“La expresión es la acción
de manifestar el pensamiento
por medio del lenguaje”
(Pierre Guiraud).
Con los preparativos adelantados para la gran proeza mental de escribir, tal vez ya estamos en condiciones de avanzar y concretar la tarea de producción. ¿Que aún no estamos listos? Bueno, prosigamos en el punto en que nos encontremos o iniciemos el recorrido que dará forma a la expresión de nuestro pensamiento, nuestras opiniones y cuanto queremos comunicar mediante la escritura. No dudemos. Muchas cosas se arreglan por el camino. Sentémonos en las playas aireadas de la creación de nuestros propios escritos.
En esta parte -la composición textual- abordamos el proceso de escribir en su totalidad, desde que la mente entrega los contenidos, claramente concebidos y organizados, desde cuando ella misma selecciona los medios de expresión, hasta cuando pasa al acto de dar forma al mensaje en la cadena de palabras y frases. Esto significa aplicar acciones y estrategias para poner por escrito pensamientos, ideas, emociones, sentimientos, sensaciones, órdenes, etcétera, en un proceso comunicativo, según el plan ya concebido.
Por otro lado, al culminar el proceso de escritura de un texto, es necesario volver la mirada a atrás para examinar con cuidado el camino recorrido, las tareas realizadas y los productos logrados, a fin de saber si obtuvimos lo que queríamos. Entonces, es necesario aplicar una revisión y una evaluación, para determinar qué cambios hacer, si es que se necesitan, y reelaborar el escrito.
Las preguntas más importantes que guían el capítulo son: ¿qué implica la composición de un texto? ¿Qué comprende la redacción? ¿Cómo son los párrafos y oraciones? ¿Qué aspectos gramaticales y lexicales hay que cuidar? ¿Qué comprende la revisión de un texto?
Terminado el aprestamiento y ya en el proceso de producción, el escritor se encuentra con la composición del texto. Para ella, es necesario que ponga a su disposición todos los elementos, estrategias, recursos y materiales previstos, con el fin de ejecutar las tareas requeridas. Lo cual quiere decir que al momento de componer texto se debe consultar la carta de navegación que es el plan global ya proyectado. Junto a todo esto, está la información, que puede estar registrada en fichas, hojas sueltas, cuadernos, en el computador o en otro medio tecnológico. Así sabremos hacia dónde marchar, y nos sentiremos con la seguridad suficiente como para tomar el volante, pisar el acelerador, avanzar o parar.
Nuestra mente trabajará con mayor tranquilidad y mayor productividad si se apoya en ese cúmulo de ideas, información y demás elementos que previamente hemos trabajado y organizado. Sin embarro, esto no quiere decir que nos atemos a los esquemas o planes ya elaborados, no. Todo el material que hemos producido en la etapa previa es para la labor de componer, la cual exige una mente libre, responsable, creativa, imaginativa, flexible y dispuesta a lo nuevo, al reajuste, al cambio. En otras palabras, pongamos a nuestro servicio el material de preparación, usémoslo para escribir y no para esclavizarnos a nosotros mismos.
Dentro de esta flexibilidad, es importante no perder de vista nuestra meta: crear, producir un texto escrito articulado, coherente, cohesionado, con unidad y portador de la información de la cual queremos que sea portador. En este punto es útil la comparación con la construcción de una casa, bajo la orientación de su diseñador, el arquitecto. Aquí el escritor es justamente como el arquitecto que diseñó la obra y se encuentra ejecutándola. Trata de consolidar las estructuras y sus conexiones, da forma a la obra, mezcla o combina ingredientes, rellena, coloca puertas y ventanas, orienta los acabados, revisa, corrige, adorna, compara con los planos, etcétera.
Así es el escritor. Ha concebido el plan de su texto y ha preparado el material con las ideas, con la información. Tiene ya los ingredientes. Ahora está en la ejecución. ¿Cómo proceder? Lo primero que debe pensar es que el texto no es como arrojar cosas en montón, como salgan. No es escribir y lanzar ideas sin más. Tiene que buscar la arquitectura del texto, dándole sentido según su propósito, buscando construir las estructuras globales y llegar a los detalles menores, siempre viendo la totalidad.
El texto surge armónicamente en el desarrollo del tema con las ideas o la información que se pone por escrito. Su van configurando unas partes visibles y unas partes subyacentes, invisibles. Se supone que este crecimiento se da a partir de lo que teníamos pensado. Imaginemos la figura natural de un árbol frondoso que crece y se desarrolla, para explicar cómo surge el texto y cómo aparecen, se concretan y se jerarquizan sus partes, cómo se relacionan con detalles menores, y cómo todo se constituye una unidad global. Por ejemplo, volvamos a la figura arbórea de la página 183 del capítulo quinto, donde se representa la macroestructura del texto “La vida en el mar” (Cf. p. 198). Como el árbol, el texto se sustenta en el núcleo temático central que se desarrolla en núcleos y subnúcleos, y éstos en nociones, conceptos o ideas más detalladas que conducen finalmente al todo. Diríamos que son como las partes invisibles que constituyen la red semántica del texto.
