“Las lenguas humanas no son
nada, o casi nada, fuera de su
ámbito natural de uso que
es la conversación,
la interacción comunicativa,
el trato verbal cotidiano”
(Carlos Lomas).
No hay duda de que el desarrollo personal depende en gran parte de la forma como hacemos uso en la vida cotidiana del discurso de modalidad audio-oral. La española Milagros Juárez (2003), se expresa así al respecto: “El lenguaje puede ser nuestro principal aliado y nuestro principal enemigo. Saber expresarse con corrección y dominar el arte de manifestar con claridad lo que queremos o debemos decir en un momento determinado, contribuye a nuestra construcción interior y exterior como personas; en caso contrario, nos hace aparecer como seres confusos, poco cultivados, personalidades poco ricas… De manera que, en última instancia, somos lo que expresamos.”
Ahora bien, para el desarrollo de la comunicación oral se exige un conocimiento de la lengua (como para el discurso escrito), y de los procesos que se dan en la producción del habla, según el género. Es decir, es requisito el desarrollo de la competencia comunicativa y lingüística, al igual que el afianzamiento de las habilidades implicadas en el saber hablar y también en el saber escuchar. Surgen, en consecuencia, los siguientes interrogantes, a los cuales habrá que atender en este capítulo: ¿cómo se desarrolla la producción y la comprensión de mensajes audio-orales? ¿Cómo se produce el habla? ¿Cuáles son los rasgos que caracterizan la escucha? ¿Cómo se produce el discurso interpersonal, el unidireccional y el grupal?
De acuerdo con las directrices dadas en los dos capítulos anteriores, y desde la perspectiva de la escucha y la oralidad, ¿qué implica cada una de las fases del proceso, la producción y la comprensión? Como en todo acto comunicativo, la comunicación audio-oral se origina en un propósito, sustentado en necesidades, motivaciones o aspiraciones. La observación y análisis de la realidad (el mundo) por parte del hablante (primer interlocutor), junto con la consulta de fuentes y la propia reflexión, permite iniciar un proceso cognitivo en que se generan el conocimiento, sentimientos y valoraciones, que serán objeto del discurso. La contextualización le provee al hablante criterios (el momento, el lugar, tema, participantes, etcétera) para asumir con propiedad su rol. La codificación surge como uso de la lengua, en la dicción, para estructurar el mensaje, seleccionando significados y significantes, para construir oraciones, conectarlas, producir texto y enunciar el discurso.
Para la emisión oral se desencadenan órdenes cerebrales que ponen en acción los órganos de producción del habla, cuyo resultado es una señal auditiva, es decir, una cadena sonora. El aire conduce la señal en forma de ondas sonoras al oído del oyente, para iniciarse un proceso inverso de audición y comprensión.
En la audición, el oyente también ha tenido que pasar por experiencias previas de observación y conocimiento, semejantes a aquellas que dieron base a la información inicial. Los sonidos (la señal) del mensaje son identificados por el oído que los percibe y transmite en forma de sensaciones al cerebro (percepción auditiva). Allí se da la descodificación en la cual el oyente coteja el mensaje con el código de la lengua, y demás códigos paralingüísticos utilizados, códigos que serán de común conocimiento. Luego de de un reconocimiento del contexto, dichas sensaciones se constituyen en imágenes verbales que desencadenan conceptos, ideas y sentimientos que, al ser captadas integralmente y asimiladas, constituyen una reconstrucción aproximada de la información original enviada en el mensaje oral (proceso cognitivo). Con la recuperación, al llegar a esta etapa, se da por cerrado el circuito y puede iniciarse uno nuevo con la reproducción, o la respuesta, lo cual constituye una nueva emisión.
En fin, en todo discurso de carácter oral, de cualquier género que sea, necesariamente hay que establecer que alguien habla y alguien escucha.
Desde que el ser humano posee el lenguaje verbal, la mayoría de las veces, la comunicación oral la realiza cara a cara, es decir, con los sujetos interlocutores presentes en los actos del discurso. Esta característica trae enormes ventajas, como la de poder emitir y recibir mensajes en contextos de situaciones diversas, por ejemplo, de noche, sentados, caminando, conduciendo un vehículo o realizando actividades que no ocupen la oralidad o la audición.
Por lo mismo, la retroalimentación es abundante y muy rápida, lo que inyecta mayor dinámica a la comunicación. Hay una interacción constante, obligando a que las respuestas sean inmediatas, particularmente en géneros como el diálogo y la conversación.
Con la llegada de la tecnología en el campo de las comunicaciones, las personas han entrado, de manera admirable, al mundo de la comunicación verbal audio-oral a distancia, yendo más allá de su carácter presencial. Como es sabido, esto es posible, inicialmente con la llegada del teléfono fijo mediante alambre y luego con el uso de los teléfonos inalámbricos móviles, que han inundado los países como hormigas que se multiplican. Esta comunicación facilita la reproducción de la voz y todos los rasgos auditivos, con cierta fidelidad relativamente limitada, pero no permite el contacto visual del “cara a cara”, lo cual hace perder toda la expresividad corporal. Esta limitación está siendo superada, en parte, con la transmisión de la imagen de las personas junto con la voz, de pantalla a pantalla, por ejemplo, en los chateos en la red de internet, y también de teléfono móvil a teléfono móvil, cuando tienen habilitado este servicio. Sin embargo, esta comunicación se basa en una situación virtual, y no en una presencia real de los comunicantes, por lo cual sigue perdiendo aún mucha riqueza expresiva.
Aunque en algunos géneros de comunicación oral se exige una preparación previa, igual que en la escrita, la realidad es que prevalece la espontaneidad, la que abre la posibilidad a la equivocación, al error, a actos fallidos. El hablante puede rectificar o negociar con el oyente, cambiar de rumbo en su mensaje y hasta retractarse, pero lo que no puede es borrar lo dicho, pues quedó en el tiempo. Como lo dicho es efímero (las palabras se las lleva el viento), el olvido es más fácil, lo que constituirá un don para los mensajes no deseados o una pérdida en el caso de los mensajes deseables, si no son guardados mediante algún otro medio, que permita su recuperación.
El hablante dispone de inimaginables recursos para su discurso: puede callar, preguntar, hacer pausas, alargarse, traer testimonios, dar o tomar la palabra, resumir, referirse a algo dicho anteriormente, reproducir, ilustrar, etcétera. Igualmente, el oyente puede escucharle, atender, distraerse, interrumpir, preguntar, responder, tomar la palabra, etcétera. Todo nos indica que el discurso oral es muy elástico y adaptable a cada situación.
Históricamente y de cuna la lengua oral está primero que la escrita, lo cual no quiere decir que una sea más importante que la otra, ni que una dependa de otra. La tendencia actual es otorgarle cierta autonomía a ambas y por eso tienen sus propias características léxicas, sintácticas y fonéticas, algunas de las cuales se mencionaron el capítulo primero (Cf. p.30).
Desde el punto de vista de los usos del lenguaje verbal, los hablantes disponen de tres niveles socioculturales básicos, a saber: a) leguaje científico o técnico, b) lenguaje literario, y c) lenguaje corriente, también llamado familiar o cotidiano. Aunque el grado de formalidad, de elaboración y estilo varía de un género oral a otro (según sea conversación, conferencia, etcétera), los discursos de la modalidad oral tienden en su mayoría a ser expresados en un lenguaje corriente o cotidiano y con un grado mayor de informalidad, que en los textos escritos. El lenguaje oral empleado en este tipo de discursos se caracteriza por cierto predominio de la subjetividad y la expresividad. Suele ser redundante (ejemplo, “entre para adentro”, “lo vi con mis ojos”) y con bastante repetición léxica y hasta cierta pobreza (por ejemplo, todo es “hacer, tener, decir, cosa, esto...”). Se excusan más fácilmente los errores o expresiones inexistentes en la lengua, y muchas veces el hablante se toma licencias o se excusa a sí mismo (ejemplo, “por decir algo”, “si ustedes me lo permiten”, “con perdón de ustedes”, “excúsenme la expresión”, “si así se puede decir”, etcétera). Las oraciones son cortas, a veces incompletas, con frases incrustadas en otras o cambios bruscos de tema. Son comunes las elipsis, rodeos o circunloquios, paráfrasis, explicaciones pasajeras y muchos comodines y hasta muletillas (“así, ay, bien, ahora, ¿no?, ¿sí?”).
