© Editorial UOC 421 La política mediada
En un mundo de redes globales aculturales y trasnacionales y ante fenóme-
nos de creciente valoración de dimensiones de base identitaria de las socieda-
des hay que tener presente que nuestra propia noción del estado puede sufrir
cambios substanciales también a través de diferentes formas de fundamentalis-
mos (Castells 2004).
Esta crisis de legitimidad del estado debido a los factores mencionados de
la dinámica de las redes de riqueza, información y poder transorganizacional
se entrelaza estrechamente con la crisis de credibilidad del sistema político, es
decir, con un sentimiento persistente de desilusión y desconfianza hacia los
medios políticos y la política en general por parte de los ciudadanos.
Condicionado en gran parte por los medios de comunicación, dependiente
de estrategias de marketing político de manipulación tecnológica y dirigido por
una política de personalización y vaciado del debate político en los medios de
comunicación, el sistema de partidos ha perdido buena parte de su legitimidad
en la opinión pública (Castells 2004).
Como se puede observar en el análisis del cuadro siguiente (Cuadro 8.1),
esa pérdida es una característica transversal a las diversas opiniones públicas en
toda Europa salvo en algunos países escandinavos.
Como sugiere Vedel (2002), la forma en que las democracias en su marco
parlamentario e institucional han enfocado las nuevas tecnologías de la infor-
mación y comunicación de la televisión a Internet se ha guiado ante todo
por la cuestión “¿cómo podemos usar esas tecnologías para mejorar la acción
gobierno y la participación política?”, es decir, cómo gestionar la legitimidad
de la democracia.
Existe a lo largo de la historia una fuerte idea de vinculación entre tecnolo-
gías de la información y comunicación, cambio social y gestión política.
En el siglo XX no es con Internet que se inicia el discurso de las ventajas
de la democracia electrónica. Por muy extraño que hoy pueda parecer, Hagen
(1997, 2000) recuerda que el concepto más antiguo de democracia electrónica
está vinculado al uso de la televisión. La introducción del cable a inicios de
los años 70 en Estados Unidos llevó a muchos a considerar que en los años 80
–mediante contenidos diversificados e información localizada– se produciría
una revitalización de la democracia a través de la televisión.