Editorial UOC 37 Capítulo I. Trabajar en la sociedad...
fundamento de un modo de estar y de vivir en el mundo, de pensar y sentir la
propia experiencia social, compartido por la gran mayoría de la población urba-
na, integrada por individuos con el mismo estatus social, con supuestamente
idénticos intereses de clase y con objetivos y estrategias más o menos comunes,
según las circunstancias históricas.
Así pues, el trabajo asalariado no se reduce a una simple práctica individual
relacionada con la organización de la subsistencia familiar, sino que llega ser la
institución social fundamental del nuevo modelo moderno de economía indus-
trial, de sociedad industrial y de cultura industrial.
El sistema salarial es el escenario de la experiencia del trabajo y de las relacio-
nes laborales clásicas de la modernidad industrial capitalista. Los cambios que
actualmente se están produciendo en este sistema afectan, por tanto, a la natu-
raleza misma de esta experiencia y de estas relaciones.
Como sugiere Castel (1995), ante la evidencia de un pasado que se desvanece
y la de un futuro más borroso e incierto, urge comprender el presente del mun-
do laboral. Del panorama global actual destacan (además de la mejora en la can-
tidad y en la calidad de numerosos empleos, gracias a innovaciones tecnológicas
y organizacionales, y de la creación de nuevos campos laborales en la produc-
ción y en los servicios) la crisis de la sociedad salarial, el desempleo estructural
y masivo, el empleo precario, el desmantelamiento de dispositivos clásicos de
protección social de la población trabajadora asalariada y, como efecto de todo
ello, la emergencia y expansión de una nueva categoría o subclase social: la
compleja amalgama integrada por personas desempleadas y subempleadas, que
roza los márgenes del sistema, ubicada en los espacios sociales que abarcan la
vulnerabilidad, la indefensión y la exclusión.
Este colectivo no sólo aparece como un problema puntual y local, sino tam-
bién como una amenaza de fractura del mismo sistema social. Por este motivo
constituye lo que Castel denomina el núcleo de la nueva cuestión social.
En suma, el trabajo asalariado, que ha sido el medio universal de inserción
social de las personas y de cohesión de las mismas sociedades, entra en crisis en
la medida en que deja de ser un medio universalmente viable. Si en el pasado
reciente la cuestión social radicaba en la indignidad de la condición salarial, en
el presente se plantea en términos de marginalidad y de exclusión del mismo
estatus salarial.