El hecho de que el lenguaje corriente, en su uso permanente y cotidiano, tienda a ser informal y espontáneo, refleja las costumbres, normas y hábitos de las personas, según su origen social, su rango o rol, su origen geográfico, y demás aspectos propios de su cultura. Las características propias de la variedad del lenguaje de los grupos según su localidad o región pueden constituir los dialectos y los regionalismos que son variables geográficas de una lengua. También existen variaciones en el lenguaje por influjos socioculturales, como los argots, propios de grupos especiales por su profesión (de estudiantes, docentes, médicos, turistas, etcétera) y las jergas constituidas por léxico, frases, dichos y pronunciaciones propias de grupos o comunidades que poseen una cultura e idiosincrasia particular, por demografía, por el trabajo o por la poca educación recibida (por ejemplo, el lenguaje de campesinos, pescadores, trasportadores, carpinteros, según país y región, etcétera).
En cualquiera de los contextos de uso del lenguaje oral, anteriormente mencionados, especialmente en sus variaciones especiales de carácter geográfico o social, se escuchan muchas expresiones que se dice pertenecen a un lenguaje que llaman “vulgar”, el cual se sale, en cierta manera, de lo familiar o corriente. (Por ejemplo, “yo lideo”, “hubieron fiestas”, “asina es como siace”, por “yo lidio”, “hubo fiestas”, “así es como se hace”, que sería lo aceptado en un lenguaje corriente).
No es fácil hablar del uso de un lenguaje literario en la modalidad oral, excepto tal vez en las representaciones teatrales, en los recitales de coplas o en la cuentería. Pero, en cambio, sí hay registros de lenguaje culto, o científico-técnico, en piezas orales como conferencias, discursos retóricos y actividades grupales formales (mesa redonda, foro, congreso, simposio, etcétera).
Acorde con el tema expuesto aquí, el lector encontrará en el capítulo sexto (Cf. p.205 y ss) una mención más detallada de los diferentes tipos de léxico, especialmente los vulgarismos, regionalismos, tecnicismos, neologismos, extranjerismos y otros.
La emisión de los mensajes orales, como es obvio, se apoya en la producción de una cadena de sonidos, en la cual se distinguen los procesos de fonación y de articulación, para cuya realización se requiere de la respiración y la participación de los órganos fonadores y articuladores. Dado que en otro libro6 explicamos en detalle estos aspectos relacionados con la fonética articulatoria, aquí sólo se presentará una breve descripción de los contenidos mínimos, con el propósito de apoyar la práctica.
La respiración es el acto fisiológico de absorción y expulsión del aire, que se realiza con la participación de las vías respiratorias y los fuelles de los pulmones. Las vías respiratorias son las fosas nasales, la faringe, la laringe, la tráquea y los bronquios. Su función es ser conductor de aire, de la parte exterior hacia el interior y en dirección contraria. Los pulmones están situados en la caja torácica y se inflan y desinflan como pelotas para tomar o arrojar el aire: el momento de la absorción se llama inspiración y el de la expulsión se denomina espiración.
Si bien la oxigenación se da en la fase de la inspiración, los sonidos del lenguaje (en lengua española) se originan propiamente en la espiración, al hacer vibrar las cuerdas vocales (o bandas), permitiendo la resonancia y las obstrucciones de la articulación. En cuanto a la acción del discurso, ésta se desarrolla con más fuerza y seguridad, si el hablante respira profunda y rítmicamente antes y durante el uso de la palabra. De ahí la necesidad de adquirir buenos hábitos a través de una gimnasia respiratoria.
Los practicantes de yoga distinguen tres clases de respiración:
La más recomendable es la respiración abdominal o, todavía mejor, la respiración integral, completa o de yoga. Ésta consiste en realizar las tres respiraciones de manera secuencial, empezando por la abdominal, seguida de la respiración costal y terminando con la respiración superior.
Así como los mejores cantantes deben su éxito al buen manejo de la respiración, igualmente los buenos conversadores, expositores y oradores logran producir con tranquilidad y eficiencia largas cadenas de oraciones, frases y palabras con sentido, si respiran adecuadamente.
Para una respiración adecuada se recomienda tomar en cuenta las siguientes sugerencias:
La fonación es la producción de la voz, o tono fundamental del habla, hecho que se origina en la vibración de las cuerdas vocales las cuales se localizan en la laringe, pequeña cavidad que se sitúa entre la faringe y la tráquea, frente a la nuez de Adán (garganta). La laringe se compone de la glotis constituida por una abertura triangular en cuyo interior se encuentran dos pares de bandas o delgados pliegues que se han llamado cuerdas vocales.
Éstas se abren, si se quiere dejar pasar el aire libremente, o se cierran en la espiración para vibrar y producir un sonido nítido que constituye la voz. Los sonidos lingüísticos de voz se llaman sonoros y constituyen las vocales.
Dado que la voz es el fundamento de una buena locución, es necesario educarla y cultivarla a través de ejercicios. Al hablar, la voz se adaptará al tipo de interlocutor, al auditorio, al lugar o recinto y demás circunstancias que rodean la comunicación oral. Por lo general, la voz ha de ser emitida en forma nítida y natural, ni demasiado aguda ni grave, ni muy nasal ni muy gutural, ni muy fuerte ni muy suave.
A partir de la voz o sonido laríngeo, la articulación se suma como un sistema de resonancia y de producción adicional de sonidos por los órganos articuladores, activos y pasivos. Se llama articulación, porque es el momento en que culmina la emisión de los sonidos ligando consonantes y vocales, cuyo resultado son sílabas en cadenas. La resonancia, de la cual depende el timbre de la voz, se forma en las cajas de resonancia o cavidades que son: faríngea, bucal y nasal. La cavidad por excelencia de mayor trabajo articulatorio en el habla española en realidad es la boca (cavidad bucal). En ella se encuentran los órganos de articulación, los cuales se dividen en móviles y activos e inmóviles o pasivos. Los activos son: la lengua, los labios, el velo del paladar y el maxilar inferior; los pasivos son: los dientes, los alvéolos y el paladar. De todos, sin duda alguna, el de más importancia es la lengua, que participa en la mayor parte de los desplazamientos articulatorios.
Mediante la articulación se modula el timbre de las cinco vocales, ya producidas en la fonación, con una mayor o menor abertura de la boca, y se producen los tonos adicionales de las consonantes sonoras, cuya producción se inicia en las cuerda vocales. En ortografía corriente se representan así: d, b, g, l, ll, m, n, ñ, r, rr, v, y. Además, se forman nuevos sonidos del lenguaje, que no participan de las vibraciones de las cuerdas vocales. Estos sonidos son las consonantes sordas: en ortografía corriente se representan como: c (con un sonido de s/k), ch, j, g (representa un sonido como j), f, k, p, qu (representa un sonido como k), s, t, x, z.
Para la adecuada comunicación oral, un requisito básico es la articulación clara y precisa, mediante la cual los fonemas de la lengua se convierten en sonidos que se encadenan para constituir las emisiones. Una persona que no articula claramente (no pronuncia bien) puede conducir al hablante a que no le entienda, produciendo una mayor esfuerzo o desgaste. Por eso, es igualmente importante ejercitarse para adquirir buenos hábitos articulatorios que aseguren la eficacia comunicativa. ¡Cuántas incomprensiones y conflictos se evitarían si la gente pronunciara siempre bien todos los sonidos del lenguaje!
De acuerdo con la cultura y el origen geográfico de las personas, en el desarrollo del discurso corriente informal en español, se suelen presentar fenómenos de pronunciación defectuosa, como la supresión de sonidos (“oritica”, por ahora), el cambio de sonidos, (“juelle”), el cambio de lugar de un sonido (“murciégalo”, “estógamo”), o el aumento de sonidos (“corónica” por crónica, “calado” por calao). En algunas localidades de la zona andina de Colombia es frecuente la supresión de consonantes o sílabas completas (“entons se fue pal colegio”, por “entonces y se fue para el colegio”) y en zonas de la costa atlántica del mismo país la tendencia es a no pronunciar o aspirar algunos sonidos consonánticos (“ejte que tá cá tras”, por “este que está acá atrás”).