Así como en la construcción de la casa, el arquitecto busca estructuras sólidas, y así como en el árbol la naturaleza hace que las grandes y pequeñas ramas se sostengan con solidez del tronco y la raíz, así mismo nuestro texto debe afianzarse en una buena coherencia interna. Es decir, es necesario irle dando solidez y lógica a la secuencia de nuestro pensamiento y sentido a la totalidad. No deben quedar ruedas sueltas, o eslabones perdidos. No hay que salirnos del camino o sea del tema, ni hacer saltos al vacío, cual si nos accidentáramos en el viaje. Sin embargo, si esto no resulta de momento, seguramente se dará a la hora de la revisión.
La escritura del texto está conformada por partes visibles: divisiones y subdivisiones que pueden corresponder a títulos, subtítulos, capítulos, apartados, párrafos, frases, oraciones y palabras, que se articulan en todo el escrito, igual que el árbol cuyos troncos sostienen todo su follaje. Los componentes visibles del texto le dan organización y secuencia. Estaríamos hablando de la superestructura del texto escrito que se basa en la organización y ordenamiento de las partes y su secuencia. Cada tipo de texto escrito tiene una superestructura propia, como el cuento que se basa en una estructura narrativa, en que se distingue la iniciación, una complicación o nudo, la tensión o conflicto, y el desenlace o final (Cf. p.238).
El texto “La vida del mar” es un artículo científico (Cf. p. 198), con cierta orientación didáctica, que comienza llamando la atención sobre el tema con su título, enumerando y definiendo los tres tipos de vida en el mar. En casi todo el escrito predomina el esquema expositivo (con elementos descriptivos) mediante la presentación ordenada de los aspectos temáticos que cubren la vida en el mar. Culmina con una frase de aplicación en el ser humano. Es de saber que cualquiera que sea el género o el tipo de un escrito siempre es importante que tenga un comienzo o encabezamiento, un desarrollo y una culminación.
Así como dijimos que no es lo mismo escribir que componer, tampoco es igual componer que redactar. En su orden, escribir es un acto de creación con un propósito comunicativo (Cf. p.156 y ss) e implica planear, componer y revisar. Componer comprende un proceso de construcción de texto, apoyado en distintas tareas y estrategias, entre las cuales se cuenta la de redactar. Por tanto, composición se asocia a la configuración de texto en el sentido que le hemos dado en este libro (Cf. p.163). Redactar es dar forma escrita a las ideas previamente preparadas por la misma persona o por otra, lo cual nos conduce directamente a la codificación por medio de la lengua escrita.
Como se saca en claro, para componer texto es indispensable también aprender a redactar, acción de sutil y delicada carpintería, cuya materia prima es la lengua. Fernández de la Torriente (1975) concibe el redactar así:
Redactar, que etimológicamente significa poner en orden, consiste en expresar por escrito los pensamientos previamente ordenados. Su propósito es combinar palabras, frases, oraciones, cláusulas, párrafos y textos, para expresar las ideas ya elaboradas, de manera que se produzca un todo correcto, grato y armonioso, capaz de ser debidamente comprendido.
Para la redacción, el escritor necesita acciones o tareas como las siguientes, de las cuales hablaremos más adelante:
Dentro de las orientaciones de la lingüística del texto, se ha planteado la necesidad de abordar la oración como perteneciente a una totalidad mayor, es decir, el texto. Ahora bien, en el desarrollo del discurso escrito, es necesario distinguir, además, una unidad inmediatamente superior a la oración y tan importante como ésta, el párrafo. Un párrafo es la secuencia organizada de oraciones con cohesión y coherencia, debidamente conectadas, para la expresión de una idea o pensamiento unitario. De acuerdo con este concepto, las características del párrafo se sintetizan así:
En general, se distinguen dos clases de párrafos: informativos y funcionales. Son informativos aquellos que sustentan y desarrollan el contenido del discurso (conceptos, ideas, datos, etcétera). Los párrafos funcionales, en cambio, tienen como oficio relacionar lo que dicen unos párrafos informativos con otros.
La estructura de los párrafos informativos se fundamenta en que poseen una sola idea temática, y en que ésta es sustentada por varias ideas de desarrollo. La idea temática suele estar señalada por una oración, llamada oración directriz. Las oraciones que expresan las restantes ideas son oraciones de desarrollo del párrafo. Ahora bien: la idea temática puede ir al comienzo, en la mitad o al final del párrafo, o estar diluida en todo él. De esto se derivan cuatro variantes de la estructura de un párrafo informativo: deductivo, inductivo, inductivo-deductivo y entreverado, los cuales se explicarán a continuación.
En él la idea temática va al comienzo, como propuesta inicial, y las ideas de desarrollo vienen después. Ejemplo:
La idea temática es “la exposición” y está designada por la oración del comienzo que, a su vez, corresponde a la oración directriz. Seguidamente se distinguen dos oraciones las cuales expresan las ideas llamadas de desarrollo: “uso del de la descripción y la narración”, “maneja reflexiones y toda clase de ideas”, etcétera. Esta estructura organizativa del párrafo es la más frecuente en los escritos, por ser más fácil y natural introducir un tema y enseguida desarrollarlo.
