanos de alta cualificación.
La segunda corresponde a la producción en masa fordiana de vehículos es-
tandarizados. Para ello se utilizan piezas intercambiables, montables por em-
pleados poco o semicualificados, apoyados en máquinas, con las que
interactúan en el seno de la cadena de montaje, en un entorno tayloriano,
dentro de una organización rígida y jerarquizada, de forma piramidal, que
conlleva una estricta división entre el trabajo intelectual y el manual.
La implantación del modelo toyotiano de producción racionalizada conlleva
la combinación de un nuevo modelo de gestión empresarial, una nueva forma
de organización de la producción y un nuevo estilo de relación entre proveedo-
res y clientes, así como entre directivos y trabajadores, todo ello acompañado
del recurso a maquinaria sofisticada. El modelo toyotista just in time (JIT) supo-
ne un salto adelante con respecto al angloamericano just in case, al igual que el
modelo fordista industrial lo supone con respecto al modelo artesanal de la pri-
mera generación de la industria automovilística.
En este modelo japonés no se trata fundamentalmente de acortar los plazos de
entrega de los productos, sino de integrar las ventajas respectivas de los dos ante-
riores sistemas de producción: el artesanal, con su ajuste a los gustos y preferen-
cias de los clientes, y el industrial, con sus precios al alcance de la mayoría de
los bolsillos. Asimismo, trata de evitar los inconvenientes de uno y otro: los altos
costes del artesanado y la notable rigidez de la producción en serie. En definitiva,
el sistema justo a tiempo persigue una economía más racional de medios (menos