La mediación de la ciudadanía

y la alfabetización informacional

Los medios de comunicación son nuestra conexión entre lo vivido y lo repre-

sentado. Forman parte de nuestro día a día y son una de las formas en que, junto

a otras como la vivencia de proximidad con nuestra familia, nuestros colegas,

en la escuela o en las empresas, se encuadra nuestra experiencia, nuestra identi-

dad y nos ayuda a dar sentido a la vida (Castells 2004, Silverstone, 2004).

No obstante, aceptar ese papel de los medios de comunicación en nuestro

vínculo con el mundo y nuestra capacidad de tratar el día a día tiene un precio:

aceptando ese papel de los medios de comunicación como parte de la represen-

tación de lo cotidiano difícilmente podremos pasar sin ellos (Silverstone 2004),

es decir, el ejercicio de la ciudadanía es cada vez más una combinación entre

lo mediado y el cara a cara.

Ese ejercicio de la ciudadanía, en su complejidad de interacciones directas y

mediadas, depende del desarrollo de un sentido crítico adecuado para que cuan-

do haga falta en el día a día podamos dejar de lado esas estructuras (Silverstone

2004), dado que no siempre las imágenes, los sonidos o la escritura nos transmi-

ten una mediación de la realidad libre de ruido, suposiciones sesgadas o lecturas

sólo basadas en un sentido común cualquiera. Como señala Silverstone (2004),

podemos abandonar el campo, dar la espalda a las imágenes, sonidos y textos

mediáticos pero no podemos enfrentarnos a ellos sin gran esfuerzo y dificultad.

Por otro lado, la ciudadanía en la sociedad en red depende también del

dominio de los instrumentos que nos permiten tratar los medios de comuni-

cación como un lenguaje natural más, el de una alfabetización que va más allá

de su definición más tradicional.

Tradicionalmente se ha definido la alfabetización como la competencia real

de lectura, escritura y cálculo (Benavente et al. 1996, Gomes et al. 2001, 2003),

es decir, las capacidades de procesamiento de información escrita en la vida

cotidiana.141

141. La alfabetización no es ni ha sido nunca un atributo personal o una aptitud ideológicamente iner-

te que sólo pueden adquirir individuos. Tampoco es una simple tecnología aunque requiera un medio

de producción tanto físico (bolígrafo y papel, ordenador y red) como social (una notación reconocida

o alfabeto y una forma de transmitir el conocimiento necesario para manipularlo) (Hartley 2004).