Editorial UOC 163 Capítulo I. Trabajar en la sociedad...
la realidad. En el plano cognitivo, la asunción de la incertidumbre conlleva la de la
impredictibilidad. En el emocional, la de la inseguridad comporta la de la in-
contrabilidad. La impredictibilidad y la incontrabilidad experimentadas y perci-
bidas son un importante factor de riesgo de la experiencia psicológica de la
indefensión.
Vivir el duelo por la muerte simbólica de la estabilidad y sobrevivir bajo el
imperio de la inestabilidad es lo que define la aventura humana y laboral de
principios de milenio en las sociedades económicamente desarrolladas. Las
personas trabajadoras normales parecen estar condenadas por sus circunstan-
cias sociohistóricas a pasar por unas relaciones laborales y por una experiencia
de trabajo en un espacio inseguro y en un tiempo incierto; esto es, a guiarse
por un principio de realidad dominado por la conciencia de la vulnerabilidad.
Es el peaje que les impone la lógica del capitalismo flexible, informacional y
global.
El síndrome 11 de septiembre se caracteriza, pues, por la perplejidad, el des-
concierto, el vértigo, el horror y el pánico ante el vacío de un mundo sin sus
Torres y de un cielo sin su “línea”. La diferencia entre el 12 y el 10 de septiembre
es la nueva convicción y el nuevo sentimiento de que, en cualquier día y en
cualquier lugar, puede ocurrir otro 11-S. El impacto de este acontecimiento trau-
mático es la ambivalencia ante el futuro y ante el pasado, que induce a la vez a
la memoria y al olvido, que condena a vivir bajo el peso del recuerdo y con la
presión a borrarlo, para afrontar un futuro con más esperanza en el paraíso que
con miedo al Apocalipsis.
En el mundo laboral se vive el síndrome que comentamos desde varios años
antes de que éste se convirtiera en realidad y en metáfora en la ciudad de Nueva
York. Las numerosas experiencias relacionadas con la precariedad del empleo
que acabamos de describir en apartados anteriores dan cuenta de que no hay
más cera que la que arde ni mucho más trabajo que el desechable; en definitiva,
de que no existe ningún refugio laboral seguro. El 11 de septiembre es la catástro-
fe social confirmatoria de que estamos viviendo en lo que Beck (2002) denomina
sociedad del riesgo global.23
23. Batllori plasma este nuevo panorama en una viñeta donde un hombre de piel blanca en pie y
encorbatado dialoga con otro de piel negra desnudo y postrado. “Tengo hambre” declara éste, a lo
que aquél, angustiado, responde: “me siento inseguro”. La Vanguardia (28 de octubre de 2001),