Editorial UOC 134 Teoría de las relaciones laborales...
su sociedad de referencia; los “trabajadores desprotegidos” en Europa, cuyo sa-
lario o dedicación está por debajo de las condiciones exigibles para recibir todas
las contraprestaciones de la Seguridad Social, etc.).
Tezanos (1999) y Moreno (2000) asocian precariedad a déficit de ciudadanía
social. Por su parte, Castells (1997-2000) y Carnoy (2000) observan que la pre-
carización no sólo afecta a la mano de obra menos cualificada, sino que se ex-
tiende también hasta la nuclear, afectando especialmente a los trabajadores más
antiguos, altamente cualificados y bien remunerados de la generación de entre
cuarenta y cincuenta años (que tienden a ser sustituidos por jóvenes peor paga-
dos). Estos “viejos”, al ser despedidos en un periodo productivo de su carrera labo-
ral, no sólo ven truncada su movilidad ascendente, sino que suelen encontrarse
cada vez con mayores dificultades para recolocarse, obviamente en puestos de me-
nor categoría y de salario inferior.17
A este respecto, el New York Times editorializa, ya en 1996, sobre esta cues-
tión. Desde entonces, y especialmente después de la crisis del 11 de septiembre,
la relevancia social del tema no ha dejado de crecer.18
Las nuevas formas de organización basadas en la reingeniería de los procesos y en
las “dietas adelgazantes” de personal fundamentan su supuesta legitimidad en una
especie de determinismo tecnológico (Peters, 1997, pág. 161), en virtud del cual este
modelo de cambio organizacional se convierte en el único camino, por lo que sus
eventuales efectos colaterales son (naturalmente) inevitables, obviamente lamenta-
bles (si bien, ¿qué se le va a hacer?), en conjunto irrelevantes y en ningún caso im-
putables propiamente al modelo en sí. Hammer y Champy (1993) prometen “hacer
más con menos”, en aras de la competitividad y de la productividad. En algunas
ocasiones, sin embargo, se trata sólo de hacer lo mismo con menos, lo que podría
tener algún sentido empresarial. En otras, como se suele reconocer, las panaceas re-
ingenieriles y dietéticas pueden acabar haciendo menos con menos o incluso peor
con menos, con lo que se habría sacrificado en el intento fallido a numerosos em-
pleados competentes y comprometidos con la organización o a equipos que fun-
17. “Mi abuelo se jubiló a los sesenta y cinco, a mi padre lo prejubilaron a los cincuenta y dos y
yo, como no espabile, ya seré demasiado viejo para mi primer empleo”. (Viñeta de Romeu. El
País, 5 de mayo de 2000).
18. “Aumentar los beneficios mediante la reducción de plantilla fue fácil; lo único que tenían que
hacer los ejecutivos era reducir la tensión causada por los despidos.” G. William Dauphinais, de
Price Waterhouse. Citado por T. Peters, 1997, pág. 19.