© Editorial UOC 503 Medios de comunicación, movilización y protestas
capital y la detención por creencias religiosas o comportamientos individuales
concretos no han sido debidamente integrados en el análisis de los movimien-
tos sociales, sobre todo en la literatura consagrada a los nuevos movimientos
sociales (Garner 1996, Cohen, Rai 2000).
Pero dado que el propio surgimiento de la cuestión de los derechos huma-
nos es inconcebible fuera de la dinámica de los nuevos movimientos sociales,
la construcción social del dolor y el modo en que se constituye como movili-
zador de la práctica social deben ser integrados en la teoría de los movimientos
sociales (Baxi 2000).
Al reinterpretar la categorización propuesta por Touraine (1982), Castells
(2004) afirma que la definición de un movimiento social se asienta en tres prin-
cipios: su identidad (su autodefinición y la definición de los agentes sociales
que dice representar), su adversario y su objetivo social (el orden social que su
acción colectiva pretende alcanzar).
En el caso del movimiento por Timor, el adversario era el conjunto de
agentes políticos y sociales directamente responsables de los abusos cometidos
contra el pueblo maubere o indirectamente imputables a ellos por omisión o
no actuación.
Como objetivo, el movimiento exigía el fin de la violencia y la presencia de
una fuerza internacional de intervención en el territorio.
En cuanto a su identidad, pretendía representar a todos los timoreses que
no podían hacerse oír fuera de su territorio y era el resultado de una coalición
informal de ciudadanos portugueses, asociaciones y refugiados timornses, orga-
nizaciones no gubernamentales, asociaciones ciudadanas, empresas privadas y
miembros del aparato del estado.
Dado que todos estos grupos son identificables en la protesta por Timor,
tiene sentido considerarlo un movimiento social. Pero el movimiento por Timor
presenta asimismo rasgos distintivos de un movimiento social de la era de la
información (Castells 2004).
A semejanza de lo que sucedió en las protestas contra la Organización
Mundial de Comercio en diciembre de 1999 (Castells 2004a), aunque aquí
se centre en la defensa de los derechos humanos, el movimiento actuó local-
mente en el sentido de ejercer una influencia global –sobre todo para llegar
a los ámbitos de decisión en el marco de Naciones Unidas– instrumentali-