Un recurso importante del que dispone el hablante es el apoyo facilitado por ciertos fenómenos prosódicos de la lengua. Tal es el caso del acento y la entonación. Para ello es importante recordar la noción de sílaba, entendida como la mínima unidad articulatoria, cuyo núcleo es una vocal, al menos en español. Existen sílabas tónicas (án-ge-les, co-ra-zón) y átonas (me-sa, es-tu-diar)
El acento es de carácter fonético (no se debe confundir con la tilde). El acento se entiende como la mayor intensidad con que se pronuncian ciertas sílabas (las sílabas tónicas en las palabras: ma-má, li-bro). De acuerdo con las reglas ortográficas, a veces se resalta con una tilde (‘) en la escritura.
Tres son las funciones que cumple el acento en el discurso: significativa, rítmica y enfática. La función significativa se cumple cuando el acento es una marca esencial que incide en el significado: así, es muy distinto “célebre, celebre y celebré”. La armonía del habla y el ritmo musical de los versos también depende de los acentos de las palabras. El acento enfático es un recurso de expresividad significativa para destacar sílabas o palabras, de por sí inacentuadas, para hacer énfasis sobre algún matiz o sentido particular; por ejemplo, en la siguiente frase se hace énfasis en la idea de “estudiantes”, para destacarla frente a “profesores”:
Se invita a estudiantes, no a los profesores. (Acento normal)
Se invita a EStudiantes, no a los PROfesores. (Acento enfático)
La entonación igualmente cumple la función de hacer resaltar el sentido, en este caso de las frases y oraciones y evitar la monotonía propiciando la musicalidad de los enunciados. A veces también busca lograr algunos efectos expresivos. La entonación se entiende como la curva melódica que puede desplazarse de tono medio, a tono alto y bajo, según los enunciados. Las inflexiones tonales o ascensos y descensos de la voz, se suelen dar al final de los enunciados o grupos de enunciados (grupos fónicos) y se clasifican en cinco: de suspenso, ascendente, descendente, semiascendente y semidescendente7.
La entonación suele ser un poderoso recurso para imprimirle fuerza ilocutiva a los enunciados (es decir, la intencionalidad oracional). En español se destacan las siguientes líneas melódicas, según la clase de enunciados:
Las pausas son también importantes en el transcurso de la enunciación del discurso oral. Son silencios o interrupciones cortas que se originan por razones fisiológicas (pausas fisiológicas) como las de respirar y recuperar fuerzas, y por razones lingüísticas (pausas lingüísticas), es decir, por exigencias del sentido o significado de la secuencia del discurso. Muchas veces estos dos tipos de pausas coinciden en la práctica comunicativa. Las pausas son cortas o largas según el sentido y de acuerdo con la interpretación de los signos de puntuación.
Es común pensar y afirmar que para hablar una lengua materna no se necesita estudio o aprendizaje especial fuera del hecho de haber adquirido el lenguaje en la primera infancia. En parte, esto es verdad en cuanto las estructuras latentes que subyacen por igual en la mente de los que saben una lengua; pero no lo es desde el punto de vista del conocimiento y desarrollo personal y social, hecho enmarcado dentro de unas condiciones personales y contextuales, entre las que se cuentan limitaciones de memoria e inteligencia, necesidades de adaptación, hábitos erróneos, desconocimiento del código, de los recursos expresivos o de apoyo, etcétera.
En fin, cada individuo logra cierto tipo de habilidades lingüísticas, dentro del desarrollo de la competencia comunicativa, las cuales se manifiestan en el ejercicio práctico de los actos de habla de una manera diferente, de acuerdo con su cultura, condición social, estado afectivo, carácter y demás factores personales y sociales. Los progresos en la educación de la palabra dependen, en gran parte, no sólo del estudio y la superación personal, sino del mantenimiento de las mejores relaciones con los demás. Y es que el hablar se constituye en una actividad tan próxima, como el comer, dormir y caminar.
En el aprendizaje y la educación del hablar se hace necesaria la habilitación de los diversos procesos del discurso y ejercicios orales, por ejemplo, la fonación, articulación, entonación, audición, y el dominio de las formas y técnicas específicas, según el tipo de discurso de que se trate: conversación, exposición a un grupo, discusiones. En fin, como para aprender a nadar bien, se logra nadando, aprender a hablar bien sólo se logra con la práctica, es decir hablando y escuchando.
Algunos rasgos que caracterizan el perfil del hablante competente y exitoso son:
La comunicación verbal o mediante palabras no es suficiente. Es necesario complementarla y apoyarla con la expresión corporal, la cual a veces dice más, o sola puede dar a entender lo que no lo hace la parte oral. Como afirma Juárez (2003) “el lenguaje corporal confirma o desmiente lo que afirmamos o negamos con el habla, hasta el punto de que resulta esencial para comprender el sentido integral de lo que comunicamos”.
No se debe olvidar jamás este principio: en la acción del discurso lingüístico oral, todo movimiento, todo cambio corporal o comportamiento en los interlocutores o el orador tiene significado, explícito o implícito, manifiesto u oculto que deba ser inferido. Para el caso es preciso aclarar que, además del lenguaje verbal constituido por el ejercicio del habla en la cual se pone en práctica la lengua, existen los lenguajes no verbales, constituidos por códigos de signos lógicos, estéticos y sociales (Giraud, 1971), objeto de estudio de la semiótica. Un apartado importante de la semiótica es la kinésica, que estudia el código de la expresión corporal o kinesis. “El código kinésico consiste en la utilización de los gestos, la voz, la entonación y la mímica, en general: una mirada, una arruga en la frente, un carraspeo, un movimiento de manos, son formas intensamente cargadas de significación” (Niño Rojas, 2007).
Los signos no verbales de la expresión corporal no sólo apoyan sino que, en algunos casos, sustituyen en la práctica el lenguaje de la comunicación diaria. Cuántas veces con un movimiento de cabeza o de manos, un gesto o una mirada especial, nos ahorramos la emisión de varios enunciados verbales.
En la locución la expresividad corporal se convierte en un apoyo necesario para dar vida y asegurar la eficacia del mensaje. La mirada, por ejemplo, es el medio de exteriorización de los más sutiles estados de ánimo, intenciones y actitudes. Por algo la sabiduría popular dice que los ojos son las ventanas del alma. Generalmente la mirada será serena y se dirigirá con modestia al interlocutor o cubrirá todo el auditorio, comenzando par los últimos hasta llegar a los más cercanos. Los gestos de la cara han de ser espontáneos y naturales, también considerados como vehículo de expresión de muchas reacciones (retroalimentación) de nuestro interlocutor.
Con relación a la posible interpretación de la forma de mirar, vale la pena citar lo que dice Juárez (2003):
Los movimientos de los brazos y de las manos, de por sí fundamentales como apoyo para la dicción verbal, suelen crear dificultades embarazosas a los oradores y expositores. Por ejemplo, muchos de ellos no saben qué hacer con las manos al iniciar una intervención y en el desarrollo de ella, generalmente por razones de nerviosismo. Algunas sugerencias permiten un mejor manejo de los gestos y movimientos:
Las manos accionan para señalar aspectos adicionales o de refuerzo. Algunos de los movimientos significativos con las manos son:
Los movimientos del cuerpo, las distancias establecidas entre los participantes en una conversación (proxémica) u otra actividad oral y demás situaciones de comportamiento, también son significativos y suelen ayudar o dificultar la comprensión del mensaje verbal, o determinar, en un momento dado, la intención comunicativa o el sentido. Por lo general, conviene mantener una posición del cuerpo recta, sin rigidez, bien sea al estar sentado o de pie; es necesario conocer el uso de las ayudas o medios de apoyo, saber manejar el micrófono, procurar una presentación personal adecuada al propósito, etcétera.
Finalmente, en la interpretación, tanto de la locución verbal propiamente como de los signos no verbales que la acompañen, pesarán bastante los elementos que constituyen el contexto en el que se produce la comunicación.
No se podría hablar propiamente de comunicación audio-oral sin considerar el importante papel que le corresponde al oyente es este proceso. Con frecuencia se insiste en la necesidad de hablar bien, pero casi nunca se hace lo mismo sobre la necesidad de oír, escuchar, atender para entender y apropiarse de la información proporcionada, acción a la que le incumben las mismas responsabilidades y exigencias.
No es posible concebir un buen hablante sin que sea al mismo tiempo buen oyente y viceversa. Pero así como se indicaron condiciones y etapas para la producción, se señalaron igualmente algunos aspectos que hay que tener en cuenta en relación con la comprensión (Cf. p.63). Al oyente le competen las tareas de recibir, interpretar, comprender y asimilar el mensaje, a partir de las señales acústicas de la emisión, de la información transmitida y las circunstancias que rodean los actos de habla.
