Editorial UOC 35 Capítulo I. Trabajar en la sociedad...
2) La economización de la sociedad y la mercantilización del trabajo, con-
vertido en valor de cambio, mediante un contrato laboral de carácter público
por el que se establecen las condiciones de la actividad requerida y la contrapar-
tida salarial.
3) La categorización social fundamental entre capitalistas y trabajadores, es
decir, entre propietarios de los medios de producción y proletarios (propietarios
de la fuerza de sus manos).
4) Una mentalidad dominante de tipo economicista, individualista, mer-
cantilista y trabajista, que inspira y legitima la estructura del modelo, al tiempo
que orienta la dinámica de su funcionamiento.
En la fase inicial del camino que conduce desde el rígido sistema sociolaboral
medieval hasta la sociedad salarial del régimen capitalista industrial, predomina
una modalidad de empleo a tiempo parcial, en el marco de una pluriocupación
laboral: muchas familias tienden a dedicar una parte de su tiempo de trabajo a
la autoproducción para el autoconsumo (autoabasteciéndose a partir de la agri-
cultura y la ganadería), reservándose otra para el trabajo por cuenta ajena (he-
teroproducción, en forma de empleo), a cambio de un salario, que aporta recursos
complementarios a la economía familiar.
A partir del siglo XVI, al tiempo que la revolución agraria permite intensificar
el cultivo de los campos, el cercado de los mismos disminuye la zona disponible
para pastos comunes, circunstancia que condena al empobrecimiento progresi-
vo a las familias de pequeños agricultores, que acaban abocadas al estatus social
del proletariado. De esta mano de obra se va nutriendo el trabajo asalariado que,
año a año, ocupa más tiempo en la vida de las personas y más espacio en la de
las sociedades, a la vez que va siendo peor remunerado.
A finales del siglo XVIII, a medida que se va implantando la Revolución In-
dustrial en las sociedades capitalistas, los trabajadores asalariados ya constitu-
yen la mayor parte de la población trabajadora, que lleva hasta el paroxismo la
maldición bíblica del ganar el pan con el sudor de la propia frente.
La modernidad capitalista industrial transforma unas realidades heredadas
de la civilización precedente, confiriéndoles un nuevo significado y sentido,
nuevos valores y funciones: no inventa el mercado, sino que lo instituye como
norma reguladora de la vida económica, sociocultural e interpersonal; no in-
venta el trabajo productivo, sino que lo mercantiliza, hasta el punto de conver-