Editorial UOC 187 Capítulo I. Trabajar en la sociedad...
El eslogan “flexiseguridad”, anclado en el argot oficial de los documentos de
la Comisión Europea, supone, de hecho, una toma de posición ante el debate
ideológico fundamental en torno a si existe un único camino hacia el futuro so-
ciolaboral, el definido por el “pensamiento único”: The only way = The american
way; es decir, la reorganización permanente del trabajo según el modelo neoli-
beral de la flexibilización, que significa para la población trabajadora un sistema
de alto riesgo, que conlleva “la libertad de la inseguridad” (Beck, 1999). En el
marco europeo, en los últimos tiempos, se están explorando vías alternativas de
capitalismo flexiseguro. Es el caso de lo que se viene llamando la vía holandesa, en
la que se combinan múltiples medidas de flexibilización temporal, salarial, fun-
cional, etc. con otras de minimización del riesgo para el personal, como la firma
de convenios colectivos, el refuerzo de medidas de protección social para los tra-
bajadores y la instauración de un sistema de pensiones de jubilación para todos,
desvinculado de las condiciones laborales y de las características contractuales
de cada caso particular.
4.2.3. Cambio 2
En el debate contemporáneo sobre el trabajo, llama la atención la relativa
escasez de propuestas alternativas radicales al respecto, tal vez por la dificultad
de plantearse preguntas nuevas y originales. Beck (1999) sostiene que el traba-
jo ha llegado a constituir un referente social, político, ideológico, moral y cul-
tural tan central que impide imaginar un sistema estructurado en torno a otro
principio vertebrador: “una sociedad sin trabajo parece una sociedad sin refe-
rente”. En efecto, la sociedad del trabajo, genial invento de la burguesía, ha
logrado no sólo generar riqueza y combatir de modo relativamente eficaz la
pobreza, sino que, además, ha construido un sólido orden social, político y
cultural basado en la adscripción de cada cual a un puesto de trabajo. Es en el
contexto de la institucionalización de la norma universal del empleo que el
desempleo y el mismo subempleo emergen como problemas de primer orden.
Este imperialismo ideológico del trabajo, que ha colonizado todos los rincones
de la existencia humana, induce a pensar que no hay nada sustantivo más allá
del mundo del trabajo.