Editorial UOC 119 Capítulo I. Trabajar en la sociedad...
“Como guinda de la argumentación, ahí está el extenso y sobre todo heterogéneo
coro de quienes proclaman elfin del trabajo (Drancourt, 1984; Rifkin, 1996), el
colapso del trabajo(Jenkins y Sherman, 1979), laextinción del trabajo(Meda,
1995), lacrisis del trabajo(Bidet y Texier, 1995), la ‘aporía del trabajo (Barel, 1984),
la ‘degradación del trabajo (Braverman, 1974), la ‘alergia altrabajo, (Battaglia, 1980), la
‘desafección del trabajo (Gorz, 1997), elfin de la sociedad basada en el trabajo
(Häbermas, 1984. 1988), elfin de división del trabajo (Kern y Schuman, 1989), la
‘muerte del hombre organizacional (Bennet, 1990), la ‘muerte del empleo (Godet,
1994), el ‘fin del empleo de jornada completa, para toda la vida, para todo el mun-
do (Aznar, 1990), el ‘futuro con déficit de empleo (Aronowitz y Di Fazio, 1994), el
adiós a la fábrica(Milkman, 1997), eladiós al proletariado (Gorz, 1981), al ‘tra-
bajo asalariado (Gorz, 1991) y a la ‘sociedad salarial(Gorz, 1997), la ‘degradación
de la condición salarial y el ‘incremento de la inempleabilidad (Castel, 1995), etc.
El eco de estos cantos de sirena genera la ilusión de un sólido consenso interdiscipli-
nar y transideológico. Su consiguiente transformación en realidad palpable e incues-
tionable alimenta la creencia en que, por primera vez desde la conquista del fuego, se
está imponiendo un paradigma productivo que permite el crecimiento económico
con menos empleo necesario. Lo cual supone no sólo la ruptura de la tradicional
ecuación crecimiento-empleo; sino incluso su inversión radical.”
J.M. Blanch (2001). “Empleo y desempleo. ¿Viejos conceptos en nuevos contextos”
(pág. 38). En: E. Agulló; A. Ovejero (coords.). Trabajo, individuo y sociedad. Madrid:
Pirámide.
b) Optimismo económico. Desde esta óptica, se reconoce de entrada que la in-
formatización de las oficinas y la automatización de las fábricas determinaría –
si se mantuvieran constantes todas las demás variables– una reducción de la
cantidad de trabajo necesario, lo que, a su vez, incidiría negativamente en el vo-
lumen de empleo. Sin embargo, se afirma que este modelo lineal, que traduce
automáticamente toda disminución del espacio y del tiempo requeridos para la
producción en una minimización del volumen de puestos de trabajo y de la tasa
de empleo, desconsidera la complejidad de la relación entre innovación tecno-
lógica y dinámica del empleo, que se desarrolla en un marco en el que juegan
papeles decisivos factores como las políticas económicas y las estrategias orga-
nizacionales.
“El supuesto de que todo ahorro de trabajo conlleva destrucción de empleo ignora
los efectos compensatorios inherentes al progreso tecnológico: las TIC afectan a
todo tipo de actividades y pueden crear nuevas oportunidades de inversión en to-
dos los sectores económicos. El verdadero impulso económico de un nuevo para-
digma tecnológico no viene dado por los nuevos productos y servicios que genera,