Editorial UOC 258 Teoría de las relaciones laborales...
8.2.2. La acción colectiva de los empresarios
El debate sobre la lógica de la acción colectiva de los empresarios como em-
pleadores y emprendedores (cuadrantes c y d, respectivamente) ha estado mar-
cado por la diferencia que existe en relación con la acción colectiva de los
sindicatos. En esencia, la diferencia entre las dos lógicas de la acción colectiva
es el poder estructural que tienen las asociaciones empresariales
Las asociaciones empresariales disponen de una estructura más compleja y
menos articulada que la de los sindicatos. La tesis más conocida sobre las dife-
rencias en las dos lógicas de la acción colectiva es la de Offe (1992), que pone de
manifiesto el distinto significado y los problemas que tiene la mediación entre
la organización y sus representados en las organizaciones sindicales y empresa-
riales. Podemos hablar de dos lógicas de la acción colectiva: la lógica empresarial,
de carácter monológico, y la lógica sindical, de carácter dialógico.
a)Lógica empresarial (monológica). La diferencia fundamental es que las orga-
nizaciones empresariales tienen que representar intereses materiales, económicos
y políticos que garanticen la obtención de una determinada tasa de beneficios. El
principal factor en torno al cual se aúnan los intereses empresariales son los costes
laborales, como por ejemplo los salarios, los costes de la Seguridad Social y las
políticas de empleo. Otro motivo, más general, es la demanda de garantías para
la obtención de un determinado nivel de beneficios. En este sentido, se puede de-
cir que la lógica empresarial es monológica por cuanto sus intereses se concretan,
en el plano económico, en determinadas exigencias que pueden contribuir a la
unificación de los mismos.
Teniendo en cuenta estos objetivos prioritarios, la forma de mediación entre
la organización empresarial y las empresas se hace menos compleja que la de los
sindicatos. Las asociaciones empresariales median entre organizaciones, y no
necesitan movilizar ni crear conciencia, ni un sistema continuo de consulta con
sus bases como el que necesitan los sindicatos. Las empresas no precisan recurrir
continuamente a consensuar sus planes de acción. Lo importante es que las aso-
ciaciones empresariales pugnan política y económicamente para que se den las
condiciones necesarias para la “eficiencia del capital”, es decir, con el fin de
mantener las expectativas de rentabilidad, beneficios e inversión. En este senti-
do, los intereses generales empresariales son relativamente “homogéneos”, al