Editorial UOC 147 Capítulo I. Trabajar en la sociedad...
peñada en frenar la desaceleración del aumento de la cotización de sus ac-
ciones en la bolsa: “Después de un shock inicial por la pérdida de empleo,
alguna gente transforma esta experiencia en una oportunidad para reeva-
luar sus metas vitales”, proclama un ciudadano optimista en una carta al
director del NYT. Pero cuando el lector espera alguna especie de propuesta
creativa de revolución filosófica o de conversión vital en la persona des-
empleada, se encuentra con la tópica sugerencia de que cada cual puede
convertirse en empresario de sí mismo o bien dedicarse a remozar su cu-
rrículum para buscar un nuevo empleo en el sector emergente de las TIC.
Envejecimiento social. Un profesional confiesa que “en el mundo de la pu-
blicidad, después de los treinta, estás muerto. La edad es una asesina”
(pág. 97). Una mujer, de 42 años, despedida por ser demasiado “vieja”
para su trabajo como secretaria, cuenta cómo, en una entrevista ocupa-
cional, le han transmitido los peores augurios sobre su futuro profesional
como secretaria, dada su “edad”, a pesar de ser evaluada como “perfecta”
en su trabajo. Se le vaticina que, en el mejor de los casos, encontrará un
mal trabajo por poco dinero y para un corto tiempo.
Hiperrealismo trágico. “Nosotros somos algo más realistas en nuestras me-
tas que nuestros padres. No podemos llegar a ser nada y no deseamos na-
da”. (pág. 169)
Desencanto. “Creo en el sueño americano. Creo que se está desvanecien-
do”. (pág. 94)
El mundo es injusto. Una trabajadora social ha sido despedida de un centro
público donde estaba empleada porque su sueldo ha sido absorbido para
financiar el del aumento de su jefe, que acaba de ser promocionado. Y
dice no entender por qué, después de haber estudiado y trabajado como
debía, se ve abocada a esta situación: “No se suponía que estuviera donde
estoy. Hice todo lo que se suponía que tenía que hacer...” (pág. 264). Es
la típica situación por la que atraviesa numeroso personal contratado en
servicios públicos con presupuesto congelado, desempeñando tareas
como pseudofuncionarios precarios y baratos, tristemente tópica a ambos
lados del Atlántico... y del Pacífico.