La capacidad para oír y escuchar de una persona define finalmente el contenido de una comunicación, y no la capacidad de emisión, como pudiera pensarse. Leamos lo que sostiene Maturana (1997):
Si alguien dice algo, yo escucho algo, pero lo que escucho está determinado en mí. El que escucha determina lo que escucha, no el que habla. Esto del escuchar es una cosa muy importante, porque define lo que se oye. Uno tendría que atender al escuchar del otro cuando uno dice algo, si quiere honestamente ser oído para entrar en un proyecto común, porque uno puede decir algo en un cierto dominio, y ser escuchado en otro dominio. Lo mismo debe hacer el otro si quiere colaborar con uno. ¿Sabemos cuál es el espacio de preocupaciones, de inquietudes e intereses, de temores, de aspiraciones que el otro tiene?
Lo anterior nos lleva a recordar la existencia de ruidos, barreras, ruidos y desfases en la comunicación (Cf. p.37 y ss), que es necesario superar, pues una cosa es lo que cree el hablante que dice, otra lo que realmente dice, otra lo que escucha el oyente y otra lo que cree entender desde su experiencia.
La comprensión de un mensaje oral implica primeramente oír y escuchar. Oír es un proceso fisiológico de percepción de los sonidos en que no necesariamente se compromete la significación. Así es posible oír cualquier sonido, por ejemplo, una emisión en otro idioma, sin la identificación de sentido. Escuchar implica algo más que oír, es percibir los sonidos como unidades significativas y relacionar las estructuras para extractarles sentido; en otras palabras, escuchar es entrar en un proceso cognitivo de comprensión y de reconocimiento de lo que significa la emisión. Las habilidades para escuchar dependen en gran medida, de la capacidad desarrollada para atender y concentrarse, lo que a su vez, depende del acrecentamiento del interés y la motivación. En consecuencia, el proceso de comprensión oral implica primeramente una percepción acústica de la cadena de los sonidos del habla, cuyo reconocimiento llamamos el “oír”, pero también una percepción senso-cognitiva basada en una actividad de estar alerta, es decir, un reconocimiento de los sonidos por parte del cerebro y la correspondiente representación del significado que se ha querido comunicar. Esta percepción senso-cognitiva es lo que entendemos por “escuchar”. Entonces, escuchar abarca “oír más la interpretación” (Echeverría, 1996) por parte del segundo interlocutor.
Escuchar de forma efectiva requiere atención, apreciación y afirmación (Nichols, 1995). Atender es superar las barreras psicológicas de tipo emotivo y ambiental, para orientar el pensamiento hacia un determinado foco, en este caso los significados y la fuerza comunicativa del mensaje en un proceso de recepción. Para el cultivo de la atención se requiere de disciplina y ejercicio, que permita remover obstáculos y afianzar los mejores hábitos. Para comprender plenamente una emisión es preciso identificar el tema, sus partes, sus relaciones y la intencionalidad del hablante. En fin, se trata de recuperar el plan que tuvo en mente el interlocutor.
Escuchar con atención es interesarse realmente por lo que le quiere comunicar su interlocutor y no hacer demostraciones externas de una escucha falsa. No es que sea malo mirar al interlocutor, sonreírle, mover la cabeza, o exhalar sonidos con función fática, como las muletillas “ya, ya, sí, sí, comprendo”, etcétera. Lo que no es adecuado es que estas señales sean vacías, un simple engaño al hablante. Nichols (1995) piensa que los oyentes que simulan interés no nos engañan por mucho tiempo, incluso aunque a veces se engañan ellos mismos, pues tarde o temprano se ponen en evidencia. A partir de la comprensión de lo que le ha querido comunicar el hablante, el oyente pasará al análisis crítico, basado en los juicios que se va formando del hablante sobre la información por él expresada. Una condición del análisis crítico es que éste sea objetivo y justo, y que no se emita sin antes estar seguro de una plena comprensión del mensaje.
Anthony de Mello (1998) afirma sobre el tema lo siguiente:
Escuchar no es tan fácil como podría parecer. La razón es que siempre escuchamos a partir de conceptos establecidos, posiciones y fórmulas establecidas, de prejuicios... Escuchar no significa creer ciegamente, ni tampoco atacar o simplemente estar de acuerdo. Escuchar significa estar alerta... con una especie de mente virgen.
Una persona escucha en un contexto determinado, con un objetivo o propósito específico y con expectativas como informarse, recibir respuesta, solicitar algo. Su participación en la comunicación es definitiva, pues de ella, finalmente, depende la recuperación de la información procesada por el emisor. Por esta razón es muy importante que un interlocutor también se ejercite con paciencia en la habilidad de oír y escuchar para comprender plenamente el discurso.
Algunas características del perfil de un oyente competente y exitoso podrían ser:
Existen muchas situaciones en que se produce la comunicación oral, especialmente de tipo informal: solicitudes, recital poético, recital de coplas, canto, llamada telelefónica, programas radiales, explicaciones en clase, informes técnicos presenciales, piezas retóricas políticas o religiosas, sustentación o asesoría educativa, reuniones de todo tipo, declaración de amor, compra o venta de algo, trámites administrativos, una consulta médica o en cualquier otra profesión, el ejercicio de la docencia en las clases, etcétera.
A pesar de lo anterior, es factible clasificar los discursos orales en tres grandes grupos de géneros, según la comunicación predominante: la comunicación interpersonal, la comunicación ante un auditorio y las comunicaciones en grupo o en grupos. De cada uno, nos detendremos en los géneros más usados en los distintos ámbitos de la vida cotidiana, educativa, laboral, científica, administrativa, etcétera.
La comunicación interpersonal, de la cual nos ocuparemos enseguida, es aquella que se basa en el intercambio que se desarrolla entre dos personas, turnando el papel de hablante y de oyente en un continuo ir y venir de información (Cf. p.4,5,56). Lo más frecuente es que se realice cara a cara, en forma presencial, pero gracias a la tecnología, también tiene lugar de manera distinta, por ejemplo, a través del teléfono o por la Internet.
Los géneros de la comunicación interpersonal se agrupan en dos: a) los discursos de tipo informal (Cf. p.69), que siguen las características del discurso cotidiano, por ejemplo, la conversación y el diálogo. Se trata de interacciones comunicativas, de uso inmediato entre las personas, con propósitos, unas veces informativos y otras, expresivos o de acción directiva; b) y ciertos discursos interpersonales de un mayor grado de formalidad, que se aproximan a lo que comúnmente se llama la entrevista.
La conversación es un intercambio informal y espontáneo de cualquier momento o situación sobre tema libre, realizado entre dos o más personas de igual o distinto rango social o administrativo, con algún propósito específico, bien sea de trabajo, simple convivencia, o de satisfacción de las necesidades. Es indiscutible que las relaciones personales, familiares, laborales y sociales, en general, se postulan a partir de las conversaciones (Echeverría, 1996).
Para que una conversación tenga éxito y buen fin no sólo se necesita claridad conceptual sobre el tema, y una actitud dispuesta, sino que particularmente es recomendable que su desarrollo se dé en forma oportuna, interesante y cortés. La oportunidad depende de saber cuándo comenzar y cuándo terminar, en qué momento tratar determinado tema, qué respuesta dar, a quién dirigirse, etcétera.
El interés depende no sólo del tema en sí y de la relación interpersonal, sino también de la manera como los sujetos participan en la conversación, animando, reactivando, estimulando, escuchando. El interés no consiste únicamente en hablar de aquello que nos guste, sino ante todo procurar aproximarnos al pensamiento y las experiencias de nuestro interlocutor.
Sin duda cualquier realidad del hombre y del universo puede ser tema de una conversación: ciencia, técnica, comercio, historia, comunicaciones, vida individual y social, problemas cotidianos, noticias, experiencias, necesidades, acciones, etcétera. Muchas veces, en una misma conversación se pueden tratar los más diversos temas. “Todo lo espiritual, lo místico, los valores, la fama, la filosofía, la historia pertenecen al ámbito de las relaciones en lo humano que es nuestro vivir en conversaciones. En el conversar construimos nuestra realidad con el otro. …Una comunidad humana está constituida por una red de conversaciones” (Maturana, 1997).
