© Editorial UOC 365 Medios de comunicación y ciudadanía
Un ejemplo de esa visión es la denominación infotainment dada a programas
de radio y televisión que anteponen la emoción a la razón (Hartley 2004).
Muchos de estos programas combinan la presencia de especialistas con la
de un público que encuentra en su experiencia personal la base argumentativa
necesaria para la polémica que se pretende crear en el programa. Ejemplos de
esa prioridad de la emoción sobre la razón pueden encontrarse en programas
de actualidad tipo tabloide así como en formatos educativos o de estilos de
vida como programas de cocina, jardinería y decoración. Y es precisamente
esa oposición entre lo racional o científico y lo emotivo o sentido común que
es objeto de crítica por ejemplo por autores como los miembros de la llamada
Escuela de Frankfurt (Adorno, Horkheim y posteriormente Jürgen Habermas),
que caracterizan los medios de comunicación en general por la espectaculariza-
ción del debate político así como por una ausencia de información económica,
social y política críticamente fundamentada (Kellner 1989).
En el campo de los medios de comunicación, esa crítica heredada de la
Escuela de Frankfurt es seguida por Poster (1995), que señala que parece faltar
en las relaciones sociales contemporáneas un nivel básico de prácticas interacti-
vas que en el pasado eran la matriz de la política democrática en el ágora griega,
la iglesia local, el bar, la plaza pública, un parque, una fábrica o una esquina de
la calle, situando la esfera pública como tema central en la reconceptualización
de la democracia.146
Dado que la televisión es actualmente la tecnología de mediación más difun-
dida en nuestro planeta, la mayoría de análisis sobre ciudadanía y mediación
tienden a incidir en ella.
En una perspectiva igualmente crítica del papel de los medios de comu-
nicación, uno de sus autores más conocidos y respetados en el campo de la
comunicación política, Robert D. Putnam (2000) considera que uno de los res-
146. A pesar de haber sido formulado por varios autores en el siglo XX como Walter Lippman
(1921), la noción de esfera pública tiende a ser generalmente expresada según el cuadro concep-
tual formulado por Habermas, que hace referencia al análisis de las relaciones entre los medios, la
comunicación y la democracia. En su análisis, Habermas describe cómo la opinión “pública” estaba
socialmente formada por la burguesía europea de finales del siglo XVIII y principios del XIX: un
grupo de personas, mayoritariamente de sexo masculino, que discutían asuntos políticos de forma
presencial en lugares de encuentro como clubs y cafés, recurriendo a la utilización y lectura de
periódicos, libros, publicaciones de opinión, etc.