Editorial UOC 131 Capítulo I. Trabajar en la sociedad...
de acuerdo con la lógica mercantil, disfruta/padece del correspondiente subempleo,
subsalario, subcontrato y subtrato organizacional.
Las fronteras entre el subempleo y el desempleo aparecen cada vez más borrosas,
especialmente a escala global, ya que incluso dentro de ciertos países económica-
mente avanzados, algunos “trabajadores pobres” están por debajo del estatus eco-
nómico que tienen asignado, en otros, los desempleados socialmente protegidos.
A ello cabe añadirle la ambigüedad de las posiciones ocupadas, por ejemplo, por
el personal prejubilado, demasiado joven para la jubilación propiamente dicha, de-
masiado viejo para el reciclaje profesional; por ciertas personas jóvenes con especia-
les dificultades de inserción en el mercado de trabajo por déficits en educación y en
cualificación; por mujeres de mediana edad, en desempleo crónico y con proble-
mas de armonización de sus respectivos roles sociales, domésticos y laborales, o por
personas inmigradas ilegales (que no pueden acceder a un empleo regular por no
tener “papeles” y que no pueden obtener estos dichosos papeles por carecer de un
contrato laboral), tratadas como mercancía barata en el mercado laboral irregular.
En muchas de estas situaciones se dan combinaciones de subempleo, desempleo y
paraempleo. En cualquier caso, el crecimiento del polo inferior de la escala laboral,
en el que se ensamblan subempleo y desempleo, abre un nuevo frente de neopo-
breza y de exclusión social, como apunta el Primer informe sobre cohesión económica
y social de la Comisión Europea (1997).
2.2.4. Precarización del trabajo
Mingione (1991), en su estudio sobre las sociedades fragmentadas, dedicado a “la
vida económica más allá del paradigma del mercado”, critica la insuficiencia del ar-
caico constructo empleo para dar cuenta de la pluralidad de formas contemporáneas
de actividad laboral, que ubica en un universo tetradimensional definido por los si-
guientes ejes de coordenadas: legal-ilegal, formal-informal, público-privado y mo-
netario-no monetario. Obviamente, el empleo fordista abarca un ámbito limitado
de este panorama.
“Salimos de la sociedad del trabajo sin remplazarla por ninguna otra. No sabemos
cómo nos sentimos, nos aprehendemos a cada uno de nosotros como desempleado
en potencia, subempleado en potencia, precario, temporario, de tiempo parcial en
potencia. Pero lo que cada uno de nosotros sabe no se vuelve todavía [...] conciencia
común [...] de que la figura central y la condición normal [...] no son más las del tra-