El respeto a las personas, la empatía, el reconocer y aceptar a los demás y el ser aceptado por ellos es la clave para una buena conversación. Este es un tema reiterativo de Maturana (1997), quien pone el éxito en el sentido de la amistad. “La amistad -dice el autor- es vivir en la aceptación del otro, en la legitimidad del otro, en la convivencia, sin exigencia, sin peticiones y sin juicios, como un espacio en el cual todo es posible y legítimo en la conversación, incluso el desacuerdo y la discrepancia”. Leamos uno de sus hermosos poemas, en donde hace resaltar el mismo pensamiento:
Yo y el otro
A veces digo cosas como si esperase que en otras mentes fuesen voces, y miro los ojos, y veo los rostros que con luces de crepúsculo unos; con destellos | de alborada, otros, allá en el silencio de sus propios mundos, y allí, en la quietud miran y me miran insondables momentos que sólo la amistad salva (Humberto Maturana). |
Sin embargo, es claro que la aceptación del otro en una conversación no es una condición únicamente de la amistad, como pudiera entenderse por lo expresado por el autor. Es una exigencia de cualquier interacción comunicativa humana, aún sin que medie una amistad entre los interlocutores.
Además de la oportunidad y del interés, otras exigencias de las conversaciones son la participación, la adecuación al contexto y la cortesía la cual se manifiesta en el buen trato, en las buenas maneras y un lenguaje acorde con la situación. En suma, los siguientes criterios podrían conformar el perfil de un buen conversador:
Mal ha predicado el cura,
dijeron unas devotas,
mas yo repuse: - “Es verdad,
hablaba a tontas y a locas”.
Otro ejemplo, que encierra ambigüedad, burla e ironía, se encuentra en los versos atribuidos a Quevedo para complacer a la reina y, al mismo tiempo, de manera disimulada, tratarla de coja, lo que nadie se atrevería a hacer, so pena de muerte:
Entre el clavel y la rosa,
su Majestad es-coja
Este tipo de expresiones en las conversaciones entre las personas, puede tener dos funciones: a) dar una mayor riqueza significativa, expresar humor o efectos estilísticos de hilaridad, y b) confundir al emisor u ocultarle algo. El primer uso se da en el humor cotidiano (expresado no sólo en piezas como las coplas, adivinanzas, sátiras, trabalenguas, acertijos, refranes, sentencias, dichos, etcétera) sino especialmente mediante los llamados chistes, que exigen oportunidad, ponderación y respeto,
El diálogo es una forma particular de discurso audio-oral en el que intervienen por lo menos dos partes, con el propósito específico de resolver un problema, dificultad o diferencia que los afecta. Se distingue de las conversaciones corrientes por la necesidad de una mayor formalidad y por el propósito general de buscar una aproximación o una nivelación entre los interlocutores, así éstos no sean de la misma jerarquía. Es decir, las partes deben estar en condiciones equilibradas y estar dispuestas a ceder y buscar un acercamiento, tendiente a una solución o a un posible acuerdo satisfactorio para ambas. Bobes (1992) afirma que “la nota más característica del diálogo frente a otras formas de intercambio semiótico posiblemente sea su capacidad para aclarar sentidos y crearlos mientras se desarrolla”. Es que el diálogo se construye entre las partes, regido por reglas sociales, o reglas particulares previamente acordadas.
La siguiente es la secuencia que se podría seguir en un diálogo:
Las exigencias mínimas para que un buen diálogo se produzca son:
La entrevista es una actividad formal, la mayoría de las veces de carácter audio-oral (aunque también la hay escrita), basada en preguntas y respuestas entre entrevistador y entrevistado, con objetivos y temas de alguna manera trazados de antemano. El propósito de la entrevista es recoger opiniones, declaraciones, puntos de vista o información especializada de parte del entrevistado, destinada a cumplir un fin específico, según el tipo de entrevista.
Existen varios tipos de entrevista de acuerdo con la finalidad y las personas que intervienen en ella:
Cualquiera que sea el tipo de entrevista, para su mayor éxito, se sugieren las siguientes orientaciones generales:
Es posible considerar cuatro momentos en la realización de la entrevista:
1. Entrada: para el saludo, ambientación y presentación según el caso.
2. Inicio de la entrevista: para precisar objetivo, tema y formular primeras preguntas.
3. Cuerpo de la entrevista: formulación de preguntas y respuestas.
4. Cierre: preguntas, conclusiones y aclaraciones finales. Agradecimiento.
La técnica empleada con más frecuencia en las intervenciones orales ante un grupo o público, suele llamarse exposición oral. La exposición es una de las formas básicas de presentación de un tema, en la que se manejan ideas, datos, hechos, conceptos, contrastes, analogías, paráfrasis, y demás contenidos de información. Exponer es dar a conocer a un grupo o a un público los diversos aspectos o puntos de vista de un tema, a fin de que los oyentes se enteren y se formen juicios precisos y objetivos.
Una exposición es individual si la prepara y la realiza una sola persona ante un auditorio, y es en equipo o en grupo, cuando el tema es preparado y desarrollado por varias personas (dos, y no más de cinco), quienes se organizarán para hablar en orden. Toda exposición, individual o en equipo, requiere tomar en cuenta ciertos requisitos técnicos relacionados con los pasos que se deben seguir en una intervención oral, a saber: preparación, desarrollo y evaluación.
Esta etapa básicamente comprende: análisis del auditorio, determinación de objetivos, selección y delimitación del tema, determinación de fuentes, búsqueda de la información y organización de la exposición.
Análisis del auditorio: antes de hablar, lo primero es considerar a qué público va a dirigirse. El hablante tendrá que preguntarse cómo se sentirán los oyentes ante sus palabras, cómo las recibirán, cómo las entenderán, qué respuestas se darán. En fin, hay que examinar aspectos como los siguientes:
Determinación de objetivos: esto se hará de acuerdo con los propósitos generales de la comunicación. El expositor habla para dar a conocer, para expresar afectos o experiencias, para influir interactivamente en los demás, para convencer o persuadir.
Dentro de estas líneas, una exposición puede estar orientada a objetivos específicos como “explicar las partes de un motor”, “hacer partícipes a los oyentes de una experiencia particular”, “persuadir al grupo para tomar determinada decisión”, etcétera.
Selección y delimitación del tema: mucho del éxito de las exposiciones depende de la acertada escogencia del tema. Para ello, se recomienda tener en cuenta, entre otras, las siguientes orientaciones:
Determinación de las fuentes: estas fuentes pueden ser la observación directa, experiencias de laboratorio, bibliografía, archivos y consultas personales. Las fuentes se seleccionan en estrecha relación con el tema y los objetivos.
Búsqueda de la información: para ello es aconsejable partir de un esquema o plan provisional y documentarse en las fuentes, tomando nota en fichas de trabajo o cualquier otro medio de registro de información, manual, electrónico o virtual, con miras a la organización del discurso.
Organización de la exposición: se elabora un esquema o plan de temas definitivo, y de acuerdo con este se organiza el material compilado y se ordena la información. Si se requieren otros recursos o ayudas (carteles, diapositivas, filminas, cintas magnetofónicas, video-tape, libros, revistas, multimedia, etcétera), es el momento de dedicarse a su preparación. El resultado es la base para armar el esquema o plan que sustentará el discurso.
Dependiendo del tipo de intervención, en la producción de un discurso oral son de considerar cuatro fases o momentos que el expositor debe tomar en cuenta, desde la planeación de la actividad hasta cuando se inicia el uso de la palabra. Estos momentos son:
Ambientación: antes de iniciar la locución, el expositor (o expositores) se hará presente cumplidamente, organizará a los oyentes en el recinto y se dispondrá a la actividad constatando que todo esté listo. En la conferencia y discursos retóricos, el expositor suele ser presentado al público por un tercero.
Introducción: su fin es captar la atención del auditorio y presentar el tema o tesis que sustentará. La atención se despierta motivando de muchas maneras: citando a un autor, una sentencia o un refrán, aludiendo a un hecho de actualidad, sentando la tesis o afirmación, relatando una anécdota, formulando preguntas, dando una definición, haciendo una comparación o haciendo referencia a una situación específica de los oyentes.
Cuerpo de la exposición: en ella el expositor desarrolla y sustenta el contenido central que se propone transmitir a sus oyentes. Son muchas las estrategias que se pueden emplear en el cuerpo de una exposición, según el tipo de discurso. Lo primero que se aconseja es seguir el orden trazado de antemano en la preparación, procurando comunicar de manera clara, coherente y unitaria los conceptos correspondientes hasta agotar el plan y el tiempo previsto.
