Editorial UOC 185 Capítulo I. Trabajar en la sociedad...
Críticas
Las fórmulas del reparto del trabajo no convencen a economistas neolibera-
les como Xavier Sala (2001):
“El hecho de que el trabajo sea un bien escaso no significa que sea un bien ‘no repro-
ducible’. Es decir, a diferencia del carbón o del petróleo, los puestos de trabajo se pue-
den crear y esto es lo que deberíamos intentar [...]. De la misma manera que dividir
los pisos sería una mala solución al problema de la escasez de viviendas, la división
de los puestos de trabajo sería una mala solución al problema del desempleo. Lo que
hay que hacer es eliminar las leyes y regulaciones que oprimen a los mercados, poner
las condiciones necesarias para que las empresas inviertan en la creación de nuevos
edificios y nuevos puestos de trabajo [...].
La reducción de la jornada laboral sólo reduce el desempleo en las estadísticas. Ima-
ginemos que Juan y Josefina trabajan 40 horas, mientras que Manuel y Mercedes no
trabajan. El desempleo es del 50% de la población. Si introducimos una medida según
la cual todos pasen a trabajar 20 horas, las estadísticas oficiales mostrarán que el des-
empleo pasa a ser cero. Sin embargo, en realidad, lo que sucederá es que toda la po-
blación estará ‘medio desempleada’, por lo que el desempleo real sigue siendo del
50%. Los ‘medios puestos de trabajo’ que han ganado Manuel y Mercedes son exac-
tamente los que han perdido Juan y Josefina. Pero dado que estas horas ‘perdidas’ no
son contadas por las estadísticas, el desempleo oficial ha bajado a pesar de que el des-
empleo real no ha variado en absoluto [...].
La jornada de 35 horas [...] representa un engaño para los trabajadores. Se nos dice
que, con esta medida, podremos trabajar menos horas y cobrar lo mismo (‘mejor ocu-
pación’, rezaba la pancarta). Esto tampoco es cierto. Cuando las empresas vean que
tienen que pagar lo mismo que pagaban por un trabajador que ahora trabaja menos,
no les cuadrarán los números, ya que los costes les habrán aumentado. Por un lado,
las empresas que no están compitiendo en el mercado europeo subirán los precios, lo
que reducirá el poder adquisitivo de los trabajadores. Los salarios efectivos, por lo tan-
to, habrán bajado aunque los salarios nominales no cambien. Por otro lado, están las
empresas que no pueden subir los precios, ya que la competencia internacional no lo
permite. Algunas de estas empresas se vrán obligadas a cerrar, el desempleo aumen-
tará y los trabajadorea volverán a perder [...].
En resumen, la reducción de la jornada laboral es una tomadura de pelo estadística
que no favorece a los trabajadores y que quizá se está proponiendo de una manera
prematura.”
X. Sala i Martín (2001). Economia liberal per a no economistes i no liberals (págs. 208-213).
Barcelona: Pòrtic.