© Editorial UOC 531 Medios de comunicación, movilización y protestas
tampoco tienen la capacidad de comprender todas las realidades ni la capaci-
dad física o temporal de abarcar todo lo que sucede, Internet se presenta como
herramienta esencial para organizar, movilizar, actuar y difundir información
en la era de la información.
Durante el mes de septiembre el movimento por Timor se desvaneció a medi-
da que los acontecimientos cumplían los objetivos propuestos. Curiosamente,
la atención de los medios de comunicación internacionales tan sólo se gene-
ralizó tras la difusión de las primeras imágenes de las protestas en las calles de
Lisboa y después del aumento del número de mensajes de correo electrónico
de apoyo que empezaron a circular por Internet.
Los foros online y la participación global que atrajeron son ejemplos de
cómo el alcance del movimiento por Timor estaba finalmente llegando a la opi-
nión pública internacional.
La batalla por la cobertura mediática librada por el movimiento alcanzó su
auge cuando las imágenes del sitio a las instalaciones de Naciones Unidas en
Dili fueron difundidas por todo el mundo y quedó claro que el bloqueo infor-
mativo promovido por Indonesia tan sólo confirmaba lo que ya circulaba por
Internet: que estaban en marcha violaciones masivas de los derechos humanos
en Timor.
El 9 de septiembre de 1999 el Primer Ministro británico Tony Blair y el
Presidente de EE.UU. Bill Clinton acordaron la necesidad de enviar al territorio
una fuerza multinacional bajo el mandato de Naciones Unidas.
El día 12 Indonesia requirió formalmente al Secretario General de las
Naciones Unidas la presencia de esa fuerza multinacional y el 16 el Consejo de
Seguridad aprobó la resolución 1264, instando al Secretario General a concretar
el envío de tropas y el establecimiento de una administración provisional del
territorio.
Una fuerza multinacional liderada por Australia llegó a Dili el 20 de sep-
tiembre de 1999.
El movimiento por Timor necesitó de este modo once días de acciones con-
certadas junto con la instrumentalización de los medios de comunicación de
masas tradicionales, Internet y la acción diplomática del estado portugués para
obtener la atención pretendida de la comunidad internacional y los gobiernos
representados en el Consejo de Seguridad.