La distribución organizativa es inversa, ya que al comienzo van las ideas de desarrollo, y la idea temática aparece al final como conclusión de todo, ejemplo:
En el anterior párrafo, cuyo tema es el diálogo, se dan tres oraciones al comienzo que expresan las ideas de desarrollo, y al final se encuentra la oración directriz que viene a concluir lo expuesto con la expresión de la idea temática de todo el párrafo. El párrafo inductivo es menos frecuente, ya que exige del autor un mayor rigor en el ordenamiento y en la secuencia lógica, para desarrollar y luego concluir.
Puede suceder, de manera poco frecuente, que la idea temática vaya más o menos en la mitad del párrafo; es decir, se inicia con ideas de desarrollo, se enuncia la idea temática y se culmina con nuevas ideas de desarrollo. Ejemplo:
(Malmberg, B. La lengua y el hombre).
En el párrafo anterior se observa cómo la idea temática está en la oración (directriz) “la lengua es una creación de los hombres que la hablan y la escriben” que va más o menos en la parte media. Al comienzo se encuentra una oración, y al final otras dos oraciones que designan ideas de sustentación de la idea temática.
Método | Deductivo | Inductivo | Inductivo-deductivo | Entreverado |
Secuencia | ||||
Comienzo | *ldea temática | * Ideas de desarrollo | * Ideas de desarrollo |
* Idea temática * Ideas de desarrollo |
Medio | * Ideas de desarrollo | *ldea temática | ||
Fin | *ldea temática | * Ideas de desarrollo |
Posibles estructuras de un párrafo normal informativo
Se distingue porque en él es difícil situar la idea temática al comienzo, en la mitad, o al final. No hay oración directriz. La idea temática, y las ideas de sustentación se extraen de todo el párrafo. Estos párrafos también se suelen llamar párrafos con la idea temática diluida y exige un mayor esfuerzo de síntesis por parte del lector. Ejemplo:
(Mosterín, J. Racionalidad y acción humana).
El párrafo se compone de dos oraciones que desarrollan más o menos la siguiente idea temática: “el individuo, según sus creencias, puede ser racional, dogmático o escéptico”. Las ideas secundarias giran alrededor de esta idea, que se encuentra en todo el párrafo.
En los textos escritos es frecuente encontrar párrafos de corta extensión que de por sí no son informativos, o sea que no desarrollan tema nuevo, sino que ayudan a orientar el flujo del pensamiento relacionando unos párrafos con otros para asegurar la unidad, secuencia y coherencia en todo el discurso.
Los párrafos funcionales pueden ser de tres clases:
Dentro de la construcción global del texto y dentro de la redacción de párrafos, encontramos unidades locales, las microestructuras. Son como las pequeñas ramas en el árbol; o las ventanas, tejas, pisos y ladrillos en la casa. Nos referimos a las frases y oraciones. La escritura de frases es la parte artesanal de labor escritora.
Según el tipo de escrito o el género, y de acuerdo con el estilo propio, se hace necesario formar frases correctas, precisas, con sentido y armoniosas. Esto no se aprende sino con la lectura y la práctica. Una frase es la combinación gramatical de palabras. Generalmente, una oración está constituida por varias frases, pero una oración corta puede ser en sí una frase, como “Buenos días”, “Vaya usted con Dios”.
La teoría sintáctica sobre la estructura de la oración es muy útil, y por eso es conveniente para el escritor poseer unos conocimientos básicos gramaticales; pero de por sí la teoría gramatical no enseña a redactar. Claro que sirve, pues es importante conocer la función de elementos como el sustantivo, el artículo, el verbo, los pronombres, las preposiciones, etcétera. Pero saber usarlos en la práctica es una aptitud, un arte poco común.
También es un arte hacer oraciones cortas. Y saber usar el punto seguido para darles límite. Es necesario reconocer cuándo una frase es agramatical, cuándo no tiene sentido, cuándo está mal la concordancia y, en general, cuándo se sale de las reglas de la gramática. Pero una vez más el escritor debe saber que no existe ninguna fórmula.
Como ejemplo de estilo sencillo, con frases y oraciones cortas, veamos el siguiente párrafo con el que Alberto Mendoza Morales encabeza el ensayo “El agua es la vida”:
La naturaleza hace cambios lentos. El hombre los hace rápidos. La naturaleza dura miles de años haciendo una loma. El hombre la elimina en pocas semanas. Hay un nuevo orden ecológico mundial. El ecosistema planetario nuestra característica diferentes a las de hace apenas 70 años. Las relaciones entre seres vivos y medio ambiente en el planeta son distintas a las de ayer. Los cambios ambientales que experimentamos son de origen humano. El hombre ha modificado radicalmente su hábitat. Y en su contra.
(El Tiempo, 25 de marzo de 2007).
Para la artesanía de la frase, valgan algunos consejos prácticos:
La expresión del lenguaje debe contribuir a la organización de las ideas con coherencia interna, con unidad y articulación entre sus partes. Por eso se requiere de una cualidad que afecta la secuencia formal del discurso, la cohesión. Recordemos que cohesión es la relación de articulación que debe existir entre las oraciones al interior de los párrafos, y de los párrafos entre sí dentro de la totalidad del texto (Cf. p. 53, 54). Para obtener la cohesión textual, la lengua le ofrece al escritor muchos mecanismos, entre los cuales se destacan tres: los signos referenciales, los “marcadores de frase” y los signos de puntuación.
