© Editorial UOC 320 Los medios de comunicación en la sociedad en red
tecnologías de búsqueda e indexación para buscar en Internet –los llamados
buscadorespor parte de algunos proveedores de acceso a Internet.
Sin embargo, existe por lo menos una fórmula alternativa para el cálculo
de la dimensión de Internet. Steve Lawrence y Lee Giles (1999) publicaron un
estudio sobre la dimensión de la información disponible en Internet y la dis-
tribución temática de los contenidos disponibles. En ese estudio se apunta a la
existencia de una parte indexable de Internet, es decir, pública, constituida en
febrero de 1999 por 800 millones de páginas distribuidas en unos 2,8 millones
de servidores web que contenían una media de 289 páginas HTML cada uno
y en cuyos contenidos predominaba la información comercial, con el 83% del
total de contenidos, seguida de información educativa (6%), salud (3%), pági-
nas personales (2,5%), pornografía (1,5%) y gubernamental (1%).
Los datos presentados por Lawrence y Giles y el estudio de Internet Systems
Consortium, Inc. (ISC) sobre la evolución de hosts de Internet entre 1999 y
2001 permiten establecer una cifra estimada de la dimensión de Internet en
2001, que rondaría los 2.000 millones de páginas HTML.
Aunque la idea de que un repositorio o acervo del conocimiento global
de la humanidad acumulado a lo largo de centenares o incluso miles de años
sea un deseo que parece acompañar a nuestra especie desde la invención de la
escritura, su realización no ha dejado de ir unida siempre a la necesidad de
mapas, localización de información o mediadores autorizados en la búsqueda
de información, los bibliotecarios.129
Se ha comparado y se compara a menudo a Internet con una nueva
Biblioteca de Alejandría, una biblioteca digital que funciona a escala mundial
donde, por acción de una nueva tecnología –los ordenadores en red– y de una
antigua –la escritura– se puede archivar y acercar el saber a quienes lo busquen.
Esa biblioteca funcionaría 24 horas al día, recorriendo todas las zonas horarias
del planeta simultáneamente, sería alimentada y crecería en base a las aporta-
ciones individuales de cada uno de sus usuarios.
Sin embargo, Internet no es una biblioteca, o por lo menos no es una biblio-
teca como las herederas de la Biblioteca de Alejandría, que hoy conocemos
129. Un deseo que finalmente se concretó cuando hacia el año 700 a.C. surgió en Grecia el alfabe-
to. La famosa Biblioteca de Alejandría en Egipto, iniciada hacia el año 284 a.C. y destruida en 642
d.C., fue uno de esos intentos de reunir el conocimiento existente en el mundo antiguo.