Algunas estrategias para el desarrollo pueden ser el empleo de citas o referencias, comparaciones, descripciones, argumentaciones, relatos de hechos o sucesos, contrastes, datos estadísticos, enumeraciones, clasificaciones, definiciones, preguntas y respuestas, ejercicios de aplicación, experiencias directas y muchas otras formas.
El apoyo en ayudas o recursos es otra estrategia importante. Se puede valer de dibujos, diagramas, mapas, proyecciones, grabaciones, dramatizaciones y también de impresos, guías, libros, periódicos y revistas. Una recomendación importante es anotar en una parte visible palabras técnicas, fechas, nombres propios y cifras estadísticas. En fin, el hablante no debe olvidar que se dirige a un grupo de personas de quienes puede recibir abundante retroalimentación durante su locución y con las cuales buscar continua comunicación. En ellas puede notar reacciones espontáneas de aceptación, duda o rechazo por determinadas afirmaciones, que le arrojarán luz para explicar más, insistir o hacer preguntas
Finalización o conclusión: una vez desarrollado el cuerpo de la pieza oral, se trata de saber cómo terminar, lo cual es tan importante como saber empezar. La parte final, en las exposiciones netamente informativas, lo más corriente es que corresponda a una síntesis o resumen de lo dicho. Cuando el objetivo específico va más allá de lo informativo, la culminación puede consistir en una reafirmación de la tesis central o una invitación para que los oyentes asuman determinada posición, tomen una decisión o emprendan algunas acciones. Terminada la intervención, es recomendable dar la palabra a los oyentes para que pregunten y pidan aclaraciones, que desde luego responderá el expositor.
La práctica de la comunicación audio-oral no debiera concluir con los enunciados que emita el último de los hablantes. En realidad sería muy provechoso que los participantes (como hablantes u oyentes) se adentren en una etapa de análisis de la actividad realizada con el fin de determinar los logros y el grado de eficiencia en el desarrollo. Para ello será útil una evaluación informal (por ejemplo, a través de preguntas, de un diálogo adicional o de comentarios) o una evaluación más formal y una auto evaluación que conduzca a un conocimiento más aproximado de cómo se desarrolló la actividad.
Una planilla de evaluación formal tomará en cuenta indicadores relacionados con aspectos como los siguientes:
Son elementos materiales o tecnológicos que prestan una ayuda valiosa para facilitar la comunicación, ampliando las posibilidades expresivas de las palabras y el movimiento corporal. Como se observa en la tabla de la página siguiente, gracias a los aportes de la moderna tecnología, actualmente existen muchos recursos o medios de apoyo a la acción del discurso oral, en sus diferentes géneros. Los principales medios en que se apoya el expositor se clasifican en:
TIPO DE MEDIO | NOMBRE | DESCRIPCIÓN |
Visuales | Proyección de acetatos | El proyector de permite exponer trasparencias con dibujos o texto, facilitando visualizarlos. |
Carteles o carteleras | Información textual o ilustrada en letra visible sobre hojas grandes de papel o cartulina. Deseable que se escriba con marcadores de color. | |
Se suelen fijar en el papelógrafo. Éste es un medio de soporte para colocar los carteles u hojas blancas para que el locutor escriba. | ||
Gráficas, planos, dibujos, mapas y fotografías | Pueden diseñarse, organizarse o fijarse en esquemas, según el tema y el objetivo | |
Diapositivas (filminas) | Son transparencias tomadas con cámara fotográfica y proyectadas (por un proyector de diapositivas). Generalmente registran situaciones espaciales o sociales. | |
Textos, periódicos o revistas | Se dan a conocer a los oyentes, según las necesidades. | |
Auditivos | Grabaciones de audio | Se utilizan grabadoras tradicionales con casetes normales o pequeños. Son un medio para reproducir voz o sonidos y acompañar medios visuales, como las diapositivas. |
Grabaciones de audio en CD | Pueden valerse también de grabadoras, computadores o equipos especiales. | |
Audiciones de radio, musicales | Su uso depende de la oportunidad y necesidad de la exposición. | |
Audiovisuales | Sonovisos | Se basan en el uso simultáneo y sincronizado de grabaciones de sonido, acompañado de la proyección de imágenes (diapositivas, otras). |
Video grabaciones | Para grabar se utilizan cámaras para video. Los hay de las más diversas clases. Hasta ciertos aparatos de teléfonos móviles sirven. Para reproducir se requiere de aparato de video y TV. Por lo anterior es costoso, pero de excelente apoyo. | |
Proyecciones con videobeam | Se valen de un computador y un proyector de imagen donde se muestran en orden diapositivas acompañadas de movimiento y sonidos. Son un excelente medio de bastante uso por parte de muchos conferencistas. | |
Documentales y películas | Son un medio excelente. Además del sonido y la imagen, entran el movimiento, la trama, escenificación, color, etcétera. |
El informe técnico oral es una exposición (individual o en equipo) “destinada a presentar, de manera clara y pormenorizada, el resumen de hechos o actividades pasadas o presentes, y en algún caso, de hechos previsibles, partiendo de datos ya comprobados” (Fernández de la Torriente, 1975).
Por su naturaleza, los informes -técnicos o científicos- suelen ser trabajos de grupo en la administración y en las diversas comisiones de estudio o de investigación. Se suelen presentar de manera escrita, como se explicará en el capítulo séptimo (Cf. p.94 y ss), y también se sustentan de manera oral.
Algunas características del informe oral son:
Se trata de piezas especiales de exposición oral, caracterizadas por sus propósitos de profundizar y divulgar los conocimientos y experiencias, en un campo particular del saber. Por tanto, las conferencias las dictan o desarrollan personas de alguna autoridad o conocedoras del tema correspondiente. La conferencia es, por antonomasia, la comunicación verbal oral de carácter científico o técnico, pues su objetivo es divulgar o compartir el conocimiento en los diversos campos del saber y de la ciencia.
Las conferencias se preparan rigurosamente, recogiendo la información pertinente, elaborando el esquema, ordenando y organizando el material de apoyo indispensable, según se detalló anteriormente al hablar de la exposición oral (Cf.p.94 y ss). Para su ejecución, se siguen las mismas orientaciones dadas allí.
Una conferencia se debe anunciar con anticipación, señalando fecha, lugar, hora e invitados. El conferencista, a su vez, acudirá cumplidamente al compromiso adquirido. Antes de iniciar la disertación, se suele hacer una presentación del conferencista al público en la cual se hace referencia a la vida, obra, trayectoria y méritos del expositor.
En la realización, el conferencista tomará en cuenta, entre otros aspectos:
La retórica u oratoria ha sido una disciplina tan antigua como las artes y la literatura. En griego, retor y en latín orator significan “orador”. El buen orador ha sido (y sigue siendo) líder y promotor de los pueblos a través de la historia, como lo atestigua la influencia política de Demóstenes en Grecia y la de Cicerón en Roma, en la antigüedad. En los tiempos modernos la pericia en la palabra continúa siendo la llave hacia el éxito en la conducción de las gentes para los predicadores, los líderes políticos, gobernantes y muchos promotores comunitarios.
Para toda persona culta, en cualquier posición que se encuentre, una buena dosis de capacidad de dirigirse a un público para convencerlo, es una herramienta poderosa de éxito y progreso. La elocuencia o dotes de orador se fundamentan en el aprovechamiento de las cualidades que da la naturaleza, y en la formación que se adquiere par el estudio y la intensa práctica. Al respecto el tratadista Loprete (1963) afirmaba con mucha razón: “El ejercicio efectivo de la palabra se apoya en dos bases: la naturaleza y la educación. Todas las personas hablan, pero muy pocas lo hacen con eficacia, ya que la capacidad elocutiva requiere cultivo y educación. Los seres elocuentes por naturaleza son la excepción del orden normal humano”.
El discurso como pieza retórica es una intervención de carácter expositivo y argumentativo. Su objetivo es convencer y persuadir a los oyentes, para que piensen y sientan de determinada manera, para que adopten una posición específica o para que emprendan acciones particulares, según el tipo de intervención.
Según la retórica clásica, son cinco las partes o fases que conducen a la estructuración de un discurso:
En realidad, los pasos que se siguen para el discurso retórico son los mismos que se indicaron para toda intervención oral (Cf. p.94 y ss), desde luego, adoptando su estructura y estilo a los objetivos y naturaleza del género retórico. De acuerdo con esto, consideraremos sólo tres fases: a) la preparación, la cual incluiría la invención, la disposición y algo de la elocución; b) la elección de argumentos, que implica preparación, disposición y elocución; y c) la pronunciación del discurso, que implicaría parte de la elocución y la memoria.