Son expresiones que permiten al escritor hacer referencias externas e internas. Los artículos definidos, los pronombres personales, posesivos y demostrativos, son los signos por excelencia para las referencias externas e internas. Ejemplos en el texto “La vida en el mar”(que se reproduce enseguida): “éstos suelen dividirse”, “sin este morirían”, “los más feroces de los peces”.
También los pronombres personales, demostrativos, posesivos relativos y algunos adverbios cumplen la función correferencial. En el texto en mención encontramos: “tales son”, “más abajo”, “algunos ... otros”, “la mayoría de los peces que ”, “a esta distancia”, “las primeras”, “unas y otros”. La lengua posee muchas otras formas de referencias lineales (correferencias): “lo mismo que”, “allí donde”, “de aquí para allá”, “... el autor, cuyos libros”, “según decíamos”, “como se explicará enseguida”, etcétera.
A continuación se transcribe el escrito, quizás muy esperado, “La vida en el mar”, que se supone es el resultado de todo el proceso de escritura, desde que se planea el texto hasta cuando se compone y revisa.
La vida en el mar
Las aguas encierran una cantidad prodigiosa de organismos vivientes. Éstos suelen dividirse en tres grandes clases, conocidas con los nombres de PLANCTON, NECTON y BENTOS. El plancton se compone de organismos que flotan y son arrastrados por las corrientes del mar. El necton es el conjunto de seres marinos que se mueven independientemente de las aguas. Tales son, los peces. Y por último, el bentos comprende los animales que viven adheridos al suelo marino. | Los peces pequeños y otros muchos animales marinos se alimentan del plancton. Sin éste morirían casi todas las especies que habitan en el océano. |
Hasta unos 7. 000 metros de profundidad, las dragas con que los marinos exploran el fondo de las aguas encuentran organismos vivos. Más abajo, hasta poco más de 9.000 metros, no se ha encontrado hasta la fecha vida a1guna. La luz no penetra más allá de 200 a 300 metros de profundidad. A esta distancia de la superficie del mar la navegación cesa y con ello los animales que viven de las plantas. | |
Los organismos que constituyen el plancton pululan de un modo prodigioso en las aguas marinas. En su mayoría son traslúcidos, y por eso se confunden con el color de las aguas. |
Entre los seres que viven en el fondo del océano se encuentran los pólipos de coral. Recién nacidos son blandos y de aspecto gelatinoso, pero, enseguida, con el carbonato de la cal disuelto en las aguas, se construyen viviendas con aspecto, forma y color maravillosos. | son infinitamente numerosos. Algunos tienen colores muy brillantes y formas graciosísimas. Otros son deformes y monstruosos, como los que habitan en los abismos oceánicos. |
Los más feroces de los peces de los mares son los ESCUALOS, también llamados tiburones. Algunas especies de escualos no acometen nunca al hombre. Otros son ton sanguinarios y terribles que han recibido el nombre de TIGRES DE LOS MARES. Tienen en la boca varias filas de dientes que parecen sierras y que cortan como navajas. Cuando estos dientes se gastan o destruyen, son sustituidos por otros. | |
Las viviendas del coral no están hechas como los nidos de las aves. La sustancia coralina forma parte del animal y viene a ser su esqueleto. Cuando el coral muere, su esqueleto queda adherido al fondo del mar, y unidos a otros restos de la misma procedencia contribuyen a formar esas rocas durísimas que tanto abundan en las costas. A veces son tan grandes las rocas formadas por el pólipo o coral que con sus bancos se extienden por centenares y aún millares de kilómetros cuadrados. Hay islas y orchipiélogos que tienen origen coralino. La mayoría de los pólipos que forman bancos de coral viven cerca de las costas. Con el transcurso del tiempo forman bancos colosales, llamados ARRECIFES DE CORAL. | |
Pero los verdaderos monstruos del mar por sus enormes dimensiones, son las ballenas y los cachalotes. Las primeras son totalmente inofensivas y se alimentan de animales pequeños que engullen a montones. Los cachalotes son feroces y agresivos. Unas y otros son objeto de una persecución sistemática que los ha obligado a refugiarse en los mares glaciales. El hombre los busca para aprovechar su aceite, sus barbas y su esperma. | |
Al norte de la provincia de Pinar de Río hay una larga serie de arrecifes de coral. Recibe el nombre de los COLORADOS en Cuba. Los peces que forman la parte más interesante del necton de los mares, | |
(CIMPEC-OEA, 1987) |
Como se dijo en el capítulo cuarto (Cf. p.127), los marcadores de frase son expresiones constituidas por conjunciones, preposiciones, adverbios u otras palabras, cuyo propósito es articular el texto, asegurar el sentido y las propiedades de coherencia y cohesión. Ejemplos: “con respecto a, en cuanto a, en relación con, por consiguiente, allí, donde, como decíamos”, etcétera.
