Editorial UOC 173 Capítulo I. Trabajar en la sociedad...
¿Nos hemos refugiado resignadamente en el cuarto de estar del empleo, por-
que hemos dejado de alimentar la sospecha (acaso ilusión, semántica del deseo)
de una existencia verdadera (hecha de árboles y enredaderas y geranios), tras
una barrera invisible –nuestro obstáculo epistemológico–, que nos impide pensar
un ecosistema distinto del configurado por cuatro paredes, un sofá, una tele y un
azucarero?
4.1. La civilización del trabajo en la encrucijada
En el umbral del tercer milenio, el trabajo sigue funcionando como una ca-
tegoría a priori de la mente social –como el tiempo en Kant–, es decir, como algo
que está ahí, preexistiendo a toda experiencia. El empleo sigue gozando del es-
tatus de hecho social total (Meda, 1995), ejerciendo como panacea universal (vía
de inclusión, cohesión e integración social, política, cultural y económica, con-
dición indispensable para la calidad de vida y el bienestar psicológico). Las cues-
tiones planteadas en torno al mismo (subempleo y desempleo) aparecen como
grandes males emananados de la Caja de Pandora.
La institución social del empleo, en el contexto del capitalismo flexible, in-
formacional y global, pasa por una múltiple crisis, en la que destacan los si-
guientes aspectos:
1) La tradicional cuestión de las relaciones laborales, concerniente a la redis-
tribución social de los beneficios del trabajo. La eterna explotación del trabajo
por parte del capital.
2) La vieja cuestión de las condiciones de trabajo, asociada a la calidad de
vida laboral.
3) La crónica cuestión de la falta estructural de oportunidades de empleo, es
decir, el problema del desempleo.
4) La nueva cuestión de la inestabilidad del empleo disponible, en forma de
subempleo y de precarización de la vida laboral en general.
La primera de las cuestiones se ha agudizado (después de un periodo de rela-
tiva calma, dominado por el pacto social capital-trabajo), con la individualiza-
ción del trabajo y de las relaciones laborales.