Las cualidades que, desde muy antiguo, se han exigido a un orador son probidad, conocimiento, autoridad y pericia. Hoy día se suelen considerar, además, que sea sincero, agradable, veraz y que hable con naturalidad.
La probidad nace de la honradez moral e intelectual, que el orador debe tener con el auditorio, del cual quiere convertirse en su conductor. La responsabilidad del orador es enorme, quien siempre tendrá como misión defender al justo, denunciar la injusticia y luchar por la verdad. La demagogia, que consiste en exaltar las pasiones o aprovecharse del auditorio para fines propios, es un mal uso de la elocuencia y va contra la probidad.
El conocimiento se da en relación con el tema, el auditorio, la ocasión y también con el manejo del idioma y demás estrategias de expresión, tal como se ha dicho para toda intervención oral. La autoridad se basa en la probidad, en el conocimiento del tema y en la seguridad de poder enseñar o hacer algo por los demás. En la práctica, un oyente sabe cuándo una persona habla con autoridad y cuándo no, por la confianza que le inspira y por el mismo mensaje en sí.
La pericia oratoria es la capacidad que permite una enunciación clara, lógica y cargada de sentidos e intencionalidades expresivas consecuentes con el objetivo. El lenguaje denso en significados y adaptado a los patrones de la ocasión (culto, técnico, expresivo) permite la caracterización de un estilo formal de tipo argumentativo (Cf. p.228 y ss), en el que cuentan no sólo las ideas, sino también los razonamientos y la fuerza emocional, legítimamente aplicada para persuadir.
El orador es sincero si demuestra estar convencido de lo que dice y con sus palabras es consecuente con ello. “Sólo convence quien cree en lo que dice y lo dice honestamente, y quien reconoce cuando se equivoca o no sabe alguna cosa” (Yerce, 2007). El ser agradable nace de una personalidad y actitud dispuesta a recrear y ganarse el oyente, y de un estilo ágil y ameno. Ser veraz es una cualidad esencial, pues nada menos que de ella depende mucho la capacidad de convencer. El hablante que pretenda jugar con la mentira y el engaño, tarde o temprano será descubierto, y a larga se engaña es a sí mismo. La naturalidad se manifiesta en la voz, en las palabras y también en la expresión corporal. Es contraria al discurso de alguna manera fingido, forzado o poco consecuente con la personalidad del orador.
En la preparación conviene resaltar la elección y estudio del tema, la redacción del discurso o construcción del guión y la práctica en alta voz.
Elección y estudio del tema: el tema debe elegirse cuidadosamente consultando no sólo el objetivo y el auditorio, sino también la ocasión, factores determinantes del tipo de discurso. La ocasión contribuye a determinar la profundidad, el grado de formalidad y la extensión de la intervención oratoria. De acuerdo con el tema, existen muchas clases de discursos o piezas oratorias: se dan discursos políticos, militares, forenses, religiosos (predicaciones), didácticos y sociales. El estudio es parte de lo que los antiguos llamaban inspiración (atribuida a las musas) que es una meditación y asimilación personal de los motivos del tema y sus proyecciones en la experiencia de la vida (Cf. p.168). En la documentación se analizarán las fuentes y se organizará el material indispensable, que será aprovechado para la elaboración del guión.
Redacción del discurso o preparación del esquema guía: tanto para la redacción de toda la pieza del discurso o el diseño del guión, el orador deberá considerar tres partes básicas: la introducción (o exordio, para los antiguos), el cuerpo del discurso y la conclusión (o peroración para los retóricos).
La parte inicial, que los antiguos llamaron exordio, es un breve planteamiento de la tesis defendida y una honda motivación para captar la atención y la benevolencia de los oyentes. En el cuerpo o parte central se exponen los argumentos o razones para que el oyente acepte la tesis propuesta, reforzando con manifestaciones de actitudes y afectos, y con explícitas exhortaciones para que adopten la posición del orador. Por esto se considera la pieza oratoria como uno de los ejercicios máximos por excelencia de la función apelativa, en que se busca interactuar con el receptor. En el cuerpo del discurso se suele razonar, refutar, aplicar, atestiguar, relatar y encadenar cuantos actos ilocutivos y perlocutivos sean necesarios para convencer y persuadir al oyente.
La parte final, llamada peroración, busca concluir aplicando la última estrategia para inclinar la balanza a favor de su punto de vista. El final también es breve y podrá reducirse a un resumen, una sentencia, una aplicación o una explícita invitación al oyente para que piense o actúe de acuerdo con lo expuesto.
El orador dispone de muchas formas de argumentar y estructurar su discurso, para convencer a los oyentes sobre una tesis o una propuesta. Los argumentos más usuales destinados a convencer se describen en el capítulo séptimo, al hablar del texto argumentativo (Cf. p.228 y ss). Como se verá allí, dichos argumentos son:
Pero es distinto convencer de persuadir, por lo cual es posible que no sean suficientes este tipo de argumentos. La acción de convencer se dirige a la razón, al entendimiento, es de carácter racional. En cambio, persuadir es una acción cargada de una fuerza pragmática perlocutiva, orientada a ganarse no sólo la inteligencia, sino el corazón y la voluntad del auditorio. En otras palabras, persuadir implica convencer y también conmover al auditorio. Por ejemplo, un orador puede convencer a la gente sobre la conveniencia de elegir a un dirigente, sobre la necesidad de aportar determinado tributo o sobre la bondad de un servicio o producto comercial; otra cosa muy distinta es que las personas efectivamente voten por el dirigente, paguen el tributo o compren el servicio o el producto comercial.
Para lograr esto último, al orador no le basta convencer, debe además mover el sentimiento y la voluntad de la gente, es decir, persuadirla, con otro tipo de razones. Es sentir como ser humano, enviar argumentos al corazón y mover a la acción. Si quieres que tu oyente sonría, pues debes sonreír tú; y si quieres que llore, pues llora tú. Y si quieres que el otro haga algo, además de convencerlo sobre el beneficio o bondad de la acción, no le digas “hazlo”, demuéstrale cómo se hace y con un “hagámoslo”.
Antes de la pronunciación, es muy útil una práctica intensiva. Si el discurso se redactó y se va a leer, esto debe ejercitarse en voz alta ante un grupo, amigos o un espejo grande. Si se va a manejar un esquema guía, debe hacerse la práctica en igual forma, procurando buscar las palabras y frases adecuadas, como si estuviera ya pronunciando el discurso frente al público. En épocas antiguas se acostumbraba a redactar el discurso y confiarlo a la memoria para la ejecución respectiva. Hoy día esta práctica ha desaparecido por cuanto con el olvido de una palabra o frase puede echar a perder la mejor de las piezas retóricas. Mencionemos las tres formas de pronunciar un discurso que más se usan:
En la administración, en los negocios, en las actividades laborales y en la vida social se hace necesario participar en diversas reuniones, cuyo éxito depende en gran medida del manejo de las intervenciones orales y el desarrollo mismo de la dinámica grupal. Una reunión bien llevada puede aportar múltiples beneficios personales a los grupos, a las instituciones y a la comunidad, que se favorece con una información ampliada y enriquecida, y con las mejores directrices y decisiones en todos los campos de la actividad humana. Varias cabezas piensan mejor que una, ya que pueden analizar los problemas desde diferentes perspectivas. De ahí la necesidad de desarrollar capacidades para dirigir cualquier reunión, o para participar en ella con eficacia y responsabilidad. La comunicación oral en grupos toma como base las mismas exigencias señaladas para toda comunicación oral, en los procesos de emisión y recepción, es decir, desde el punto de vista del hablante y del oyente.
Cabe añadir una particularidad, que emana del conocimiento y dominio de ciertas técnicas y pautas de orden: el hablante emite, cara a cara, para varios oyentes y estos, a su vez, han de atender a mensajes procedentes de diferentes direcciones, todo con un objetivo común, según la actividad grupal. Por tal razón, las líneas de comunicación e interacción que se trazan, según las direcciones, y los efectos de interlocución, pueden multiplicarse, de acuerdo con el tipo de reunión, el tema, el número de participantes y la organización del grupo.