Daniel Cassany (1999), en su libro “La cocina de la escritura” propone una tabla con los marcadores de frase más usuales en lengua española, cuya consulta puede resultar útil especialmente para los escritores que se encuentran haciendo sus primeros pinito en la escritura. A continuación reproducimos una parte de dicha tabla, la que tiene que ver con el uso de los conectores, para estructurar ideas.
Si analizamos el texto “La vida en el mar” encontraremos algunos marcadores de frase y algunos conectores: “y por último”, “en su mayoría”, “y por eso”, “cuando”, “a veces”, “también”, “y”, “pero”.
En cierta manera, los signos de puntuación tratan de sustituir la voz, el tono, la mirada y los gestos del discurso oral, y se convierten en “señales” en el transcurrir de la expresión del pensamiento, orientando al lector en su acción interpretadora dentro del laberinto de las palabras escritas. Por eso es muy importante para el escritor saber usar cada uno de estos signos.
Las funciones más destacadas de los signos de puntuación son las siguientes:
El punto ( . ): se usa para delimitar oraciones dentro del párrafo (punto seguido) y para delimitar unos párrafos de otros (punto y aparte). Por eso cumple una de las funciones más importantes dentro del texto. En la comunicación oral el punto se interpreta de dos maneras: bajando notablemente el tono de la voz y haciendo una pausa larga.
La coma ( , ): se emplea dentro de la oración y puede indicar diversos sentidos:
Punto y coma ( ; ): separa frases o palabras dentro de la oración; algunos casos de uso pueden ser:
Dos puntos ( : ): siempre relacionan una palabra, frase, oración o párrafo funcional de encabezamiento, con algo que se va a decir después. O sea, los dos puntos introducen o anuncian información que necesariamente debe desarrollarse enseguida. Pueden ser dos puntos seguidos: “El discurso tiene tres partes: principio, medio y fin”. O dos puntos y aparte: “Jesús dijo:”.
Puntos suspensivos ( ... ): indican que algo falta o no ha concluido, que hay un salto en una cita, o ciertos efectos de suspenso: “¡No! ¡No es posible que vengan a decirme...!”.
Signos de interrogación ( ¿ ? ): marcan los límites de un enunciado interrogativo: “¿Decides aceptar la oferta?”.
Signos de admiración ( ¡ ! ): encierran frases exclamativas o interjecciones: “¡Oh!”, “¡Mira qué premio he ganado!”.
Comillas (“ “): destacan palabras, frases u oraciones para:
Paréntesis ( ): expresan aclaraciones, fechas, datos complementarios, números, etcétera, sin cambiar el rumba del curso del pensamiento: “Decíamos (en el capítulo uno) que la comunicación es vital para el hombre”.
Raya y guión ( _ -): pueden hacer las veces de un paréntesis -como los usados aquí- y también para encabezar las locuciones en los diálogos. El guión, aunque tiene el mismo uso, suele servir también para la separación silábica (si-la-be-ar), para enumerar o para unir palabras consideradas como una sola unidad léxica: centro-americano.
Según el sistema de la lengua, los verbos regulares se conjugan siguiendo tres modelos: aquellos cuyo infinitivo termina en -ar (tomar), -er (temer), -ir (partir). Los irregulares son aquellos que, al ser conjugados, se salen de las reglas establecidas para los tres paradigmas, ofreciendo ciertos cambios; por ejemplo, es irregular el verbo “saber”, por cuanto al conjugarlo decimos “yo sé”, en vez de “yo sabo”, forma -inaceptable- que se construye por analogía con el modelo “temer”.
Los siguientes son algunos de los verbos del español, con mayor dificultad en su uso, especialmente porque a veces no tenemos claro si siguen el modelo de los verbos regulares o si son irregulares:
Con el gerundio en español se presentan tales dudas que muchas personas optan por no usarlo (cuestión no recomendable). Hay, sin embargo, ciertos criterios que clarifican su uso y ayudan a evitar problemas. El gerundio es una forma verbal que indica una acción, con relación de anterioridad, simultaneidad o posterioridad, frente a la acción expresada por otro verbo llamado principal. Así en la oración “vi a mi amigo llorando” está en relación de simultaneidad con la idea expresada por vi: en el mismo momento expresado por este verbo estaba llorando.
Este uso del gerundio es correcto, como también lo es el de anterioridad, cuando designa una acción anterior a la del verbo principal: “quitándose el pañuelo, lo arrojó al río”. Por el contrario, no es correcto el gerundio de posterioridad, o sea, cuando indica una acción que sucede después de la acción del verbo principal: “llegó a la oficina, sentándose frente al director”. Corríjase así: “llegó a la oficina y se sentó frente al director”.
A veces el gerundio expresa la idea verbal con función de adverbio, lo cual es correcto: “estudiando se aprende a vivir”. Pero casi nunca se acepta como adjetivo: sería un error decir “caja conteniendo libros” (se dice “caja que contiene libros”). El único caso en que el gerundio se acepta en función de adjetivo se da en expresiones como “olla de agua hirviendo”, ”rancho ardiendo” en donde el gerundio se refiere y afecta a un sustantivo.
