Editorial UOC 59 Capítulo I. Trabajar en la sociedad...
Veamos cómo tratan el tema algunos de nuestros autores de referencia:
“Durante los últimos años, se ha ido formando un movimiento que incluye numero-
sas organizaciones contrarias al fenómeno de la globalización, que han aprovechado
cualquier reunión internacional de la Organización Mundial del Comercio, del Fon-
do Monetario Internacional, del Banco Mundial, del Foro Económico Mundial de Da-
vos e incluso de la Unión Europea para manifestar su oposición [...] a la globalización.
Estos grupos tienen unos orígenes muy diversos y unos intereses a menudos contra-
puestos. Los forman intelectuales, agricultores, ecologistas, estudiantes, pastores, sin-
dicalistas, ONG y presuntos defensores de los países pobres [...]. Los globófobos nos
dicen que la globalización es mala porque genera desigualdades económicas entre
unos países ricos que cada día son más ricos y unos países pobres que cada día son
más pobres, porque fomenta las dictaduras políticas en perjuicio de las democracias
porque resta poder de los gobiernos y lo da a las multinacionales, porque beneficia a
las empresas en perjuicio de los trabajadores, porque contribuye a la explotación del
trabajo infantil y porque destruye el medio ambiente.”
X. Sala i Martín (2001). Economia liberal per a no economistes i no liberals (pág. 92). Bar-
celona: Pòrtic
“Dentro de esa diversidad, si un rasgo une a este movimiento es tal vez el lema con
el que se convocó la primera manifestacion, la de Seattle: «No a la globalización sin
representación». O sea, que, antes de entrar en los contenidos del debate, hay una en-
mienda a la mayor, al hecho de que se están tomando decisiones vitales para todos
en contextos y en reuniones fuera del control de los ciudadanos.”
Manuel Castells. “Globalización y antiglobalización”. El País (24 de julio de 2001).
La Contraconferencia de la Campaña contra el Banco Mundial, realizada el 23 de junio
de 2001 en Barcelona, aporta argumentos como los siguientes:
“La globalización no nos puede gustar por siete razones diferentes:
1) Permite una actuación absolutamente impune y en muchos casos corrupta de las
empresas transnacionales.
2) Practica permanentemente un comercio injusto para beneficio de aquéllos que im-
ponen los precios y las políticas proteccionistas.
3) Permite que el mundo se haya transformado en un casino, que esté lleno de flujos
especulativos que enriquecen unas poquísimas fortunas en todo el planeta.
4) Ha hecho que los estados renuncien a sus prerrogativas. En primer lugar, a sus pre-
rrogativas como proveedores de servicios sociales y, en segundo lugar, a sus prerroga-
tivas como redistribuidores de la renta.
5) La globalización, aunque no lo parezca, sorprendentemente es intervencionista:
en su enorme proteccionismo tecnológico, en la imposibilidad de que las patentes