Editorial UOC 117 Capítulo I. Trabajar en la sociedad...
mediante la simplificación, agilización y abaratamiento de procesos, de impulso
al desarrollo de nuevas áreas de producción y de servicios, de posibilitación de
estructuras reticulares para todo tipo de organizaciones y también de flexibili-
zación del tiempo laboral y cotidiano.
En cuanto a la relación concreta TIC-empleo, se da por supuesto que se de-
sarrolla en el marco de un complejo sistema de interacciones protagonizadas
por factores de orden económico, tecnológico, político, geoestratégico, jurídico,
sociocultural e ideológico. También existe consenso en torno a la idea de que
influyen sobre la cantidad, la calidad, la cualificación, la ubicación geográfica y
sectorial, la naturaleza, la estructura y las modalidades del empleo. Se asume asi-
mismo que el impacto de las tecnologías de la información y de la comunica-
ción sobre el empleo puede ser estudiado desde múltiples niveles de análisis
(personal, organizacional, estatal, local-global, etc.), atendiendo a diferentes
horizontes temporales (corto, medio o largo plazo) y a partir de distintas pers-
pectivas. Desde un punto de vista empírico, se contrasta datos concernientes a
creación-destrucción de empleo neto, así como a desplazamientos y compensa-
ciones intersectoriales, internacionales o intergeneracionales. Desde un ángulo
teórico, se discute si la destrucción de puestos de trabajo queda compensada por
efectos de regeneración y de transformación en el tiempo o en el espacio, así
como sobre las variables que los modulan.
2) Posicionamientos concretos diferenciados
El tema de la relación TIC-empleo suscita una pluralidad de puntos de vista,
que se extienden a lo largo de un continuo bipolar:
a) Pesimismo tecnológico. Se fundamenta en un doble argumento empírico y
lógico: Por un lado, se observa que las TIC destruyen un gran volumen de em-
pleo en el macroámbito de los servicios, en numerosas funciones que conllevan
operaciones repetitivas y que son susceptibles de organización reticular. Y, por
otro, se asume con Rifkin (1996) la impresión de que se ha tocado techo en
cuanto al empleo generable en los sectores económicos primario, secundario y
terciario y de que no se vislumbra un cuaternario capaz de absorber los puestos
de trabajo destruidos en los tres anteriores por el efecto TIC. Supuesto, pues, que
ya no quedan sectores-refugio de empleo seguro, capaces de absorber lo liquida-
do por la innovación tecnológica, sólo se reconoce la existencia de reductos,