En español la partícula “que” se presta a muchas dificultades debido a la convergencia de una forma que cumple múltiples funciones. Por ello, ocasiona ambigüedad. A continuación mencionamos algunos de los casos más notables.
“Persona que no reflexiona” (persona irreflexiva).
“Canto que tiene armonía” (canto armonioso).
“Informante que merece crédito” (informante fidedigno).
Como conjunción, “que” suele encabezar frases dependientes de un verbo enunciativo (“decir”, “afirmar”, “creer”, “pensar”, etcétera) caso en el cual es un error introducir la preposición “de” (no diga “dijo de que”, “pienso de que”).
El empleo errado más común de la palabra “que” corresponde al denominado “que galicado”, que es una traducción literal del francés. Consiste en usar “que” para resaltar ideas adverbiales especialmente de tiempo, lugar, modo y causa, antecedido siempre del verbo ser. Se corrige suprimiendo “que” y remplazándolo por un adverbio, u otra construcción similar.
Ejemplos:
Otro error es la repetición de “que” en un escrito. Es evitable, gracias a que en español existen muchos recursos para ello. Por ejemplo, la oración “le informo que el proyecto que usted ordenó que se diseñara no corresponde al que usted exigió” quedaría mejor “le informo que el proyecto ordenado por usted para su diseño, no corresponde a lo exigido”.
Las preposiciones encabezan frases que complementan el significado de una palabra: “libro de cuentas”. Como la mayor parte de las preposiciones en español cumplen distintas funciones, a veces es difícil acertar en su uso. Veamos algunos ejemplos.
En el uso de la “a” como preposición se presenta duda sobre si lo adecuado es “enseñar a nadar” o “enseñar nadar”; lo correcto es la primera frase; “caer al mar” o “caer en el mar” (ambas son correctas); “educar los niños” o “educar a los niños” (correcta la segunda); pero “educar al perro” o “educar el perro” (es mejor la segunda, excepto en personificaciones).
Conviene evitar la construcción “de acuerdo a”, es mejor “de acuerdo con”. Igualmente es mejor decir “con base en” y no “con base a”; y “ en relación con” y no “en relación a”.
Decir “un vaso de agua”, “una botella de vino”, “estufa de gas” no son error. Sí lo son, en cambio, “estufa a gas”, “máquina a vapor”. De “una tarea a realizar”, “un programa a desarrollar” es mejor decir “tarea por realizar”, “programa por desarrollar”.
El vocabulario requiere de un máximo cuidado para su utilización, tanto por la necesidad de buscar el sentido apropiado, como por exigencias de cultura y buenas maneras en la expresión. Si esto se recomienda siempre, mucho más a quienes pretenden aprender a escribir.
Palabras vulgares (o vulgarismos) son expresiones de uso común entre la gente poco culta, o entre personas de ambientes sociales demasiado familiares o restringidos por razones regionales, grupales, sindicales, educativas, etcétera. Estas palabras pueden emplearse legítimamente por personas de esos grupos sociales y dentro de su medio, pero no son aceptadas en un lenguaje general culto, y mucho menos en comunicaciones escritas. Hay palabras vulgares de bastante uso como “vaina” para significar “asunto”; “cosiánfira” para referirse a cosa; “pendejada” para señalar que algo no vale la pena. También existen este tipo de expresiones en el medio rural (antier, manque, andé, etcétera); entre estudiantes (tira, sapo, rajar, tenaz, man, cucho, etcétera.); en los medios callejeros (rapón, chupa); entre trabajadores ( jornaliar).
Los regionalismos varían según el país, la provincia o departamento, y la localidad; así mientras en España un piso es un apartamiento de otros países hispanos, en Colombia es un apartamento. Muchas palabras son cultas en un país o región determinada, mientras resultan totalmente vulgares en otro lugar; así las palabras “coger” y “concha” serán vulgares para los argentinos, y la expresión “su madre” (en sí tan inocente) deberá evitarse para los venezolanos y colombianos.
Muchos términos, sin ser vulgares, son poco recomendables en la expresión escrita por haber perdido su sentido exacto, en el trajín del uso cotidiano. Para sustituir estas palabras (verbos, sustantivos y adjetivos, principalmente) la lengua ofrece otras de mayor precisión y riqueza significativa.
Veamos algunos casos de uso de “hacer, decir, tener, cosa, bueno y maravilloso”, tomadas de la lista de palabras de uso común:
Hacer una carta | Redactar una carta. |
Hacer un viaje. | Realizar un viaje. |
Decir un discurso. | Pronunciar un discurso |
Decir un mensaje. | Trasmitir un mensaje. |
Tener buena reputación. | Gozar de buena reputación. |
Tener un cargo. | Desempeñar un cargo. |
Abrumado por las cosas por hacer. | Abrumado por las tareas por realizar. |
El gerente es bueno. | El gerente es recto (tratable, magnánimo). |
Es una fecha maravillosa. | Es una fecha adecuada. |
Tecnicismos son todos aquellos términos de uso casi exclusivo de una ciencia, arte o técnica particular, tales como “infraestructura” en ciencias sociales, “estipticar” en medicina, “entrepiso” en mineralogía, “pasacalle” en música, “rasilla” en cerámica, “declinatoria” en derecho, etcétera. Para el uso de esta clase de palabras es conveniente explicar el significado, cuando la necesidad lo exija.