Líneas de interacción al interior de un grupo
Algunas pautas básicas que se sugieren para asegurar éxito de cualquier reunión son:
Es posible distinguir diversas clases de reuniones de grupo, según el punto vista desde el cual se las considere. Señalemos algunas:
A continuación el lector encontrará la tabla en que de manera de síntesis se describen las actividades o reuniones de grupo que se practican con mayor frecuencia en los ambientes educativos, científicos y laborales. Para cada caso, se indican en forma resumida el nombre de la reunión, sus propósitos, su desarrollo y los participantes.
Características Reunión grupal |
Propósitos | Desarrollo | Participación |
Discusión en pequeños grupos |
• Intercambio • Profundización de un tema |
• Discusión libre e informal, orientada por un coordinador. • Informal. |
• Grupos pequeños. • Cerrada |
Debate |
• Intercambio • Vivencias situacionales. • Esclarecer puntos controvertidos. • Desarrollar sentido grupal. |
• Discusión dirigida entre dos o tres grupos de participantes, orientados por un coordinador. • Formal. |
• Grupos pequeños. • Coordinador • Cerrada (A veces, abierta). |
Juego de roles |
• Profundizar un tema. • Interpretar o aplicar temas. • Desarrollar sentido grupal. |
• Dos o más personas representan una situación real ante un grupo mayor • Formal |
• Grupos pequeños y grupo mayor
y coordinador • Relativamente abierta |
Phillips 6.6 |
• Intercambio. • Interpretar o desarrollar temas. • Buscar rápida integración |
• El grupo grande se subdivide en subgrupos de seis personas quienes discuten durante seis minutos. Al final rinden informe. • Formal. |
• Grupo mayor, pequeños y coordinadores • Cerrada. |
Torbellino de ideas |
• Intercambio. • Capacidad de análisis y pensamiento creador. |
• Los miembros de grupo exponen libremente las ideas que se les ocurren y después se organizan
y discuten. • Informal. |
• Grupo mayor dividido en
subgrupos • Relativamente abierta. |
Mesa redonda |
• Intercambio. • Profundización de temas. • Promoción de actitudes positivas. • Solución de problemas. |
• Los integrantes de un grupo pequeño, colocados en un plano de igualdad, discuten un tema para llegar a una conclusión, bajo la orientación de un moderador o coordinador. • Informal. |
• Grupo pequeño y coordinador. • En ciertos casos, un auditorio o público. • Cerrada. |
Panel |
• Profundización de un tema. • Promover actitudes positivas •Aclarar controversias. |
• Expertos exponen un tema controvertido ante un público, orientado por un coordinador El público no interviene • Formal. |
• Grupo pequeño y grupo mayor y coordinador. • Relativamente abierta. |
Foro |
• Intercambio • Profundización de temas. • Desarrollo del pensamiento crítico y responsable. • Aclarar puntos de vista. • Asumir posiciones. |
• Ante un grupo mayor (auditorio) un grupo de expertos discute un tema con la participación de todos los presentes. • Formal |
• Expertos. • Coordinador. •Auditorio (abierto) • Abierta. |
Seminario |
• Intercambio • Adquirir información • Profundización de temas. • Desarrollo del pensamiento critico, invesbgativo y creador • Sentido de responsabilidad grupal. |
• Grupos trabajan sobre un tema de lo cual rendirán cuenta al grupo mayor • Formal. |
• Grupo mayor. • Grupo pequeño • Director • Relativamente abierta. |
Simposio o Congreso |
• Intercambio. •Actualización. • Vivenciar. • Profundizar |
• Expertos se organizan en pequeños grupos para tratar temas de su especialidad. • Formal |
• Grupo mayor abierto. • Grupos o comisiones. • Presidente y secretario • Relativamente abierta. |
Actividades grupales
El fogoso animal que me cargaba no vio inconveniente en morirse a la salida de Santa Fe. Sin previo aviso se desplomó y yo hube de saltar, o de lo contrario habría quedado debajo de aquellos huesos con forro. El alférez Ángel González dijo: - Tendréis que seguir a pie, don Antonio, porque he recibido órdenes de seguir adelante, pase lo que pase. - ¿A pie? Supongo, señor alférez, que no pensará usted que a pie pueda llegar yo unos metros más lejos de lo que esta pobre bestia. - Lo siento, don Antonio, yo tengo que cumplir mis órdenes; si por mí fuera me devolvería y os daría un buen caballo; pero no puedo. Sigamos.
(Santos Molano, Enrique. Memorias fantásticas).
Tras tres tragos | travesuras de entremés. |
y otros tres, | trápolas, tramo y tragón, |
y otros tres, | treinta y tres tragos de ron, |
tras los tres tragos | tras trozos de trucha extremo |
trago y trago | tris, tres, tras, los truene el trueno |
son estragos. | tron, trin, tran, tran, torrotrón. |
Trepo intrépido al través, | (Vital Aza) |
Las guerras no tienen vencedores. | Cómo mejorar la seguridad en las ciudades. |
Beneficios de las amistades. | Aire, agua y sol son los mejores médicos. |
¿Hay valores superiores al dinero? | La ética no ha pasado de moda. |
Señores directores, amigos profesionales y trabajadores, señoras y señores:
Hay momentos de la vida en que comenzar es en cierto sentido triunfar. No es otra la sensación que embarga a quienes asistimos a este acto trascendental, mediante el cual celebramos el inicio de esta institución.
Al contemplar con alegría la magnitud de la empresa naciente y evocar las dificultades sorteadas, los aciertos obtenidos y los obstáculos superados por quienes propendieron por verla surgir, no me cabe duda de que la historia se divide en dos partes: la primera cubre el tiempo hasta hoy transcurrido, símbolo de tesonera labor, de aunados esfuerzos, de anhelos y esperanzas. ¡Cuántas jornadas de desvelos y de trabajo, de experiencias amargas y luchas incesantes abrieron el camino a tan feliz culminación!
La institución que hoy se inaugura lleva júbilo y satisfacción a lo más íntimo de nuestro ser. A partir de hoy ofrecemos a la comunidad regional y nacional unas instalaciones dotadas de modernos equipos, de cómodas dependencias y magníficos servicios; y también ponemos a la disposición de los usuarios una organización asiduamente estudiada, que seguramente será ejemplo de eficiencia. Un grupo numeroso de profesionales y demás trabajadores, seleccionados con la mejor calificación, harán parte de esta nueva empresa, con nueva vida y grandes oportunidades de superación.
La otra parte de la historia se inicia hoy, cuando se impulsa una realización que es preciso conducir a buen término. Será necesario mantener la organización y la cooperación para asegurar resultados óptimos que beneficien a todos; esta es la meta que nos debemos proponer conseguir, unidos por los lazos de la fe, la unión, el compañerismo y la aspiración.
Al concluir quiero dar sentidas gracias a cuantos nos acompañaron en momentos difíciles y contribuyeron para llegar a los logros presentes. ¡Para ellos sean ante todo la satisfacción y el éxito venidero! En fin, a todos los que hoy llegan a engrosar las filas de esta nueva familia, también mis agradecimientos y mi invitación para seguir adelante con entusiasmo, denuedo y lealtad.
Mario convocó a una mesa redonda a Pedro, María, Luisa, José, Néstor, Jaime y Cecilia todos promotores de ventas, para discutir durante una hora sobre cómo organizar un lanzamiento de un producto. Mario no dio a conocer antes la agenda, pero él sí había preparado la reunión y le había pedido a Luisa que pensara en una corta exposición. Los promotores se sentaron frente a Mario y lo confirmaron como moderador, dejando a José como relator. Mario pidió que se sentaran en círculo. Una vez leída la agenda, Néstor tomó la palabra para opinar que lo mejor era trabajar cada cual por su cuenta. Mario le llamó la atención para pedirle que se callara. Enseguida introdujo el tema Luisa, después de lo cual se inició la discusión en que pidieron la palabra y hablaron en orden todos excepto Néstor, quien calló. Mario le solicitó su opinión sobre una propuesta de Pedro, y Néstor contestó descomedidamente que la propuesta era ineficaz. Mario le respondió y luego Néstor, para trabarse una agria discusión entre los dos. Tuvo que mediar José, con lo cual la discusión continuó. Más adelante Néstor trabó discusión con Cecilia pero Mario coordinó y condujo la reunión al tema. Hubo acuerdo, que José leyó como conclusión, en relación con la primera parte, pero no se discutió la segunda parte por falta de tiempo.
6 Niño Rojas., Víctor M. Fundamentos de semiótica y lingüística. Bogotá: ECOE, 2007.
7 Consultar: Niño Rojas, Víctor M. Fundamentos de semiótica y lingüística. Bogotá, ECOE, 2007.