los electores frente a sus representantes, las representaciones de los elegidos frente a

los electores y los condicionantes externos como el funcionamiento del sistema de

medios.

Del análisis de las respuestas de los parlamentarios no podemos dejar de

considerar que son conscientes de la existencia de ideas muy negativas de elec-

tores frente a los elegidos. Por otro lado, los propios políticos (por lo menos en

el caso portugués) parecen tener también una idea negativa de la capacidad de

los electores en desempeñar un papel activo de utilidad para el proceso demo-

crático. En último extremo, ello lleva también a la inexistencia de mayores

incentivos por parte de los parlamentarios a una mayor participación a través

de Internet

Así, las representaciones de los parlamentarios frente a Internet (como

elemento potenciador de la democracia), a pesar de ser mayoritariamente

positivas, no dejan de enmarcarse en la desconfianza recíproca entre electos y

electores.

Para los parlamentarios, Internet es una fórmula eficiente para incrementar

las relaciones democráticas sólo cuando la confianza entre las partes es a priori

elevada. Cuando es escasa, Internet sólo se considera una esperanza de reno-

vación futura de las prácticas democráticas que actúa más como deseo positivo

de algo que va a suceder en el futuro que como elemento de cambio de los

modelos actuales de política informacional.

¿Internet como rehén de la política informacional

institucional?

A lo largo del punto anterior hemos analizado la aportación de Internet a

un cambio del modelo de política informacional, priorizando su papel como

herramienta de comunicación interpersonal entre elector y electo.

En este sentido hemos analizado la disponibilidad y el tipo de interfaces tec-

nológicas entre electos y ciudadanos, las prácticas y representaciones de los electos

frente a Internet como vehículo de participación y el interés y predisposición de

los ciudadanos en participar haciendo uso de esas herramientas tecnológicas.