Los neologismos están constituidos por palabras nuevas en el uso del lenguaje, no registrados aún en el diccionario de la Real Academia. Con frecuencia la gente crea palabras por novedad, por moda y a veces por necesidad. Esta última es la única razón que justifica el uso de un neologismo (aun así debe ir entre comillas), pues como norma general deben evitarse. Algunos ejemplos de neologismos son: “implementar”, “saturnizar”, “escogencia”, “equipamento”, “explicitar”, “operacionalizar”, “sobredimensionar”, “refrescancia”, “garagear”, “permear”, etcétera.
La repetición de palabras iguales, afines o sinónimas en un escrito es de mal gusto, y produce pesadez y falta de claridad. Obsérvese la repetición y la forma de evitarla en las siguientes frases:
Con repetición: | Sin repetición: |
Si llega a llegar a casa. | Si llega a casa. |
Socio de la sociedad. | Miembro de la sociedad. |
Elección para elegir Director. | Elección de Director. |
Conducto que conduce aire. | Conducto de aire. |
Texto de la declaración textual. | Texto de la declaración. |
La moda, la novedad y la necesidad suelen llevar al empleo de vocablos de origen extranjero, por ejemplo, anglicismos (del inglés), galicismos (del francés), italianismos (del italiano). El mejor consejo es evitarlos, procurando encontrar palabras equivalentes en español: baloncesto por “basketball”, presentación por “show”, éxito por “hit”, lista de precios por “menú”, etcétera.
Cuando se hace expresamente necesario utilizar algún extranjerismo, se pueden presentar dos casos: a) reproducción exacta del extranjerismo, con la ortografía original: jet, sport, parker, explorer; b) acoplamiento de la palabra extranjera a la ortografía española: fútbol, gol, carné, estándar (estandarizar).
De la poca equivalencia entre fonemas y letras nacen las llamadas faltas de ortografia. Este desajuste entre fonemas y letras no se da por arbitrio o capricho de nadie, para dolores de cabeza de estudiantes y escritores, sino por la evolución natural de las lenguas. La razón es que la forma oral suele evolucionar a través de los siglos, y la escritura tiende a permanecer igual.
Para asegurar la unidad de la escritura en el mundo hispánico, la Real Academia Española, que es el organismo oficial en el mundo hispánico que regula el buen uso del idioma, establece normas que permiten un acercamiento a la fiel representación del aspecto oral. Pero no es posible una equivalencia total entre fonemas y letras, por los diversos registros de pronunciación que siempre existirán y a la necesidad de salvaguardar la riqueza significativa de muchos vocablos. Un ejemplo de esto son las palabras homófonas: cima, sima; basta, vasta; bello, vello, etcétera.
La ortografía comprende los siguientes aspectos:
Para aprender la ortografía se hacen necesarios el estudio, atención y cuidado, y una práctica asidua. Son de utilidad las siguientes orientaciones:
A vía de ejemplo, se ofrece enseguida una lista sobre uno de los casos de mayor dificultad en la ortografía del español: el uso de la tilde diacrítica. En español hay una larga lista de palabras de función gramatical y significado distinto. Para diferenciarlas, una de ellas lleva una tilde, por ejemplo, se usa tilde para distinguir pronombres de artículos y verbos, adverbios de adjetivos, relativos de interrogativos, y otros casos más.
Sin tilde | Con tilde |
El libro que leo. | ¿Qué lees? |
El amigo, de quien hablé. | iQuién fuera sabio! |
El asunto, del cual se trata. | ¿Cuál prefieres? |
Como sabes, viajó ayer. | iCómo me alegro! |
Iré, cuando me lo mande. | ¿Cuándo vienes? |
Está donde lo dejaste. | ¿Dónde podremos visitarlo? |
Tu amigo irá. | Tú también debes leerlo. |
Mi trabajo es suave. | La carta es para mí. |
Se venden flores. | Sé fuerte y vencerás. |
Es laborioso, mas no honrado. | Más vale tarde que nunca. |
Viajó acompañado, regresó solo. | Le pido sólo que responda. |
Luis te llamará. | Sírvame un té. |
Tome un vaso de vino. | Dé el vino al maestro. |
No se niega a trabajar | No sé si es cierto. |
La revisión es el proceso mediante el cual el sujeto escritor aplica al escrito un conjunto de acciones, a manera de un examen integral, con el propósito de mejorarlo. Se parte, por tanto, de la disponibilidad de una versión provisional, que tradicionalmente se ha llamado el “borrador”, para revisarlo por dentro y por fuera, tomando como punto de comparación todos los aspectos contemplados en la preparación, identificar lo que tenga que cambiarse y producir un nuevo escrito más próximo a lo que deseamos.
Por lo tanto, revisar un escrito no es simplemente examinarlo en la superficie, como tradicionalmente se hacía, deteniéndose a identificar errores en cuanto a letras, palabras, frases, puntuación, ortografía y el estilo. Estos son aspectos importantes. Pero se trata más bien de ejecutar una mirada más profunda y global a la totalidad del texto, en sus ideas, estructura y expresión.
