Editorial UOC 67 Capítulo I. Trabajar en la sociedad...
El término flexibilidad es polisémico. Su significado varía según sus diferentes
contextos de uso. Cada hablante lo aplica retóricamente en función de su códi-
go específico, asociado a sus marcos de referencia teóricos y empíricos. Así,
cuando no se precisa el sentido en que se utiliza, resulta difícil evitar la ambi-
güedad y la consiguiente confusión.
Desde el punto de vista tecnocrático y empresarial, el tópico suele estar inves-
tido de las connotaciones semánticas positivas que adornan la etimología del tér-
mino: flexibilidad remite a la capacidad de un organismo individual o social (una
empresa, por ejemplo) de activar un repertorio de respuestas adaptativas ante las
variaciones de su entorno, para mantener las constantes vitales del medio inter-
no. La flexibilización equivale, por tanto, a un imperativo funcional de la super-
vivencia de la organización. Cuanta más flexibilidad tiene una empresa en todos
los órdenes, mayor capacidad de adaptación se le supone a la hora de afrontar un
medio inestable, agresivo y competitivo. En este contexto, pues, flexibilidad es si-
nónimo de vida y antónimo de muerte de la empresa. Por el contrario, rigidez im-
plica inadaptabilidad, inercia, entropía e inviabilidad empresarial. Flexibilidad es
a la novedad y al progreso lo que la rigidez a la antigüedad y la obsolescencia.
Sin embargo, el término no siempre suena bien para todo el mundo. En boca
de portavoces sindicales o de posturas ideológicamente socialistas, flexibilidad
suele evocar una especie de epidemia que afecta al mundo del trabajo (inestabi-
lidad, precariedad, subempleo y desempleo masivos, crecientes, estructurales y
estructurantes), el borrón por parte del capital de buena parte de las conquistas
sociales y laborales que la lucha de la población trabajadora había logrado escri-
bir en el libro de la historia contemporánea.
En otros marcos de referencia, la flexibilidad es sobreentendida como una
moneda de doble cara:
a) la de la adaptabilidad de la persona empleada a las condiciones de trabajo
que le dicta la organización,
b) la adaptabilidad de estas condiciones de trabajo a las necesidades de cada
persona empleada.
La primera influye decisivamente en la competitividad, viabilidad y sosteni-
bilidad de la empresa; la segunda es un factor determinante de la calidad de vida
laboral.