Editorial UOC 307 Capítulo II. Actores y modelos...
décadas. Algunos autores etiquetan esta convergencia como una “americaniza-
ción” de las relaciones laborales.
4) Estado del Bienestar
Finalmente, el cuarto elemento diferencial es el papel integrador del Esta-
do. En Europa, la integración de las relaciones laborales en el marco de la po-
lítica ha permitido una mejor defensa del Estado del Bienestar, a diferencia
de Estados Unidos. En este último país, las diferencias son mayores entre quie-
nes han contribuido y quienes no han podido contribuir a los sistemas de pensión.
De hecho, los sistemas de pensiones están orientados según la responsabilidad in-
dividual y privada. En las últimas décadas están adquiriendo importancia las
fórmulas de participación de los trabajadores en el capital de la empresa, la
codecisión en la gestión de los fondos de pensiones y el fondo de inversión
sindical.
Por el contrario, en Europa la orientación de las políticas de bienestar es fun-
damentalmente pública (aunque en los últimos años se impulsan sistemas pri-
vados complementarios). Las diferencias sociales en Europa occidental son
menores, a pesar de que en las últimas décadas se han erosionado las prestacio-
nes de tales derechos y se han endurecido los mecanismos de acceso a los mis-
mos. Algunos estudios comparados, como el realizado por un equipo dirigido
por Brugiavini (2001), ponen de relieve la “estrecha correlación entre afiliación
sindical y la generosidad del Estado del Bienestar en tres factores de riesgo: pen-
siones de jubilación, enfermedad y desempleo”. Así, el gasto social medido
como porcentaje del PIB y el número de personas que recibe pensiones del Es-
tado (incluyendo a quienes no tienen vínculos con el mercado de trabajo) es
muy superior en los países escandinavos, donde la tasa de afiliación es muy alta
a causa del sistema Ghent (por el cual la financiación del gasto corre básica-
mente a cuenta del Estado). Un segundo grupo lo forman los países del sistema
bismarkiano de Seguridad Social (que reparte las cargas del gasto social a tres
bandas: trabajadores, empresarios y Estado). Estos países de tradición socialcris-
tiana y socialdemócrata son algo menos generosos con el Estado del Bienestar.
En tercer lugar, tenemos el grupo de países anglófonos, de tradición liberal, que
son muy poco generosos (especialmente Estados Unidos), tanto en el gasto so-
cial como en el porcentaje de personas cubiertas por pensiones de jubilación,
enfermedad y desempleo.