Tres son las acciones fundamentales que implica una buena revisión de un texto escrito: leer, evaluar y cambiar.
Leer y releer: no es una lectura rápida y por encima. Son varias lecturas con suprema atención y detenimiento. El texto se puede leer desde varios ángulos: como redactor, como escritor, como lector y como revisor. Puede hacerse una lectura en voz alta, si esto ayuda. La revisión debe irse adelantando en la media en que se realiza la lectura.
Evaluar: con la lectura es muy importante aplicar acciones de evaluación del texto escrito, valiéndose de algunas estrategias o de instrumentos, que permitan un examen del producto tomando como punto de referencia el ideal trazado en la fase previa, especificado en el plan global (Cf. p.180 y ss).
Cambiar: según la evaluación, es necesario abordar el texto escrito para corregirlo, ampliarlo o reajustarlo, a la luz del plan global y de las exigencias que emanan de la gramática de la lengua, de la ortografía y, en general, del discurso que se trata de producir.
Además de lo anterior, es importante tener muy presente las tres características de la revisión: es permanente, integral y cíclica.
Es permanente: como bien lo dice García Márquez (Cf. p.217), la revisión no se ha de dejar únicamente para el final. Lo mejor es que se realice en el mismo momento en que se está produciendo un fragmento. Sin embargo, hay aspectos de la revisión que únicamente se pueden ver al final, como la globalidad, las relaciones estructurales, etcétera.
Es integral: como hemos venido insistiendo, cubre todo lo relacionado con la preparación, composición y revisión del texto, en la parte cognitiva, semántica, léxica, gramatical, textual, etcétera.
Es cíclica: como se representa en la figura de la página siguiente, la revisión tiene que recorrer todo el proceso de escritura de un texto en su fase preparatoria, en la composición en la misma revisión, pues esta también se debe revisar. La línea de revisión va y regresa, nuevamente va y nuevamente regresa, hasta cuando cumpla su misión. Recordemos que la escritura es “como un proceso, como un organismo o proyecto que se va desarrollando incansablemente en la mente del escritor” (Cassany, 1997).
El carácter permanente, integral y cíclico de la revisión
Es objeto de revisión todo lo ejecutado hasta el momento y que haya podido incidir en el texto escrito. Por tanto es importante revisar:
Para la revisión y evaluación de todos los aspectos es necesario considerarlos de manera integra, correlacionada y cíclica, como se observa en la siguiente tabla:
Los objetos de revisión de un texto escrito.
Los resultados de la revisión del texto escrito pueden conducir a los siguientes cambios o reajustes:
Finalmente, se dan algunos consejos que pueden resultar útiles al momento de realizar la revisión:
En Colombia se exige el cumplimiento de las normas del Instituto Colombiano de Normas Técnicas – Icontec. Las normas internacionales para la presentación de un trabajo escrito proceden de tres fuentes: la ISO (Organización Internacional de Normalización) la cual está articulada con el Icontec, la Asociación de Psicólogos Americanos (APA, 1994) y la asociación médica de Vancouver (Internacional Commitee of Medical Journal Editors, 1993).
En conclusión, lo más natural es que el autor se tome su tiempo y lo distribuya sabiamente entre las actividades de las fases del escribir.
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Enseguida nos referiremos a las tareas que le corresponden al receptor en el procesamiento cognitivo de la información.
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Además de la cala de libros, ya explicada, en una prelectura conviene realizar otras actividades previas, como las siguientes.
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Por otra parte, la participación creadora pone de relieve la detección, la percepción, la formulación y la comprensión común de los problemas, no limitándose a su mera resolución. La participación consiste en desempeñar papeles. Para evitar la adscripción a un papel dado, se debe estar en condiciones de abordar la mayor gama posible de papeles. Los trabajos y funciones cambian a lo largo de la vida, y en los años venideros aún con mayor rapidez. El ideal de la educación participativa es que cada alumna tenga la oportunidad de representar los papeles de presidente, capitán y líder, a la vez que los de ciudadano, partidario y seguidor, con el fin de que experimente el mayor número posible de papeles. Todo esto se alcanza sólo en la medida en que el alumno juegue un papel activo durante el proceso de aprendizaje.
(Galeano Ramírez, A. Revolución educativa
y desarrollo de la inteligencia).
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—————————————————————————. Cuando algo tiene para nosotros un gran interés no tenemos que realizar ningún esfuerzo para concentrarnos. Por el contrario, nuestra atención es más bien arrastrada de un modo irresistible hacia el objeto. (Blay, 1969).
Al vivir la alegría por la empresa naciente y evocar las dificultades sorteadas los aciertos obtenidos y los obstáculos superados por quienes propendieron por verla surgir no me cabe duda de que la historia se divide en dos partes la primera cubre el tiempo hasta hoy transcurrido símbolo de tesonera labor de aunados esfuerzos de anhelos y esperanzas Cuántas jornadas de desvelos y de trabajo de amargas experiencias y luchas incesantes abrieron el camino a tan feliz culminación.